LP. Sergio Talero, Costa Rica

Por poco resbalan mis pies y entro en la lógica del desespero por algo que, en efecto, demanda la atención de la humanidad: el “nacimiento” de una mutación del virus de la gripe porcina, que algunas personas, no sé con qué objeto, insisten en denominar gripe mexicana o gripe norteamericana. Esta grotesca discusión se olvida de las casi 200 muertes por las complicaciones que esta mutación del virus porcino ha causado en México, los casos detectados en otros países y otros tantos en sospecha. Ante este dramático hecho buena parte del planeta se ha movilizado. Un hecho que, repito, demanda acciones concretas.

Hoy mi sorpresa ha sido mayúscula cuando he comprobado que muchos de los medios informativos han disminuido el tiempo efectivo dedicado a las informaciones en relación con los casos positivos de la enfermedad, en beneficio de las medidas tomadas por las autoridades locales nacionales e internacionales, a la difusión y todo lo que ha generado este tiempo de crisis sanitaria. Dicho sea de paso, como por arte de magia pareciera que la otra crisis, la económica, ya no fuera importante. ¿Desvío de la atención?

La suspicacia que genera este comportamiento del cuarto poder, el de los mass media, es qué intereses se mueven detrás de la información. Imagino a los grandes empresarios de la aviación mundial llamando a presidentes para a decirles, “controla la información, no queremos cancelación de vuelos porque no estamos dispuestos a devolver dinero de tiquetes”. Los hoteleros, las cadenas de supermercados están mucho más preocupados por sus bolsillos que por la salud de las gentes, que en sus intereses, son clientes, compradores y no personas que merecen respeto y atención no sólo de ellos sino también de los gobiernos.

Casi resbala mi pie, por poco se deslizan mis pasos, afirma el texto bíblico en el Salmo 73. Este es el canto de quien en sus angustias piensa en la prosperidad de los arrogantes de su época, de quienes todo lo tienen, de quienes nada les hace falta, de quienes no hacen fila en los servicios de salud para reclamar un medicamento, ¡ojo! donde los hay, de ese 10 por ciento de la humanidad que posee el 90 por ciento de los recursos mundiales, mientras el 90 por ciento restante de la humanidad en varias latitudes del planeta muere de hambre o de gripe porcina, o de SIDA o de falta de oportunidades para vivir siquiera una vida digna.

El/la salmista percatada de su “casi” desliz, medita en su corazón y viene a su mente la salvación que le ha dado su Creador. Quiero rescatar este punto y es que Dios ha caminado históricamente con la humanidad, aunque en momentos como éste pareciera que no. Dios no está en los bordes del cielo comiéndose las uñas viendo el noticiero y planeando una estrategia para detener la pandemia. Dios ayer, como hoy, ha dispuesto en sus hijos e hijas y en la humanidad entera, la solidaridad, el amor, el dar, el sostener al o la débil y levantar a quien cae.

Quien escribe el salmo 73 piensa que Dios ha de destruir a los arrogantes, a quienes han saqueado los bancos, quienes han convertido la economía mundial en un casino, quienes han gastado los recursos naturales de las generaciones futuras un 30 por ciento más. La propuesta del evangelio supera el deseo de venganza, Jesús se entrega incluso por amor a quienes le clavaron y humillaron hasta la muerte, el Padre le ha resucitado a una nueva vida, una vida que ha sido transmitida a la comunidad de creyentes, a quienes se les demanda rehusar a entrar en la lógica del pánico y del mercado, pero siendo conscientes de su realidad procuran su transformación, tendiendo redes de cooperación y atendiendo a la demanda de Jesús de globalizar el amor y el mensaje del evangelio.

En medio de esta crisis porcina, está claro que debemos extremar las medidas sanitarias: lavarnos las manos, no fumar en sitios públicos ni en privados, de cuidarse de los cambios bruscos de temperatura y asumir con responsabilidad todas las medidas que los organismos de salud nos sugieren. Organismos que también debieran reaccionar de la misma forma para menguar los índices de hambre en el mundo.

En medio de la crisis económica que estamos padeciendo, ni qué decir tiene, debemos ahorrar recursos, usar razonablemente lo que está en derredor, fomentar la solidaridad y el respeto por el otro.

Dios nos siga sosteniendo, nos siga animando y su amor siga dándonos fuerzas. ¿Dónde esta su amor? Su amor está en el prójimo, ¡animémonos a buscarlo!

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