Publicano

 

Oseas F. Lira

En la antigua Roma los publicanos eran recaudadores de impuestos para la república. Así también aparecen en el Nuevo Testamento, como recaudadores de impuestos que abusaban de su poder. Eran odiados, ya que cobraban más de lo que la ley les exigía, y al estar amparados por ella, las personas no tenían defensa. Por otra parte, eran odiados por los judíos, ya que cobraban de más a su propio pueblo en beneficio de los invasores.

Los publicanos (en latín, publicanum, plural publicani) o sus asociaciones, tenían el monopolio del dinero y del poder económico: la renta del suelo de Italia, y del mejor suelo de las provincias; la renta de los préstamos; las ganancias comerciales en todo el territorio romano; y –cuando lo tenían arrendado– la parte correspondiente de las rentas del tesoro público. Algunos publicanos llegaron a tener capitales inmensos de hasta 100 millones de sestercios, cuando una fortuna de un senador romano era de unos 3 millones de sestercios, y la de un caballero medio de 2 millones de sestercios.

El Estado les confió, mediante contrato, todo el sistema de ingresos, suministros, pagos y contribuciones. Los particulares acudieron a los publicanos o a sus asociaciones para sus construcciones, recolección de sus cosechas, liquidaciones de herencias, quiebras, etc. El empresario tomaba todo el activo y asumía todo o parte del pasivo.

Con el tiempo todos los arrendamientos del Estado (minas, recaudaciones, transportes, etc.) quedaron en manos exclusivamente de las sociedades de publicanos. Estas sociedades formaron distintas alianzas para cada ramo de actividad y tendieron a ejercer el monopolio del producto y a fijar su precio.

Las sociedades también se hicieron mayoritarias en el ámbito privado. Y las personas ricas invertían sus capitales en estas sociedades.

Hacia el final del siglo II los publicanos como grupo habían desaparecido.

 

Zaqueo

Personaje del Nuevo Testamento. Aparece tan sólo en Lc. 19,1-10. El nombre se explica como una abreviación de Zekaryii (Zacarías), o por la raíz hebraica zkh, y significa algo como “el puro”, explicación más fácil, pero extraña que haya sido aplicada a un “jefe de publicanos”. Aun en los labios de Cristo era peyorativa la dicción “publicano” (Mt 18:17, 21:32; cfr. Lc. 3:12). Cual “jefe de publicanos” o recaudadores parece que Zaqueo había obtenido de la administración romana el derecho de recaudación en la zona de Jericó y lo ejercía mediante subalternos. Era Zaqueo “hijo de Abraham”, es decir, no pagano.

En conexión con su oficio, Lucas anota que Zaqueo era rico; y Zaqueo admite la posibilidad de haber causado a alguien una exacción que le impone restitución. Parece indicar esto que Zaqueo había incurrido en la codicia frecuente en los recaudadores (Lc. 3:12), aparte del colaboracionismo con Roma la potencia pagana ocupante, que para un judío implicaba una infracción política y religiosa. Por eso la gente “refunfuñaba” cuando Jesús se dirige con familiaridad a Zaqueo –que se había subido a un árbol para ver a Jesús porque era pequeño–, y se da por invitado para alojarse en su casa, la casa de un “pecador”. Zaqueo, gozoso de la visita, decide dar la mitad de sus bienes a los pobres y restituir triplicada la cantidad defraudada, cuando la Ley (Núm. 5:7) exigía restituir lo defraudado más un quinto de su valor. La lección evangélica es que con Jesús va la “salvación” y con ella Zaqueo, pecador y perdido, vuelve a la ley divina y a la comunión espiritual de Israel.

La tradición dice que Zaqueo siguió a Pedro y que fue ordenado por él como obispo de Cesárea de Palestina. Una tradición oriental supone que lo mataron en el Hauran, Siria. Otra tradición lo hace misionero de la zona de Quercy, en Francia.

 

ZAQUEO

“Lo recibió muy alegre en su casa”

1. ¿Se acuerda de cómo fue la primera vez que conoció a su mejor amigo o amiga? Intente recordar cuándo, dónde, qué sucedió, qué pensó de él o ella, qué sintió, etc…

Seguro que hay alguien a quien te gustaría conocer bien porque es tu ídolo, bien porque le admiras mucho o has oído hablar de él. ¿Qué pasaría si un día se encontrara contigo y te dijera que quiere alojarse en tu casa?, ¿qué sentirías?, ¿qué harías?

2. Algo parecido a lo que seguramente has sentido le sucedió a Zaqueo. Él vivía en Jericó, una ciudad importante, y era el jefe de los recaudadores de impuestos del distrito por lo que se había enriquecido mucho y era mal visto por sus conciudadanos. Un día se enteró de que Jesús de Nazaret bajaba a su ciudad. Había oído hablar de él y quería conocerle. Lo que pasó nos lo cuenta Lucas en Lc. 19: 1-10:

Jesús atravesaba la ciudad de Jericó. Había en la ciudad un hombre llamado Zaqueo, jefe de publícanos y rico, que quería conocer a Jesús. Pero como era bajito de estatura, no podía verlo a causa del gentío. Así que echó a correr hacia delante y se subió a una higuera para verlo, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, levantó los ojos y le dijo:

–Zaqueo, baja en seguida porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

Él bajó a toda prisa y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban y decían:

–Se ha alojado en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie ante el Señor y le dijo:

–Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres y si engañé a alguno le daré cuatro veces más.

Jesús le dijo:

–Hoy la salvación ha venido a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido.

