Diotima

¿Espiritualidad o ñoñeria?

Joana Ortega

En mi última entrada hice una referencia al lenguaje erótico-amoroso que impregna nuestra forma de relacionarnos con lo trascendente o, lo que es lo mismo, con Dios. Y no es que yo esté en contra de que utilicemos las herramientas lingüísticas con las que contamos para expresar una serie de pensamientos o sentimientos para los que, a veces, no encontramos las palabras o las expresiones adecuadas; yo, estoy en contra de cofundir la profundidad con la ñoñería, los sentimientos con «enamoramientos espirituales» pasajeros, el sentido con la superficialidad, las palabras verdaderas con eufemismos absurdos…

En fin, he estado repasando el libro de los Salmos y no he encontrado ni uno solo en el que se pueda sustituir la palabra «Señor», «Dios», etc., por «cariño», «baby», «chato/chata», «honey» y demás expresiones que tienen que ver con nuestras relaciones personales, como sí ocurre en el cotidiano contacto con Dios en la mayoría de las personas creyentes, por no hablar de los cultos dominicales. Y no es que yo les acuse de ser superficiales, o de estar equivocados. Ellos/Ellas no tienen la culpa. Pero sí son culpables aquellos que, para llenar sus iglesias y sus alforjas, han consentido y se han hecho cómplices de introducir una espiritualidad simplona y ñoña que no nos lleva a ningún sitio ni tampoco nos permite conocer en profundidad el alcance y la importancia de, a través de la himnología y de las plegarias, hacer esa teología del alma de la que tanto estamos necesitados.

Quisiera poner un ejemplo, para evitar equívocos, de a qué me estoy refiriendo. Peret, un cantante de rumba catalán, durante su época evangélica hizo una canción, que se cantaba en muchas iglesias, con la siguiente letra: «Cristo tiene poder/Cristo tiene poder/Jesucristo es poderoso/Jesucristo tiene poder». Unos años más tarde, y con ocasión de los juegos olímpicos de Barcelona de 1992, Peret, cambió una sola palabra de esta canción, que daría la vuelta al mundo, y que no variaba ni un ápice su sentido: «Barcelona tiene poder/Barcelona tiene poder/Barcelona es poderosa/Barcelona tiene poder».

¿Acaso se podría hacer algo parecido con los Salmos? Si alguien lo consigue que me lo comunique, seria para mí una gran decepción.

¡Ah! por cierto, ahí va mi salmo de la semana: «Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos,/no ando tras las grandezas,/ni en cosas difíciles para mí;/sino que he calmado y acallado mi alma;/como niña destetada en el regazo de su madre,/como niña destetada reposa en mí mi alma./Espera en el Señor, desde ahora y para siempre.» (Adaptación del salmo 131).

1 Comentario

  1. Abigail Reyes Rodríguez dice:

    Por qué vemos la astilla de los demás?
    Preocupémonos cada uno por su propia vida, Dios es misericordioso con quien quiere ser misericordioso, por eso es un Dios Soberano, lo que nos corresponde a nosotros es amar y mirar con compasión, no causemos más divisiones.

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