Diác. Juan Sánchez García

Sin lugar a dudas, uno de los objetivos primordiales de la educación bíblica, es proveer a nuestros hijos de una identidad lo suficientemente fuerte como para poder afianzar el mantenimiento de su fidelidad a la Biblia y a nuestra iglesia, y lo suficientemente estable para poder equilibrar su vida y para así poder asegurar el éxito de nuestra continuidad. Ante se hacían esfuerzos sobrehumanos para poder darnos una identidad continua en asunto de las fiestas, comidas y diversiones, pero hoy día parece que esto a disminuido, los hijos de cristianos, visten, hablan, piensan y actúan como lo hacen cualesquiera. Cada día se vuelve más delgada la línea entre los hijos de Dios y los hijos de ls hombres.

Gen. 6:2 Los hijos de Dios vieron que las hijas de los seres humanos eran hermosas. Entonces tomaron como mujeres a todas las que desearon.

Y mas aun el apóstol Pablo es mas radical sobre este asunto:

Rom 3:9 ¿A qué conclusión llegamos? ¿Acaso los judíos somos mejores? ¡De ninguna manera! Ya hemos demostrado que tanto los judíos como los gentiles están bajo el pecado.

Como que hemos aflojado el paso en cuanto a la educación espiritual de nuestros hijos, y debemos recuperar esos espacios de educación que Dios en su palabra nos recomienda.

Deut. 6:4-9 Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades.

Para lograr esto, es imprescindible que entendamos un principio sumamente importante el cual denominaremos “principio de la diferenciación”.

Cuando un grupo humano se siente identificado con algo que los une, como, la música, la comida, las costumbres, familiares, las fiestas, las tradiciones, etc, el sentimiento de pertenencia a dicho grupo está marcado por factores singulares que lo diferencian a ese grupo de otros grupos circundantes, y que lo hacen singularmente distinto y especial.

De no existir factores evidentes y claros de diferenciación entre los integrantes de dicho grupo, muy rápidamente se diluirá dicho grupo en la masa que lo rodea, desapareciendo finalmente como tal. Lo que ha hecho la influencia de la cultura americana, sobre las emigrantes de otras partes, que buscando ser aceptados, reniegan de sus orígenes tiñéndose la conciencia para parecer mas güeros que los mismos güeros.

Por consiguiente, la pregunta que como padres responsables deberíamos de hacernos es: ¿cuales son los elementos de diferenciación capaces de contribuir hoy en día al mantenimiento fehaciente y firme de nuestra identidad?

En tiempos pasados los “evangélicos” se distinguían claramente de sus vecinos no “evangélicos” por la forma ética como conducían sus vidas; pues mientras que en el mundo no evangélico los asesinatos y otros vejámenes eran parte del “pan nuestro de cada día”, en el mundo protestante el valor sagrado de la vida, impedía que se realicen acciones de este tipo.

Hoy en día, que gracias a Dios el mundo ha avanzado hacia gran parte de los valores éticos expresados por el Libro ético por excelencia: la Biblia, aquellos valores que antes eran singularmente judaicos y evangélicos, se han transformado hoy en día en valores que son parte del patrimonio ético de la mayoría de los pueblos de la humanidad; no sirviendo ya como un valor singular de diferenciación.

Debido a este significativo cambio en la realidad del mundo, la pregunta que nosotros debemos de hacernos es: ¿cuáles son los factores de diferenciación que hoy en día pueden asegurar el mantenimiento de la identidad “evangélica” o hijos de Dios de antaño, que tanto nos esforzamos por lograr, luego de que los valores éticos son –gracias a Dios- compartidos por muchos otros pueblos (al menos desde el punto de vista del ideal hacia el cual se debería de aspirar)?

¿Cómo podemos seguir siendo la sal de la tierra, o la luz del mundo?

Si por un momento nos preguntáramos sinceramente, en qué se diferencia la vida diaria de la mayoría de los evangélicos adultos no muy comprometidos, de la vida diaria de la mayoría de sus vecinos no evangélicos, la conclusión a la que llegaríamos es que prácticamente no existen diferencias significativas entre ambas formas de vida, pues ambos se levantan de mañana, ambos desayunan, ambos se van al trabajo y vuelven del trabajo, ambos miran la televisión, ambos cenan con sus familias y luego, cansados, ambos se van a dormir …

¿Qué podemos hacer entonces para poder dar el positivo “toque de gracia” que haga merecer que nuestra vida sea llamada genuinamente una “vida cristiana”?

La respuesta es: llevar a cabo acciones que sean singularmente parte de lo que desde siempre fue la «vida cristiana».

Después de todo, el Shabat (día de reposo), el festejar la Cena del Señor, el respetar la ley de la alimentación y el orar y estudiar diariamente Biblia, debería de ser lo más normal y natural del mundo para todo integrante de nuestra Iglesia, y no algo raro o extraño reservado para los «religiosos» (pues hasta antes de la globalización espiritual, ¡esta fue la forma de vida natural que llevo la mayor parte de nuestra iglesia durante la mayor parte del tiempo!).

No olvidemos, que el factor principal capaz de evitar la asimilación y los casamientos mixtos, no es el lograr solamente que cada uno de los cónyuges piense o sienta diferente, sino ante todo, que tengan una forma de vida que sea sustancialmente diferente, y que haga de por si compatible la consumación práctica de una unión. Nosotros no pensamos ni sentimos exactamente lo mismo que nuestros cónyuges no creyentes, e igualmente nos mantenemos casados a pesar de ello. Sin embargo, si nuestras formas de vida fuesen esencialmente diferentes, ello verdaderamente haría difícil la convivencia. Y lo más cómodo para el creyente, es dar por terminado nuestro compromiso con Dios por amor a el o ella.

Y no es que sea el ideal diferenciarnos por diferenciarnos, sino que nuestro pueblo tiene una misión que cumplir en el mundo: transformarse en una luz para las naciones, y sólo en la medida en que seamos capaces de vivir coherentemente con el modelo que la Biblia nos brinda como pueblo, seremos capaces de lograrlo.

Mat. 5:16 Así brille vuestra luz delante de todos, para que ellos puedan ver vuestras buenas obras y alaben a vuestro Padre que está en el cielo.

«El estudio de las Escrituras está por encima de todo», pues sólo mediante el estudio de la Palabra de Dios, podremos abrir nuestras mentes y nuestros corazones a descubrir la impresionante belleza que posee nuestra identidad de creyentes en el Dios de la Creación, lo cual debería de ser una constante fuente de alegría, inspiración y orgullo para todos nosotros!

BAD Jn. 5:39 Estudiáis con diligencia las Escrituras porque pensáis hallar en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!

Tenemos una gran labor que realizar, a favor de nuestras iglesias, rescatar los valores y tradiciones de enseñanza de antaño, y darles a nuestros hijos una identidad tan fuerte que ellos puedan hacer la diferencia entre lo santo y lo profano.

Ez. 44:23 Deberán enseñarle a mi pueblo a distinguir entre lo sagrado y lo profano, y mostrarle cómo diferenciar entre lo puro y lo impuro.

Bibliografía

• identidad=Diferenciación Por. Rabino Richard Kaufmann
• Biblia al Día

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