LP. Jonathan Pimentel Chacón, Costa Rica

«Barack Obama, sin embargo, se convirtió en el enemigo político electoral más importante de la derecha cristiana desde la década de los ochenta. No sólo por pertenecer al partido demócrata y ser miembro de una iglesia protestante “liberal” y por su cercanía con un simpatizante de la teología negra de la liberación el reverendo Jeremiah Wright. Sino por sostener la necesidad de una política impositiva “progresiva” y por sugerir la necesidad de garantizar derechos civiles a homosexuales»

Desde 1910, año en que con el financiamiento de un millonario petrolero se inicia la públicación de The fundamentals, el campo religioso estadounidense ha cambiado marcadamente.1 El fundamentalismo, movimiento que moldea el marco categorial e ideológico del nacionalismo religioso de la Nueva Derecha Cristiana, ocupa, en el despliegue de este cambio, un lugar básico. El fundamentalismo, inicialmente una postura particular y no exclusivamente doctrinal y moral se transforma en una postura política fuerte después de la Segunda Guerra Mundial.

Este proceso de politización regresiva tiene una decantación decisiva a finales de los setenta y principios de los ochenta cuando surgen, en continuidad y discontinuidad con el fundamentalismo, alianzas entre la nueva derecha americana y amplios sectores del protestantismo conservador. De estas alianzas surgen, entre otras, Moral Majority dirigida por el fallecido Jerry Falwell. Después de la disolución de esta organización surgió Christian Coalition of America que ha vivido diversas escisiones y que se opuso decididamente al entonces candidato presidencial Barack Obama.

La concentración ideológica y política de la Nueva Derecha Estadounidense, síntesis religioso-política de los sectores más regresivos de EU, se concentra públicamente en oponerse a lo que desde los ochenta se denominó «humanismo secular». Éste incluye lo que ellos consideran amenazas del mundo moderno – ahora hablan incluso del posmoderno – y que, sin simplificaciones, pueden resumirse en el reconocimiento jurídico de los homosexuales en tanto ciudadanos – en tanto humanos en algunos casos -, el feminismo, el acceso público a la pornografía, las drogas y la «desteologización» de la educación pública. Las reinvidaciones de la Nueva Derecha Estadounidense – NDE -, recapitulada ideológicamente en el Project for the New American Century (1997), aparte de concentrarse en asuntos morales sexuales y familiares, apuntaban a tres cuestiones importantes: el fortalecimiento de la carrera armamentista, la extensión de los «valores cristianos estadounidenses» hacia todo el mundo y la no distinción entre ética pública o civil y ética religiosa – incluye, desde luego, la «polémica» con teorías científicas como la evolución-.

El corolario, fundamental para entender la NDE, es la «política» de apertura de mercados de las economías dependientes y periféricas, previa destrucción de sus instituciones e institucionalidad a través de programas de ajuste estructural, y la precarización del gasto en educación, salud y vivienda en los E.U. Lo primordial o articulador en la NDE es su imperialismo, guerrerismo, racionalidad económica (auto) destructiva y un apoyo permanente e irrestricto a la políticas homicidas del Estado de Israel. Las cuestiones relativas a familia, sexualidad y derechos civiles no articulan la tendencia y deben considerarse motivos ideológicos de cohesión externa – búsqueda de adherentes «cristianos» – de la derecha cristiana. Desde luego, estas cuestiones constituyen ejes de discriminación que deben ser criticados y políticamente destruidos.

La nueva derecha religiosa le provee a este proceso una racionalización teológica: teología del estado de guerra anticomunista, primero, y anti-terrorista, ahora. George Gilder había ofrecido, en 1981, un «razón» para sostener la síntesis de la nueva derecha: el capitalismo guerrerista se funda en estímulos trascendentes, morales y de inspiración divina. Reagan conocía el libro. Con Reagan se expresa la teología del capitalismo guerrerista y con Bush Jr la guerra total del capitalismo guerrerista en etapa de descomposición.

