ALC. Rolando Pérez

Durante la consulta, organizada por la Red Miqueas, la Asociación Tawantinsuyuman Evangelioq K’ancharinanpaq (ATEK) y Paz y Esperanza Internacional, los participantes coincidieron en reconocer que la iglesia no puede estar de espaldas a los problemas y necesidades que afrontan las comunidades del sur andino. Al diagnosticar la realidad, se constató que entre los problemas más críticos que afrontan las comunidades quechua-hablantes de esta región del Perú están la contaminación ambiental, la corrupción, la violencia familiar y el abuso hacia los niños y niñas.

“Esta realidad demanda a la iglesia a recuperar su espíritu de servicio, con un sentido más integral y trascendente en la sociedad, porque no somos una isla; somos parte de la comunidad y allí tenemos que cumplir nuestro rol como seguidores de Jesus y servidores de las causa del Reino de Dios en nuestra propia comunidad”, Señaló el pastor Fredy Quintanilla, director de ATEK.

Por otro lado, los participantes coincidieron en afirmar que se requiere contextualizar la reflexión bíblica, construyendo una teológica que tome en cuenta la cosmovisión andina y la cultura del mundo quechua-hablante. “Tenemos que ser no sólo oidores sino también hacedores de la Palabra para que el testimonio de la iglesia ayude a la trasformación de las personas, pero también de nuestro pueblo”, señaló el pastor Filiberto Lima, de la iglesia Cristiana Evangélica de Ayaviri.

En cuanto a la problemática ambiental, se planteó la necesidad de recuperar la imagen de Dios como sustentador y restaurador de su creación. “nuestra iglesia tiene que hacer sentir su responsabilidad con una correcta mayordomía de la creación. No podemos quedarnos callados, solo mirando; tenemos que hacer escuchar nuestra voz de indignación ante tanta contaminación y maltrato de nuestros recursos naturales”, sostuvo el pastor Eron Quispe, profesor del Instituto Bíblico de Sicuani, Puno.

Al final del encuentro, los y las participantes coincidieron en afirmar que la iglesia tiene que tener una actitud más proactiva frente a los problemas que afectan especialmente a los más pobres de esta región. En ese sentido, se plantearon propuestas, como el de tener una participación más activa en los espacios locales de decisión política, desarrollar campañas de vigilancia frente a la contaminación ambiental y las violencias, incorporar en los programas de formación teológica de las iglesias la perspectiva de la misión integral y la diaconía pública.

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