Oseas F. Lira

Notas generales sobre la salida de Egipto

Jehová iba delante de ellos (13:21) por medio de su representante Moisés. Su presencia se demostraba con la nube. Interpretación, la nube como la presencia especial de Jehová con los suyos. La nube juega un papel importante en el desarrollo de una historia cuyos hechos ocurren en el desierto (Ex. 33:7–11; 40:34–38; Núm. 9:15, 16; 11:25; 12:5, 10; Deut. 31:15). Es un testimonio de la presencia única del Dios en una forma viva y dinámica con Israel.

Para hacer un tema
Éx. 13:20–22 nos permite pensar en el siguiente tema: “Dios guía a su pueblo”

Introducción:
El cristiano no está exento de vivir rodeado por el pecado y de enfrentarse a problemas, pero debe tener confianza porque, si cree, debe saber que Dios siempre está guiando y protegiendo a los que lo aman.

Contenido:
–El pueblo de Dios puede estar seguro de la dirección de Dios.
–Dios es el que conoce el camino.
–Dios guía a su pueblo continuamente (“tanto de día como de noche”).
–Dios guía a su pueblo con total seguridad (“con mano fuerte y brazo extendido”)
–Dios siempre guía a su pueblo a la tierra prometida.

Conclusión:
Sigamos la dirección siempre segura del Señor.

Estructura
Las partes que componen el episodio de la salida de Egipto son tres:
1. Persecución de los israelitas Éx. 14:1-14.
2. Cruce del mar Éx. 14:15-31.
3. Cántico triunfal Éx. 15:1-21.
a) Cántico triunfal de Moisés Éx. 15:1-18.
b) Cántico triunfal de María Éx. 15:1-18.

Nadie discute el viaje del pueblo de Israel desde Egipto hacia el desierto. Lo que no está claro es la ruta que siguieron. Se han propuesto muchas rutas alternativas para explicar qué dirección siguieron.

La traducción Mar Rojo viene de la Septuaginta –versión griega del A.T. que se terminó por el año 150 A.C.– La frase en hebreo dice: “Mar de los juncos”

A pesar de que el relato muestra aparentemente a un pueblo de Israel prácticamente sin fe y sin conocimiento de Dios eso no es tan así; cuando leemos en Éx. 13:19 sobre los huesos de José nos resulta maravilloso saber que después de 400 años se cumpliera en esa fecha el último deseo de José expresado en Gén. 50:22-26, guardar durante tanto tiempo y poner especial atención en no olvidar los huesos requería de una gran fe en el Dios de los patriarcas, y esta fe no se había perdido totalmente.

Sucot, de 13:20 es probablemente Tell-el Maskhuta, situada al oriente de Egipto. Asimismo, hoy día no se conoce la ubicación de Pi-hahirot, Migdol ni de Baal-zefón. Pi-hahirot puede ser la traducción de un nombre egipcio: “morada de Hator”. Migdol significa “torre”. Baal-zefón significa “Baal del norte”.

La cifra de 600,000 hombres de a pie inidca que posiblemente salieron unos tres millones de personas. El primer censo que se registra tras el peregrinaje se encuentra en Núm. 1.

Éx. 12:38 “Toda clase de gentes” nos permite pensar en egipcios e incluso en personas pertenecientes a otros grupos étnicos que salieron también integrados a los israelitas en su salida de Egipto. Esos pueblos fueron los que después causaron problemas cuando las cosas no salieron como ellos esperaban (Núm. 11:4)

Éx. 13:21-22 refiere la presencia de Dios en columna de nube y columna de fuego. Ver tambié Éx. 14:19,20,24 Dios por ser Espíritu podía manifestarse así. Con esta forma de presencia Dios se hizo inolvidable para el pueblo. Si la gente hubiera recordado que Dios estaba con ellos no habrían tenido temor cuando ven a lo lejos acercarse a los egipcios.

La salida de Egipto ocurre alrededor del año 1446 a.C.

El cruce de mar, Éx. 14:1–31. El cap. 14 es una continuación de la historia de la salida iniciada en 13:17, y sigue el tema del éxodo de Egipto con un renuevo del conflicto entre Jehová y el faraón. (Los episodios del desierto comenzarán después del cántico de la victoria en el cap. 15) El capítulo trata del viaje desde Etam hasta la orilla del mar, de la persecución del ejército egipcio, del cruce en seco del mar por Israel, de la destrucción de los seguidores y de la fe israelita.

El capítulo 14 ha sido de gran influencia en el desarrollo de la fe bíblica (Sal. 106:6–12; Isa. 42:13; 62:7–14; 1 Cor. 10:1, 2, etc.)

