Proceso

Israel: La relativa calma

Marcelo Raimon

Tel Aviv, 15 de octubre (apro).- Más allá de las amenazas, las recriminaciones y hasta de las incursiones aéreas sobre territorio enemigo, Israel y Siria están en realidad “jugando los juegos de la guerra, que no son más que juegos políticos”.

Esta percepción parece generalizada en territorio israelí, donde el final del verano encontró a los habitantes disfrutando en relativa tranquilidad el Año Nuevo, el “Día del Perdón” y los últimos días de calor.

A mediados de este año, existía entre los israelíes la sensación de que una guerra con Siria era inminente. Apenas en marzo pasado existían informes sobre la presunta cooperación entre Siria y Corea del Norte para desarrollar armas nucleares en el país medioriental.

Durante los meses siguientes, según la reconstrucción de los hechos realizada por medios de prensa israelíes y europeos, las fuerzas armadas de Israel prepararon hasta el último detalle un ataque sobre una presunta base nuclear camuflada como instalación agrícola. Buscaron la aprobación del gobierno de Estados Unidos a través de datos de inteligencia y fotografías satelitales y, finalmente, en una operación realizada entre el 5 y el 6 de septiembre, bombardearon la pequeña granja en el norte de Siria.

Un canal de televisión en internet, Infolive.tv, que se presenta como el proveedor de “televisión en directo desde Jerusalén”, preparó hasta un informe con una reconstrucción con gráficos tridimensionales del ataque, en el que se ven soldados señalando con marcadores láser el lugar de la presunta base nuclear y a los aviones con la estrella de David dejando caer sus bombas. Un enlace con la página del reporte circula actualmente en una cadena de correos electrónicos.

Vivir bajo amenazas

Sin embargo, desde la cotidianeidad de los israelíes, en sus casas y cafés, los negocios y las aulas, el ataque parece hoy anecdótico.

“La verdad es que a mi, a mi familia y a mis amigos no nos afectan estos reportes. No sentimos que pasó algo nuevo. Estamos acostumbrados a vivir bajo amenazas, reales o falsas”, relata Noga, una israelí que trabaja como editora de televisión.

Noga, quien vive en Tel Aviv y tiene dos hijos, reconoce que “los diarios y otros medios de comunicación sí están muy ocupados por el tema porque tienen que vender”.

Según la joven israelí, es difícil percibir algún “cambio” en el estado de la seguridad regional, aun a pesar de las revelaciones sobre el ataque israelí de septiembre. “Creo que otra vez están jugando los juegos de guerra, que no son más que juegos políticos, y que por ahora no me afectan la vida”, añade.

El contraste entre la inevitable atención a las noticias provenientes del frente norte y la realidad de las obligaciones diarias, encuentra numerosas demostraciones en este país.

En vísperas del Rosh Hashaná (el Año Nuevo judío), Daniela, una israelí de 24 años todavía enrolada en el servicio militar, comentaba a los comensales de una mesa del comedor comunitario de un kibutz en el sur del país, que esperaba ansiosa un llamado a los cuarteles.

“Puede ser por la situación con Siria –especulaba–; tendremos que esperar a ver qué deciden nuestros comandantes”.

Sin embargo, días después, Daniela disfrutaba del sol y un café junto con sus amigas en un bar de Tel Aviv.

En esos mismos días, y en el mismo kibutz, Andrés, un chileno casado con una mexicana, que vive en Israel desde hace décadas, comentaba con preocupación algunas noticias escuchadas de algunos amigos en el norte del país, quienes hablaban de aviones surcando los cielos en la frontera con Siria y Líbano.

Con el pasar de las horas, los temores se fueron diluyendo.

“La actividad aérea es la misma que siempre en tiempo de paz: hay dos aviones patrullando las 24 horas el cielo israelí”, confirma el argentino Diego Janower, un fotógrafo que vive junto a su esposa Gabriela y dos hijos en la ciudad de Naharya, a 15 kilómetros de la frontera con Líbano.

Janower revela que, en estos días, a pesar de la tensión con Siria, “no hay ningún tipo de indicación especial del gobierno a los ciudadanos”. La única novedad es que “hace alrededor de dos meses retiraron de todos los hogares las máscaras antigás, debido a que caducó el antídoto” inyectable incluido en la caja de la máscara para prevenir las consecuencias de un posible ataque bacteriológico.

Para los días del Año Nuevo y del “Día del Perdón”, añade, “hubo medidas de seguridad un poco más fuertes que en los días comunes, pero no más que en cualquier fecha patria o religiosa”.

