I. Definición de Historia

La Historia es una disciplina considerada ciencia. Ésta, por sí, estudia los actos del pasado, aquellos que han tenido una relevancia en el devenir de la evolución humana. El punto de partida de la Historia versa sobre el actuar del ser humano, esto es lo que llamamos Historia. Todo relato histórico trata sobre el actuar del ser humano.

La Historia estudia el actuar y comportamiento de aquellas sociedades antiguas o personajes individuales que han marcado un hito en el desarrollo de la humanidad.

Pero uno de los ejes fundamentales en el estudio de la Historia es poder analizar el pasado para comprender el presente. Mirando el pasado se puede comprender el porqué de nuestra actualidad. Cómo hemos llegado a ser lo que somos en la actualidad, he ahí lo importante de la Historia. Al saber lo que ocurrió en el pasado, podemos aprender cómo mejorar el futuro. Sobre todo, sacar lecciones sobre los errores cometidos por nuestras sociedades.

Se dice que la Historia nace por medio de la escritura (enfoque clásico). La Historia inicia con el surgimiento de la escritura; a la época anterior a la escritura se le llama Prehistoria. Es a través de la escritura que podemos dejar de manera fidedigna, encapsulado, un momento de vida. Los primeros historiadores fueron aquellos que iban relatando los devenires de su época. Sobre todo en las guerras, en las cuales muchas veces actuaban como biógrafos de uno de los contendientes. No son pocos los pueblos que han visto acortada su historia o que se sabe muy poco de su existencia, ya que no poseían el conocimiento de la escritura. Por lo tanto, lo que se puede llegar a saber de ellos, es por medio de la arqueología y otras disciplinas, que indagan en aquellas sociedades perdidas, en la Historia. El uso de estas otras disciplinas ha dado pie a nuevos enfoques de mirar la Historia, la cual puede ser analizada o buscada por medio de un enfoque multidisciplinario. Todo lo contrario del enfoque clásico.

Lo relevante de la Historia es que por medio de ella podemos no sólo comprender el presente, sino mejorar nuestro futuro. El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. La historia muchas veces busca evitar aquello.

II. La Historia de Dios

Hasta aquí el panorama sobre lo que es la Historia. Ahora interpretemos el término Historia desde la perspectiva religiosa:

Así como existe una definición (humana) de qué es el hombre según la Biología, la Filosofía o la Antropolgía; también existe una definición de qué es el ser humano según La Biblia, es decir según Dios o, como se ha dado en llamar más recientemente: según la Antropolgía cristiana. La Biología dirá que el hombre es esto o aquello; la Filosofía, que el hombre es esto o lo otro; pero para Dios el ser humano sencillamente es creación hecha a su imagen y semejanza.

Como ya vimos, en cuanto a la Historia, también existe una definición y una visión de ella según los criterios humanos, pero para Dios la Historia de la humanidad es vista de otra manera y, desde su perspectiva, las cosas están organizadas así:

Dios tiene un objetivo: comunión, armonía eterna con toda su creación; pero he aquí que la creación falla (y aquí comienza la historia), entonces Dios interviene implementando un plan de salvación, hace una promesa y a partir de ella hay un propósito: religar la creación con su Creador, para lograrlo hay un intermediario, un redentor; aquí es donde encajan los versículos de Efesios 1:9-10: “9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la Tierra.” Ésta es la visión de la Historia de Dios, es para toda la humanidad, y nosotros la conocemos: Creación; Caída; Plan de Redención o Salvación; Llamado constante de Dios; Inicio con Cristo del plan de salvación; Muerte y resurrección de Jesucristo; Nuevo llamamiento de Dios bajo el periodo de Gracia; Reino milenial; Juicio; Vida eterna. Esta es la Historia que afecta y que interesa a toda la humanidad (distinta a la Historia vista por la ciencia humana). La Escatología nos ayuda a comprender aún los sucesos por venir en la Historia de Dios, para normar nuestra vida y no tropezar ni una vez con la piedra que las generaciones pasadas han tropezado, la piedra del pecado y la desobediencia a Dios; la Escatología nos clarifica nuestro futuro, con los sucesos y dichos en el pasado, y ayuda a fortalecer nuestra esperanza en el futuro trazado previamente por Dios y que está tan seguro para toda la humanidad. En la Historia de Dios, para el cristiano el futuro no es ni incierto ni negro, puede ser de esperanza y de alegría completa. Porque “11 En Cristo asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.” (Ef. 1:11-14).