La estrategia divina, 14:1–9. En el primer día de viaje Israel llegó a Sucot (12:37), un lugar todavía dentro del territorio de Egipto. El segundo día llegó a Etam, que probablemente era una fortaleza egipcia situada en la frontera al este de Sucot. Desde este punto es imposible trazar la ruta con certeza, aunque se sabe que dejaron a Egipto desde el norte y fueron al desierto de Shur (13:18; 15:22)

Por primera vez el texto indica que el Señor reveló su estrategia a Moisés (v. 1). Jehová mandó que el pueblo diera vuelta y acampara cerca de Pihajirot. Evidentemente no lograba salir por causa de la defensa fronteriza de Etam. Por lo menos fue el informe que el faraón recibió de su agencia de información (la tropa de reconocimiento): «Andan errantes por la tierra; el desierto les cierra el paso» (v. 3)

Con el cambio de dirección de la marcha se preparó el escenario para la confrontación final entre Jehovah y el faraón. Una vez más el Señor endureció (hazak 2388 «apretar») el corazón del monarca para que persiguiera a Israel; sin embargo, Jehovah mostró su gloria en lo que fue en realidad una última plaga, o el undécimo golpe (v. 4). La tentación económica de mantener a Israel esclavizado era demasiado grande para el faraón. Todavía no se daba cuenta de que su adversario era Jehovah y no Israel. Israel en su debilidad andaba errante todavía en tierra egipcia; sin embargo, Dios no era débil, y con su poderío iba a darle a Israel, y al mundo, una demostración más de su gloria que sería inolvidable. Por medio de sus hechos el Señor reveló su propósito redentor, aun para los egipcios. Trágicamente, el faraón nunca quiso admitir su humanidad frente al Señor. A pesar de su superioridad abrumadora en fuerza militar, el rey de Egipto no pudo evitar que los hijos de Israel escapasen al desierto.

El campamento nuevo (vv. 1, 2). No es posible identificar Pihajirot (v. 2). La palabra Migdol significa «torre» o «fortín fronterizo.» Se hacen referencias a Migdol en los libros de Jeremías (44:1; 46:14) y Ezequiel (29:10; 30:6); sin embargo, no se sabe si representa el mismo lugar. No se ha podido ubicar a Baal-zefón («Señor del Norte», un sitio nombrado en honor de una deidad de Siria), aunque el nombre aparece en correspondencia del siglo sexto a. de J.C.

Los lugares eran bien conocidos por los israelitas y marcaban las pautas geográficas e históricas del nacimiento de su nación. Para nosotros se aclaran el drama y la grandeza del milagro hecho por Jehovah cuando luchó a favor de Israel contra el ejército egipcio. Lo claro es que Israel dio vuelta, volvió al nordeste, y quedó acampado junto al mar (v. 2b). Desde el punto de vista de la estrategia humana, su situación pronto sería insostenible.

El faraón y los egipcios perdieron muy rápido el temor a Jehová, sus decisiones estuvieron basadas en impulsos, y los impulsos no son duraderos, en tanto que los principios de Dios son eternos, completamente firmes, fueron hechas por un temor irracional a Dios, no para agradarlo.

El seguimiento del faraón (vv. 3–9). Al recibir el informe de que Israel andaba errante y que el desierto lo tenía acorralado, el corazón del faraón y de sus servidores se volvió contra el pueblo (v. 5). No era su intento luchar contra ellos, sino recapturarlos. Se preparó para una acción más bien policial y los persiguió con su caballería, con carros y jinetes. Desde los días de los hicsos los egipcios habían empleado caballos y carros de guerra; sin embargo, el elemento fundamental de su ejército seguía siendo la infantería. El faraón no quería un ejército de marcha lenta, sino que buscó el elemento más móvil y rápido que tenía entre sus fuerzas. Entonces, unció su carro (v. 6), y tomó 600 carros escogidos con sus oficiales y gente (v. 7). El texto hebreo dice literalmente que «tomó 600 carros selectos, aun todos los carros [de los selectos] de Egipto». Los «escogidos» eran los más ligeros y eran relativamente pocos.

Se dice que iban dos guerreros en cada uno de los carros. Esto iba a causar pánico entre los israelitas (vv. 10, 23). Iba un ejército egipcio bien equipado y entrenado.

Aunque los israelitas habían salido desde hacía varios días, debido al tamaño del movimiento de todo el pueblo y al cambio de dirección de la marcha, no habían salido aún del territorio egipcio. Al acercarse el ejército enemigo podía encontrarlos acampados junto al mar y atraparlos allí (v. 9).