La sensación de relativa tranquilidad –palpable por cierto en las calles, los negocios, los bares y las discotecas de Tel Aviv, en el aeropuerto Ben Gurión o en las rutas del país– contrasta dramáticamente con la angustia que agobiaba a los israelíes hace apenas un lustro, cuando –por ejemplo a mediados de 2002– el auge eran los negocios de pizza a domicilio y el alquiler de películas, ya que salir a pasear o a trabajar era una lotería subordinada a los atentados explosivos de los grupos radicales palestinos.

Actualmente, los ataques terroristas están por ahora en el pasado y apenas existe la amenaza de que los palestinos lancen sus rústicos misiles Qasam, los cuales son controlados por una llamativa colección de zepelines militares que sobrevuelan la frontera con Gaza.

Así, Israel está volviendo a vivir en el ambiente que mejor le sienta: el de las guerras convencionales.

Juegos políticos

Los reportes sobre la incursión aérea fueron “bienvenidos” por los israelíes, y le dio impulso a la popularidad del primer ministro”, Ehud Olmert, dijo Sima Kadmon, columnista del Yediot Aharonot, el principal diario del país.

“¿No se trató acaso de algo que realmente queríamos? ¿Algo que nos devolviera el rubor a las mejillas y un brillo en los ojos? ¿Algo que nos hiciera sentir erguidos otra vez? ¿Algo con reminiscencias del pasado, cuando todos nuestros aviones volvían seguros a la base y la prensa extranjera revelaba luego más y más detalles sobre los actos de heroísmo israelíes en territorio enemigo?”, se preguntó Kadmon.

Después del fiasco de la invasión al Líbano de 2006, los israelíes, agregó la columnista, “queríamos otro Entebbe, otro bombardeo a una planta nuclear”, como el de 1981 contra la base iraquí de Osirak, “algo sobre lo cual no hubiera disputa moral, porque ya no podemos recordar la última vez que estuvimos en esa posición; nos olvidamos lo placentero que es”.

Al parecer, detrás de los temores por las relaciones nucleares entre Siria y Corea del Norte, compartidos por los gobiernos de Israel y de Estados Unidos, los dirigentes políticos están jugando los juegos de guerra y los juegos políticos acostumbrados en Medio Oriente.

Dos semanas después del ataque del 6 de septiembre, el presidente israelí, Shimon Peres, aseguraba que las tensiones con Siria estaban controladas y que ambos países están listos para volver a la mesa de las negociaciones de paz.

En los últimos días, fuentes del gobierno de Washington confirmaron que están estudiando la posibilidad de invitar a Siria a la ronda de negociaciones árabe-israelíes programadas para noviembre próximo en la ciudad de Annapolis, en el estado norteamericano de Maryland.

De todas maneras, este insólito –aunque pequeño– avance hacia la mesa de negociaciones de
paz alcanzado en medio de las tensiones por la incursión de septiembre, debe ser preservado con inteligencia, indicaron expertos consultados por Apro.

Existe, es verdad, “una predisposición general” hacia la paz entre Siria e Israel, señaló el profesor Eyal Zisser, director del Departamento de Historia de Medio Oriente y África de la Universidad de Tel Aviv. Pero, advirtió: “Con eso no alcanza; debe existir un “hambre de paz” entre ambas naciones.

Además, cualquier “error de cálculo” de los protagonistas del conflicto en la frontera norte israelí o un eventual ataque estadunidense contra Irán el año próximo, pueden hacer derrapar las buenas intenciones, advirtió.

Por su parte, el profesor Stephen Zunes, de la Universidad de San Francisco, estimó que existe otro aliciente para la paz: un choque militar entre Siria e Israel “sería un desastre para ambos”, afirmó.

Según Zunes, quien preside los estudios de Paz y Justicia en la universidad californiana, “irónicamente, el presidente de Siria, Bashar al-Assad, recientemente expresó su voluntad de comprometerse en negociaciones de paz sin condiciones con Israel, basadas en el principio de tierra por paz”. Pero, advirtió el académico, “el gobierno de Estados Unidos está presionando con éxito a Israel para que no acepte” esa oferta siria.

En cuanto a las ambiciones nucleares de Damasco, Zunes aseguró que “Siria no cuenta con la capacidad tecnológica o los medios financieros para desarrollar un programa propio de armas atómicas”. Eso no significa, añadió, “que Estados Unidos no vaya a alentar a Israel a tomar acciones militares” contra su vecino.

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