III. ¿Quién dirige la Historia?

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt. 22:15-21), fue la respuesta de Jesús cuando los fariseos, pretendiendo nuevamente ponerlo contra la pared, le preguntaron si era lícito pagarle impuestos a Roma. Si decía que no –pensaron ellos– podría ser interpretado como desobediencia a la autoridad civil, en manos de los romanos que tenían ocupado el territorio de Israel. Si contestaba que sí, podría interpretarse como una limitación de la autoridad de Dios sobre el pueblo escogido.

Pero no … Jesús no estaba contra la pared. Con esta hábil respuesta, deja el Señor claramente establecido que la autoridad política tiene su campo propio de acción, relacionado con el orden público y el bien de todos los gobernados, y que cuando requiere la obediencia y la contribución o tributo, hay que cumplirlo. Pero también deja claro que el respeto y el tributo no sólo se le debe a la autoridad civil, sino que debemos darle a Dios lo que es de Él.

¿Qué significa esto?, significa en primer lugar saber que toda autoridad temporal viene de Dios o es permitida por Dios. Recordemos lo que más tarde Jesús le dijo a Pilatos, el gobernador romano, en el momento del juicio que éste le hizo: “Tú no tendrías ningún poder sobre mí, si no lo hubieras recibido de lo Alto.” (Jn. 18:11).

Este episodio de la “pasión del Señor” nos lleva a otra conclusión: hasta las leyes de la Roma pagana y sus gobernantes sirvieron para que se llevaran a cabo los designios de Dios, tanto para el nacimiento como para el sufrimiento y muerte de Jesús. Nada escapa, entonces, a los designios divinos, bien sea porque Dios lo causa o bien porque lo permite.

Si revisamos la historia de la salvación que encontramos en la Sagrada Escritura, podemos ver cómo Dios va realizado su plan de salvación en el pueblo escogido. A veces éste se ve librado por Dios a través de un jefe que los lleva a la victoria o, por el contrario, a veces permite que el pueblo sea o derrotado o desterrado o dividido. En todas las circunstancias está la mano poderosa de Dios, porque “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman.” (Rom. 8:28). En esto consiste la Historia de la Salvación, realizada por Dios, en la que utiliza a los seres humanos como instrumentos para realizar sus planes, porque Dios es el Señor de la Historia … nadie más.

Por ejemplo, hubo un momento en que el pueblo de Israel se dividió en dos reinos, Jerusalén con su templo fue destruida y sus habitantes desterrados a Babilonia. Y todo esto, por más adverso que pareciera para el pueblo escogido, no sólo lo permitió Dios, el Señor de la Historia, sino que lo anunció a través de sus profetas. Y el mismo Dios luego se vale de un rey pagano, Ciro, quien al conquistar Babilonia, da la libertad a los judíos para que regresen a su tierra y autoriza la reconstrucción del templo de Jerusalén (Esdras 1). Dice la Biblia sobre la elección de Ciro por parte de Dios para ser su instrumento: “Te hago poderoso, aunque tú no me conoces, para que todos sepan que no hay otro Dios fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro.” (Is. 45:1-6).

La Historia de cada ser humano en particular y la historia de los pueblos está en las manos de Dios. Por encima de todo gobierno humano está el gobierno de Dios. Y todo lo ordena Dios –el Señor de la Historia–para realizar la historia de la salvación de cada ser humano en particular y de toda la humanidad.

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