ALC. José Aurelio Paz, La Habana.

Cuando el próximo 26 de octubre los miembros de la Asamblea de la ONU deberán votar por decimonovena vez la resolución que pide eliminar el bloqueo norteamericano a la Isla, su canciller, Bruno Rodríguez Parrilla, afirmó a la prensa que su impacto continúa y es aplicado con todo rigor durante la presente administración norteamericana, en tanto la medida, en 50 años de aplicación, ha ocasionado unos 751 mil 262 millones de dólares en daños directos a la economía del país y consecuencias inestimables en la población.

A pesar de que el presidente Barack Obama, durante las elecciones presidenciales, prometió un cambio de política hacia Cuba dirigida a la flexibilidad y al mejoramiento de las relaciones, continúan las sanciones a empresas que se atreven a comercializar con el país y el reforzamiento de la persecución a toda actividad empresarial o transacción económica, incluso por terceros países.

Calificada como medida absurda e inhumana por el Ministro de Relaciones Exteriores cubano, la moción a favor de que el bloqueo sea eliminado sumó, el año anterior, a 187 naciones contra el rechazo solo de tres: Estados Unidos, Israel y Palau.

Durante la conferencia, Rodríguez Parrilla presentó el Informe cubano a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el cual pedirá a los países, una vez más, votar a favor de que se ponga fin a esta política, cuando los daños ocasionados a la población son imposibles de cuantificar frente a los de la economía; no obstante, toda cifra continúa siendo conservadora al no medir el sufrimiento infligido a las familias cubanas.

“Al mismo tiempo nadie podría calcular, con rigor, el efecto disuasivo que tiene la aplicación extraterritorial del bloqueo, la persecución de transacciones financieras y de negocios de compañías de terceros países con Cuba”, expresó.

Como uno de los tantos ejemplos, el titular dijo que la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC), multó con cinco millones 750 mil dólares, en agosto del pasado año, al Australia and New Zealand Bank Group Ltd, por involucrarse en transacciones financieras relacionadas con algunos países sancionados por Estados Unidos, como el caso de Cuba.

Así mismo, citó el hecho de que la Isla no pudo seguir comprando Dactinomicina, un citostático para el tratamiento de cáncer que invade al tejido conjuntivo como los huesos, los cartílagos y vasos sanguíneos, debido a que la compañía mexicana Lemery, que era la suministradora, fue comprada por la trasnacional israelí TEVA, de capital norteamericano.

Otra evidencia física del bloqueo que mostró fue el hecho de que el Instituto de Oncología y Radiología no puede emplear placas de yodo radioactivo en pacientes con retinoblastoma, un tumor congénito que crece en la retina, debido a que estas solo pueden ser compradas en los Estados Unidos –cuando su uso fundamental es pediátrico–, como mismo no tiene acceso al Temozolamide (Temodar), otro citostático específico para combatir tumores del sistema nervioso central, enfermedad que afecta a 250 pacientes anuales como promedio, de los cuales unos 30 resultan ser niños, según estadísticas.

Entre muchas aristas del tema que utilizó el canciller para mostrar a la prensa internacional de que el bloqueo es un fenómeno real y palpable que incide, de manera directa, en los derechos humanos de la población cubana, explicó que Obama no ha utilizado sus amplias prerrogativas constitucionales, las cuales, si bien no le permiten eliminar la política por mano propia, sí tiene la facultad como presidente de modificarla en gran medida, sin intervención del Congreso, sin embargo no ha tomado acción.

Así mismo afirmó que pudiera modificar la aplicación del bloqueo parcial o total, en función de razones humanitarias, en tanto se trata de “una terrible violación sistemática, flagrante, de los derechos humanos de todos los cubanos, incluidos aquellos sectores más vulnerables de cualquier sociedad.”

Agregó que el mandatario podría alentar al Congreso, escenario de recurrentes debates en relación al tema, a que se impulsen iniciativas legislativas y tampoco lo ha hecho hasta hoy.

Reiteró, ante la prensa, que los Estados Unidos de América deben acabar de levantar esa medida unilateral sin imponer condiciones a la Isla. “Quienes se empeñan en mantener el bloqueo, pierden una oportunidad de cambio y persisten en un error”, concluyó.

Una visión del fenómeno desde la perspectiva de la fe, arroja que las iglesias cubanas se oponen, de manera unánime al bloqueo norteamericano, en tanto, además de ser víctimas también de las medidas restrictivas de intercambio y desarrollo, tienen una clara visión de cómo el fenómeno ha afectado la vida espiritual de la población y cómo ella ha tenido que asumir, además, su misión asistencial con más rigor, a fin de contribuir a aliviar las consecuencias de una política que se opone al sentido liberador del Evangelio de Jesucristo.

Las iglesias de Cuba así lo han manifestado reiteradamente, a través de declaraciones y documentos en distintos foros y eventos religiosos, y desde diversos escenarios.

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