El temor de Israel, 14:10–12. Cuando los israelitas se dieron cuenta de que los egipcios venían tras ellos,… temieron muchísimo y clamaron a Jehovah (v. 10). El verbo «clamar» siempre indica una queja a causa de una gran angustia. No era una petición de salvación, sino era más bien una queja culpando a Dios por ponerles en tal situación. La debilidad de su fe se hacía evidente. Mientras todo iba bien salieron osadamente (v. 8b); sin embargo, con el cambio aparente de la suerte, culparon a Dios y a Moisés su mensajero. Era más fácil sacar la gente de la esclavitud que sacar la esclavitud de la gente. Los largos años de servidumbre en Egipto habían dejado su marca psicológica sobre la personalidad israelita. En el momento les preocupaba más la seguridad que habían gozado en Egipto (v. 11).

Mientras vivían la gloria de la salida triunfante, Moisés era un héroe, pero ahora, con el terror, el pueblo lo culpaba por traerlos al desierto para morir. Con amarga ironía le preguntaron: ¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para morir en el desierto? (v. 11) La respuesta era evidente: ¡Claro que había sepulcros en Egipto! No había otro país en el mundo tan preocupado con la muerte como Egipto; el país era famoso por sus tumbas y pirámides gigantescas. Los israelitas asumían que estaban para morir, pero tenían la costumbre religiosa de enterrar a sus muertos, quien no era enterrado era una maldición para todo el pueblo.

¡Mejor nos habría sido servir a los egipcios que morir en el desierto! (v. 12)

Juzgaron rápido y, ante lo evidente, concluyeron que mejor querían volver a la seguridad de la vida servil en vez de morir en el desierto; no sabían que los egipcios se acercaban para recapturarlos en vez de matarlos. Con todo, no fue la fe de Israel la que produjo el milagro del éxodo. Fueron el milagro del éxodo y la victoria del mar las que produjeron la fe de la gente (ver 14:31). El texto enseña que la victoria y el crédito de la liberación pertenecían solamente a Jehová.

La fe de Moisés, 14:13, 14. Moisés hizo uno de los desafíos de fe más grandes de la Biblia: ¡No temáis! Estad firmes y veréis la liberación que Jehová hará a vuestro favor. A los egipcios que ahora veis, nunca más los volveréis a ver. Jehová combatirá por vosotros… (v. 13, 14).

No temáis es una exhortación (Gén. 26:24; Isa. 40:9; 41:10; etc.); estad firmes significa «estacionarse», «tomar la posición de uno», o «quedarse quieto». Moisés les dijo «estad firmes» o «estad quietos» para ver la liberación del Señor (2 Crón. 20:17; Isa. 30:15). La esperanza no está en estar inmóvil, sino en el significado psicológico; veréis, es decir con los ojos, la liberación de este enemigo.

La liberación también lleva consigo otro sentido; puede significar una salvación espiritual siendo que es Dios quien la hace. Los dos significados requieren «quedarse en silencio» (v. 14b), o «quedarse quieto,» ante el Señor, con confianza. En el contexto de Éxodo 14 las palabras de Moisés probablemente significan además que «dejen de clamar» o «quejarse».

El versículo revela un gran cambio en la vida de Moisés desde el encuentro con Jehová en Sinaí; en este momento su fe está basada en experiencias personales, y confía en la fidelidad de Dios para cumplir con su palabra. ¡Dios los salvaría! Dios ayudó a su pueblo a escapar de la tiranía del faraón, y hoy sigue preocupándose todavía por el nuestro mundo.

La respuesta divina, 14:15–18. Evidentemente Moisés, aun con su fe, había llevado alguna queja al Señor. Dios le respondió: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que se marchen (v. 15). A veces es más fácil proclamar la fe que practicarla, y a veces molesta la respuesta que Dios da a las inquietudes. Para Israel, ponerse en marcha sería entrar en el mar. No había salida; los egipcios se acercaban por atrás y el mar quedaba en frente.

Entonces el Señor le mandó a Moisés que alzara la vara y extendiera su mano sobre el mar y lo dividiera para que el pueblo lo pasara en seco (v. 16). Cuando quedaron cerrados todos los caminos de escape, el Señor abrió uno nuevo (ver Zac. 4:6). Dios hizo lo imposible: no mostró un camino para rodear la dificultad, sino que abrió uno nuevo que la atravesaba (Isa. 43:1,2). Sin embargo, el pueblo y Moisés tendrían que confiar y obedecer a Dios. El pueblo tendría que marchar hacia el mar, y Moisés tendría que dividir el agua. Al seguirles los egipcios en el camino, Dios mostraría su gloria en el faraón, en sus carros y en sus jinetes (v. 18)

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