Es digno de comentar qué nos parece el texto; qué nos parece la actitud de Zaqueo; la actitud de Jesús; la actitud de las demás personas.

3. Zaqueo es un testigo del amor de Jesús, de él nunca más se supo nada en el evangelio, pero estamos seguros de algo: nunca se olvidaría de lo que experimentó en aquel día. Por primera vez, en su vida había encontrado alguien que, ante su pecado, no experimentaba horror ni desprecio, sino una infinita ternura y un deseo enorme de sanar sus heridas internas, en lugar de condenarlas; alguien, que le ofrecía una nueva vida. No se avergonzó de subir al sicómoro y que lo vieran todos desde abajo, él ya estaba acostumbrado a que todos lo vieran mal.

Ahora Zaqueo tenía estaba completamente feliz, se sentía en plenitud, ya no se sentía vacío, gracias a aquel día en que Jesús lo encuentra. Y lo que le pasó a Zaqueo nos pasa a todos. Todos buscamos ser felices y a veces lo hacemos por caminos equivocados. Buscamos que el dinero, el poder, las salidas del fin de semana… nos den la felicidad, pero, en el fondo, como Zaqueo nos seguimos sintiendo vacíos. Nos sentimos llamados a ser felices, pero ¿dónde está la respuesta? La respuesta nos la da Zaqueo: Jesucristo es el Camino, la Verdad, la Vida. Jesús salió a su encuentro, fue hacia él, lo miró y lo eligió para hospedarse en su casa. ¿Lo eligió porque le conocía? Parece que no; ¿porque era alguien con mucho mérito? Pues tampoco; más bien a la gente le parecía lo contrario. Jesús elige a Zaqueo porque lo ama, sin más, sin pedirle nada a cambio. Jesús le muestra a Zaqueo que Dios lo ama infinitamente y por eso l0 perdona y le da la posibilidad de emprender una nueva vida. A nosotros también Jesús nos ama, ha pasado por nuestra vida y nos ha amado hasta la locura, hasta dar la vida por nosotros (también estábamos en su corazón cuando él colgaba de la cruz y cuando resucitó). Seguir a Jesús es lo que da la felicidad para la que estamos hechos. Busquémosle pacientemente, subámonos al árbol, aunque hagamos el ridículo a los ojos de los demás que piensan que eso de creer en este siglo es algo de tontos o de locos. Súbete al árbol y verás a Jesús venir, no tengas miedo, te juegas la felicidad.

Zaqueo busca corresponder a ese amor que súbitamente ha recibido, así que decide dar casi todos sus bienes a los pobres y restituir lo que había engañado. En realidad, es para él un cambio total de vida, prácticamente supone dejarlo todo por amor a aquel hombre que llama ahora Señor. Zaqueo cree en Jesús y le sigue. No sabemos si se fue con Jesús y sus discípulos camino de Jerusalén, pero lo que sí sabemos es que cumplió su promesa. Y con esto, Zaqueo se convirtió en un testigo más de Jesucristo. Sus conciudadanos pudieron ver con sus ojos el cambio. Ya no sería el hombre entristecido, encerrado en sus preocupaciones y fugitivo de todas las miradas. Ahora estaba alegre y cuando repartiese su dinero a los pobres y pagase a los defraudados les contaría el porqué, narraría lo que le había pasado con ese hombre y les contaría que Él es el Hijo de Dios.

Del amor de Dios para Zaqueo nace una respuesta. Dios mismo le había dado la respuesta a la llamada: el camino de la Vida estaba en seguir a Jesús y él lo hizo de un modo concreto: repartiendo sus bienes y, seguramente, ejerciendo su oficio ahora de manera intachable.

Igual que Zaqueo, tenemos un llamado que sólo podemos responder plenamente si seguimos a Jesús, si nos unimos a Él de una manera profunda, si, de alguna manera, lo amamos. Esta llamada, es todo un plan de Dios para recuperar y hacer feliz a Zaqueo pero también se ha dirigido a nosotros. Dios ha soñado siempre para nosotros un proyecto concreto que, en lo fundamental, se parece al de Zaqueo, ya que quiere que sigamos a Jesús con todas nuestrs fuerzas y todo nuestro corazón.

¿Qué caminos tenemos nosotros en donde podamos encontrar a Jesús, un lugar es en la Iglesia. Como toda llamada, uno puede decir “sí” o “no”. Dios nos da libertad para elegir.

4. Para que le conozcas y goces de su amistad: Algunos versos para reflexionar: Mc. 3:13-19; Mt. 10:1; Mc. 1:20; Gn. 12:1; Jer. 1:5-10; Hch. 22:4-21.

• “Ser totalmente de Dios, entregarse a Él, he ahí la vocación de todo cristiano. Cada uno está llamado a seguir a Cristo. Y cuanto más avanza uno por este camino tanto más semejante a Cristo será. Ya que Cristo personifica el ideal de la perfección, sus seguidores fieles son elevados cada vez más sobre los límites de la naturaleza.” (Edith Stein)

• Formulemos al Maestro la pregunta: ¿Qué quieres que haga?, ¿qué proyectos tienes para mí?, ¿de qué modo puedo responder a lo que me pides?

5. ¿Y ahora qué diremos ante el llamado de Jesús?: Si crees que Jesús no te ha llamado todavía, basta que estés atento como Zaqueo, subido en el árbol. La llamada no se descubre de la noche a la mañana, hay que ser paciente y esperar, estáte seguro de que Él hablará. Cuando Él te llame y te haga ver su plan, como Zaqueo, “lo recibirás muy alegre en tu casa”

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