LP. Aunque los temas que se estudiarán y discutirán en la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas serán muchos y complejos, uno requiere nuestra evaluación sobria. De importancia capital, tanto para la prensa nacional como para la internacional, serán los diálogos y las votaciones en torno al futuro de los Territorios Palestinos. ¡Ya se han manifestado a favor de la aceptación de Palestina como el próximo estado miembro de la Organización de las Naciones Unidas unas 130 naciones del mundo!

Desde la perspectiva palestina, la decisión de llevar su caso al foro internacional revela sus frustraciones con los tradicionales diálogos de paz. Luego de años y décadas de conversaciones infructuosas, la Autoridad Palestina ha decidido recurrir a un foro internacional independiente para dirimir su futuro. Uno de los argumentos palestinos es que mientras se llevan a efecto las negociaciones de paz, el Estado de Israel mantiene una política expansionista agresiva: Se construyen nuevos asentamientos y se expanden los que ya están edificados.

Ante esa realidad política y social, la Autoridad Palestina, pese a la negativa de algunas naciones de gran peso internacional –p.ej., Estados Unidos y Alemania—han decidido que no pueden esperar más para tener su propio estado, y han optado por que su caso se discuta en estos altos foros internacionales. Para la Autoridad Palestina la decisión de la ONU es de gran importancia, pues esperan que sirva para adelantar su causa y lograr tener un estado libre, soberano, continuo y económicamente viable.

Desde la perspectiva israelí la discusión del caso palestino es un desafío diplomático. Los ciudadanos del Estado de Israel son amantes de la paz, y quieren tener algún acuerdo con la Autoridad Palestina para viabilizar su estado. Ese nuevo estado palestino, con reconocimiento internacional, no puede amenazar la seguridad nacional del estado de Israel, ni propiciar que el conflicto se perpetúe, en esta ocasión entre dos naciones soberanas reconocidas por la ONU. A este reto debemos añadir las dimensiones militares, pues en Gaza los misiles no han cesado, y los componentes políticos internacionales, como las transformaciones en Egipto, presentan para Israel un cuadro complejo, por lo menos para los próximos años.

El gran dilema ante Israel y la Autoridad Palestina, previo y posterior a la discusión y aceptación de Palestina como nación miembro de la ONU, es cómo avanzar y aprobar los acuerdos de paz que faciliten la convivencia pacífica y respetuosa entre los ciudadanos de ambos estados. El desafío para la diplomacia, milicia y política de las dos naciones es cómo desarrollar programas educativos relevantes y proyectos sociales transformadores que incentiven la paz, que fomenten el respeto, que celebran la dignidad, y que propicien el reconocimiento de los derechos humanos. El problema en estas tierras, que tradicionalmente se denominan Santas, es cómo articular una política gubernamental que tenga como vector principal la implantación de la justicia.

Las aspiraciones palestinas son nobles y buenas: El disfrute de un estado que responda adecuadamente a las necesidades de sus ciudadanos. Los reclamos israelíes también son justos y dignos: El establecimiento de unas relaciones con sus vecinos cercanos que permita a sus ciudadanos el disfrute pleno de la paz, en un ambiente de seguridad nacional. Esas aspiraciones y reclamos deben tomarse en consideración en esta importante etapa de negociaciones, cuando el problema palestino-israelí ha llegado una vez más a los foros de la ONU.

En esta etapa determinante del conflicto, cuando los diálogos y las negociaciones se han estancado, es de suma importancia identificar el criterio impostergable que debe servir de marco de referencia a estos acuerdos finales: La justicia. Tanto la comunidad palestina como el pueblo de Israel deben sentir que se ha respondido a sus reclamos más hondos, pues sin ese elemento indispensable de justicia, la paz será solo una tregua débil, frágil, transitoria, pasajera, fugaz…

Dr. Samuel Pagán
Profesor de Biblia
Belén

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