LaJornada. Edición del 13 de Octubre de 2007.

Designa la arquidiócesis comisión de historiadores ad hoc

Busca la Iglesia demostrar que se anuló excomunión a Hidalgo

Gabriel León Zaragoza

La arquidiócesis primada de México informó que el cardenal Norberto Rivera designó una comisión de revisión histórica que investigará el juicio clerical a que fueron sometidos Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, entre por lo menos una veintena de sacerdotes próceres de la Independencia excomulgados; los resultados de la indagación deben ser entregados antes de un mes.

“Una de las encomiendas que pidió es revisar los archivos del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, porque en su época se nombró una comisión de canonistas e historiadores para investigar el caso. De ser vigente la excomunión, el arzobispo tendría la facultad de levantarla sin necesidad de acudir al Vaticano”, porque el proceso respectivo “tuvo lugar en México”, confirmó a La Jornada el vocero arquidiocesano, Hugo Valdemar.

El anuncio se hace luego de que la Comisión Especial de Apoyo a los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución presentó un punto de acuerdo ante la Cámara de Diputados para gestionar ante la Iglesia el levantamiento de la excomunión sobre esos caudillos.

La responsabilidad de este estudio recaerá sobre historiadores peritos de la arquidiócesis, quienes cuentan con amplia trayectoria académica y tienen el respaldo de publicaciones y estudios especializados. Se espera que puedan encontrar datos suficientes para considerar inválida la excomunión y, por tanto, declararla nula.

Otra posibilidad es hallar elementos jurídicos que sustenten un levantamiento del anatema, expresó el vocero, “aunque esta opción es improbable por la fuerte coincidencia de datos que aseguran que los líderes caudillos murieron en comunión con la Iglesia”.

De manera personal, afirmó el vocero, el prelado encargó la investigación a los sacerdotes Eduardo Chávez (rector de la Universidad Lumen Gentium, quien llevó el proceso histórico de la causa de canonización de Juan Diego) y Gustavo Watson (responsable de los archivos históricos de la Basílica de Guadalupe y de la arquidiócesis), ambos doctores en historia por la Universidad Gregoriana de Roma.

No es nuevo que la Iglesia mexicana se haya preocupado por investigar estos hechos. Obispos, canónigos, arzobispos y cardenales –en diferentes circunstancias y sucesos– han demostrado su interés en que los líderes independentistas, en particular Hidalgo, sean exculpados como fruto de justicia histórica.

“En la arquidiócesis tenemos serias dudas de que los próceres de la Independencia del país estén excomulgados, ya que los restos de Miguel Hidalgo y Costilla fueron enterrados en la catedral, y es imposible que un excomulgado pudiera ser inhumado en el inmueble”, afirmó Hugo Valdemar.

Agregó que existen indicios de que en 1823 se aclaró el asunto, pero en 1952 el prelado Luis María Martínez realizó una investigación, la cual repitieron en su momento los cardenales Miguel Darío Miranda y Corripio Ahumada.

En un reporte, la arquidiócesis destaca que hechos históricos dan como cierto que el anatema al Padre de la Patria fue declarado nulo o se levantó, por lo cual la comisión especial trabaja para demostrarlo de manera documental.

Entre las evidencias que pidió investigar el arzobispado destaca que después de su fusilamiento Hidalgo haya sido enterrado en un camposanto, lo cual hubiese sido imposible para un excomulgado.

La arquidiócesis se apoya en la Colección Eusebio y Dávalos; Papeles para la Independencia, donde se refiere la existencia de documentación suficiente para demostrar que Hidalgo se arrepintió de las muertes causadas durante la revuelta y otras cuestiones, que constan en actas.

A ello se agregan testimonios en torno al traslado de los restos de los caudillos a la catedral metropolitana, en diferentes periodos de la vida del país, como una solemne procesión de los restos de los héroes de la Alhóndiga de Guanajuato a la parroquia de Santo Domingo, y de allí a la catedral, donde fueron trasladados en una urna cubierta con terciopelo negro, acompañada la marcha con el repicar de las campanas y el coro del cabildo y las cofradías existentes.

 

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