LupaProtestante

¿EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA? DEPENDE

Juan José Tamayo, España

Los colegios católicos, la mayoría financiados con fondos públicos, han decidido adaptar los contenidos de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos humanos a su ideario confesional conforme a las reivindicaciones de los obispos, bajo la presión de algunas asociaciones católicas de padres y, ¡lo más preocupante!, con el respaldo de la actual Ministra de Educación. Los responsables de la patronal católica han presentado recientemente la guía por la que se regirán todos los colegios asociados en la Federación de Religiosos de la Enseñanza para impartir la asignatura de Educación para la Ciudadanía bajo el título Claves para ofrecer Educación para la Ciudadanía en un centro católico. La guía se presenta como “una herramienta que ayude al docente a impartirla conforme al ideario católico de los centros educativos”. Tiene su base en el Catecismo de la Iglesia Católica, sin apartarse un ápice de la ortodoxia católica. ¡Vuelve de nuevo el catecismo a la escuela! Un catecismo similar en contenidos al que yo estudié en la España profunda y nacional-católica de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado en la escuela rural de mi pueblo.

¿Qué pretenden los colegios católicos con esa adaptación? ¿Educar en los derechos humanos y en una ética cívica, comunes a todos los ciudadanos, como corresponde al ámbito escolar, o impartir clases de moral cristiana como prolongación de las catequesis parroquiales? ¿Fomentar la convivencia entre los alumnos y las alumnas o conducir a los escolares por el camino de la santidad cristiana? ¿Formar ciudadanos o hacer creyentes? Me temo que estamos ante una asignatura bis de religión. En cuyo caso, la educación para la ciudadanía deja de ser una materia laica y se confesionaliza, al menos en los colegios católicos.

Sigo preguntándome: ¿por qué los colegios católicos tienen que distinguirse en la educación para la ciudadanía del resto de los colegios? ¿Es que existen dos clases de ciudadanos y ciudadanas? Convendría recordar que la escuela no es el lugar idóneo para educar en la fe y la moral de ninguna religión sino el espacio propicio para la educación en una ética laica.
¿Merece la pena impartir la nueva asignatura en las condiciones en las que se va a explicar en los colegios católicos y con las cortapisas que han sufrido sus contenidos? No tengo más respuesta que la de la canción de Jarabe de Palo: “Depende, todo depende”. O se vuelve al espíritu originario de la Ley, se recuperan sus contenidos y se imparte laicamente en todos los colegios o es preferible esperar a “tiempos laicos”.

Termino con un texto de la Carta a Diogneto, escrito cristiano del siglo III, que constituye un ejemplo de vivencia laica de los cristianos y cristianas en todos los terrenos de la vida. Ellos se sentían ciudadanos a todos los efectos y no defendían dobles ciudadanías, ni renunciaban a sus responsabilidades en la sociedad, ni pretendían diferenciarse de los demás ciudadanos del Imperio. Vivían la ciudadanía y la experiencia cristiana de manera espontánea, sin contradicción alguna, sin reclamar privilegios ni confesionalismos. Éste es el texto:

«V. 1. Los cristianos… no se distinguen de los demás seres humanos ni por su tierra ni por su habla ni por sus costumbres. 2. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás. 3…Habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable, y, por confesión de todos, sorprendente. 4. Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña. 6. Se casan como todos; como todos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen. 7. Ponen mesa común, pero no lecho. 8. Están en la carne, pero no viven según la carne. 9. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. 10. Obedecen a las leyes establecidas, pero con su vida sobrepasan las leyes.

Es posible que si el autor hubiera escrito la Carta hoy en pleno debate sobre la nueva asignatura hubiera añadido: “los cristianos y cristianas no estudian en colegios distintos de los demás ciudadanos, ni adaptan las clases de educación para la ciudadanía a sus idearios; van a los mismos colegios que el resto de los ciudadanos, siguen los programas aprobados por las instituciones académicas; no hacen objeción de conciencia. ¿Por qué? Porque el debate, tal como lo plantean la jerarquía eclesiástica y las distintas patronales y asociaciones de la enseñanza católica, se sitúa en el ámbito de la confrontación ideológica y política más que en el de la conciencia y el de los valores éticos. No cabe la objeción de conciencia porque la implantación de la asignatura en todos los colegios y los contenidos de la misma responde al mandato de la Constitución en su artículo 27.2 de la Constitución y se mueve plenamente en el horizonte de los derechos humanos. Además, con la regulación de la asignatura, el Estado no invade la conciencia moral de los ciudadanos, sino que asume su responsabilidad de educar en la ciudadanía a todos los ciudadanos residentes en España en edad escolar, en clara sintonía con la mayoría de los países de la Unión Europea, donde se viene impartiendo la asignatura desde hace tiempo”.

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