Con la primera elección del ex actor Reagan, recuérdese que sus administraciones y la del ex-agente de la CIA George Bush constituyen un período de constantes y homicidas intervenciones estadounidenses en Centroamérica, la NDE consigue su primera victoria política electoral en EU. Le siguieron la re-elección de Reagan, la elección de Bush en el período 1989-1993 y los dos períodos de Bush Jr. El triunfo del candidato demócrata William (Bill) Clinton (1993-2000) no significó un retroceso en lo que respecta a los tres aspectos articuladores de su proyecto político. En el plano regresivo religioso la elección de un protestante (?) liberal (?) suponía, dentro de la derecha cristiana, una derrota circunstancial.2

Barack Obama, sin embargo, se convirtió en el enemigo político electoral más importante de la derecha cristiana desde la década de los ochenta. No sólo por pertenecer al partido demócrata y ser miembro de una iglesia protestante “liberal” y por su cercanía con un simpatizante de la teología negra de la liberación el reverendo Jeremiah Wright. Sino por sostener la necesidad de una política impositiva “progresiva” y por sugerir la necesidad de garantizar derechos civiles a homosexuales. En el artículo 10 things you should know about Barack Obama, aparecido en la página de la Christian Coalition of America3, se enumeran los “lugares comunes” que sirven para distinguir ideológicamente los candidatos y partidos – en realidad son variantes de un mismo emporio electoral – desde la NDE. Ninguna de esas “10 cosas” supone una discontinuidad fundamental con Bush Jr. Aunque sí, y esto me parece fundamental, supone la posibilidad de una lucha libidinal y cultural permanente y articulada con otras luchas en los Estados Unidos. Pero esta lucha y sus posibles despliegues no se siguen, necesariamente, de las políticas de Obama. Esas diez cosas que deberíamos saber según la derecha cristiana son, en realidad, parte de un falso aunque persistente “debate” en Estados Unidos. Obama es afrodescendiente y esa raíz supone un quiebre con una cultura política abiertamente racista como la estadounidense. Ese quiebre con la cultura racista estadounidense debe ser, nuevamente, desplegado e institucionalizado a través de movimientos sociales que presionen permanentemente para que se sostenga y profundice.

No es claro, sobretodo si se mira desde el apoyo de Obama al lobby sionista y al Estado Israelí4, que el nuevo presidente de los Estados Unidos represente una derrota para la nueva derecha estadounidense.5 Lo sería radicalmente si lograra terminar los avances imperiales, la carrera armamentista, la violación sistemática de derechos humanos y la teologización de su (anti) política. Por ahora, Obama aparece como una alternativa (débil) necesaria para estabilizar un país que precisamente ahora expresa un estado particularmente carencial. Las raíces teológicas y religiosas negras estadounidenses, que hacen parcialmente posible al actual presidente, quizá lo animen o lo interpelen para que como deseaba el pastor bautista Martín Luther King Jr en su país “no se revuelquen en un valle de desesperanza”.

1 Para una historia de las prácticas religiosas estadounidenses hasta la primera mitad del siglo XX puede consultarse Martin E. Marty, Peregrinos en su propia tierra. 500 años de religión en América. Traducido al español por J.A. Aguirre. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1987.

2 Clinton, entre otras cosas más conocidas, nombró a una persona aparentemente homosexual como embajadora en Luxemburgo.

3 http://www.cc.org/commentary/10_things_you_should_know_about_barack_obama.

4 James Petras ha realizado un sugestivo y, en mi opinión algunas veces excesivo, comentario al respecto. Puede verse el comentario titulado “Barack Obama: “America´s First Jewish President” en petras.lahaine.org.

5 El hecho de que Sara Palin expresará algunos de los lugares comunes de la derecha cristiana estadounidense y que ella y el senador John McCain perdieran la elección presidencial no debe hacer suponer que Obama representa, en los criterios articuladores de la NDE, una alternativa en sentido fuerte. Obama es, efectivamente, una opción atenuada.

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