Con la aparición de la primera estrella, la comunidad judía comenzó esta noche a celebrar Rosh Hashaná (Año Nuevo Judío) y dio la bienvenida al año 5772, según el calendario hebreo. Rosh Hashaná marca el comienzo del año judío. Su origen proviene de la Biblia (Levítico 23:23-25): «una conmemoración al son del shofar (el cuerno de carnero), una santa convocación». El término Rosh Hashaná, «comienzo del año» es rabínico, al igual que los temas reverenciales de la festividad: arrepentimiento, preparación para el día del juicio Divino, y oración para un año fructífero.

Daniela Brik

Judíos de todo el mundo, religiosos y seculares, y entre ellos los cerca de seis millones que viven en Israel, conmemoran a partir de hoy el «Rosh Hashaná» o Año Nuevo que, según el calendario hebreo, es el 5772 desde la creación del mundo.

La festividad, que se prolongará durante dos días y cuya observancia aparece recogida en el Levítico, se iniciará al atardecer de hoy y concluirá al anochecer del próximo viernes.

El Año Nuevo judío se caracteriza por la degustación de alimentos dulces, símbolo de buenos deseos para el año entrante, así como el sonido del «shofar», uno de los instrumentos musicales más antiguos de la Humanidad, hecho con un cuerno retorcido, generalmente de un carnero, que se suele tocar tras los rezos matutinos.

El «Rosh Hashaná» se comienza a celebrar la víspera del comienzo del mes hebreo de «Tishrei», según una antigua tradición en la que la fecha era anunciada desde Jerusalén a todas las comunidades por medio de hogueras.

Su conmemoración supone el inicio de una serie de días, los «Yamim Noraim», o diez «jornadas terribles», que son las que transcurren entre el Año Nuevo y el «Yom Kipur», el más solemne del calendario hebreo, de máxima expiación y en el que Dios, dice la tradición, decide quiénes serán inscritos en el «Libro de la Vida».

«El Rosh Hashaná es una mezcla (de alegría y solemnidad). No es sólo un día en el que untemos manzana en miel para que tengamos un año dulce. No es sólo una fiesta», explicó a Efe Moshé, un estudiante estadounidense que se encuentra en Israel en un año de estudios en un seminario rabínico.

Explica que es además «un día de reflexión interna» sobre los actos del año anterior, «un día de esperanza».

Durante esta semana y media de reflexión espiritual, es costumbre escuchar a los judíos religiosos saludarse con la bendición «Gmar hatimá tová», con la que se desea al prójimo una buena inscripción en el libro divino.

Otra de las tradiciones ortodoxas es la de acudir mañana, jueves, a fuentes de agua como mares, ríos o manantiales para leer versículos y oraciones con las que «arrojan» trozos de pan para deshacerse simbólicamente de «los pecados e inmoralidades» del año que ha terminado.

En la cena ritual, que se celebra esta noche, se suelen degustar manzanas embebidas en miel, para endulzar el año próximo, así como granadas, dátiles, calabazas, garbanzos y puerro, mientras se evitan los alimentos amargos.

También se sirve un pequeño trozo de cabeza o cuello de animal, para ser «cabeza y no cola» del pueblo.

Mucha gente suele hacer en los últimos días examen de conciencia o «jeshbón nefesh» y pide perdón a aquellos amigos y familiares que creen haber dañado durante el 5771.

«Es un momento en el que pienso sobre mi vida, y en el que decido que es lo que quiero cambiar para el año siguiente», apunta Naamá, una joven música de 30 años.

La festividad suele venir acompañada por largas horas de rezos en las sinagogas, en las que los fieles más ortodoxos buscan la expiación de sus pecados ante Dios, aunque hayan sido cometidos o no con intencionalidad.

No obstante, para los israelíes seculares se inicia un período vacacional parecido a las Navidades en países de tradición cristiana, en el que suelen enlazar varias festividades hasta la última de las conmemoraciones de la temporada, «Sucot» o «Fiesta de los Tabernáculos», que este año cae entre el 12 y el 19 octubre.

Desde hace ya años, para reforzar la seguridad, el Ejército israelí cierra los pasos fronterizos con Gaza y Cisjordania con motivo de estas y otras fiestas, una medida que entró en vigor la pasada medianoche y que durará hasta el domingo al amanecer.

El cierre se hará efectivo otra vez en el Yom Kipur o Día del Perdón, los 7 y 8 de octubre, y también durante los ocho días de la fiesta de los Tabernáculos, que pone fin al ciclo de fiestas judíos a comienzo del año.

En vísperas del Año Nuevo, la Oficina Central de Estadísticas de Israel ha dado a conocer los datos de población del Estado judío, que hoy cuenta con 7,79 millones de personas, de las cuales, 5,8 millones son judíos, 1,6 de origen árabe, y 217.000 trabajadores extranjeros que residen en el país no contabilizados entre las minorías.

También con ocasión de la efemérides hebrea, el presidente del Estado israelí, Simón Peres, felicitó a las comunidades judías en la diáspora en un mensaje en el que precisa que «el próximo año será un período decisivo para Israel, para toda la región y el mundo».

Al hablar de la situación del estancado proceso de paz entre israelíes y palestinos, y a las aspiraciones de estos últimos de lograr el reconocimiento como Estado miembro de la ONU, Peres abogó por «trabajar para tender puentes y cerrar las diferencias que existen entre ambos (pueblos)».

Ingresa aquí tus comentarios