Diác. Juan Sánchez G.

En una convención americana, en la cual participaron neurólogos de todo el mundo, uno de los principales tópicos fue el fenómeno de personas que se desmayaban en el instante en que se levantaban de la cama.

Una de las oradoras, la Profesora Linda Mc Maron, de Inglaterra, hizo una prolongada presentación al respecto de su estudio en este campo. Explicó que después de muchos años de estudio e investigación sobre el tema, llegó a la conclusión de que este tipo de desmayos, es causado por la rápida transferencia entre la posición de acostado, a la de quedar de pié.

La Profesora Mc Maron dijo que demora 12 segundos, para que la sangre fluya desde los pies a la cabeza. Por lo tanto, cuando una persona se levanta rápidamente, la sangre es transportada muy velozmente al cerebro, lo que produce un desmayo.

Sugirió que cada persona, aun a los que no tengan tendencia a desmayarse, se sienten en la cama, al despertarse y contasen lentamente hasta 12, para evitar estos malestares, languidez o desmayo.

Su discurso fue muy aplaudido.

Otro profesor, un judío observante, pidió permiso para hablar y dijo: Nosotros los judíos, tenemos la antigua tradición de cientos de años de pronunciar una oración de agradecimiento al Creador del Mundo, por concedernos la oportunidad de un nuevo día de realizaciones. La oración es dicha inmediatamente después de despertarse, mientras se está en la cama, acostado o sentado. Hay doce palabras en esta plegaria y si la persona la dice lentamente y con concentración, lleva exactamente doce segundos pronunciarla. Y a continuación recitó lentamente en hebreo:

Modé aní lefaneja, Mélej jai vekaiam, shehejezárta bi nishmati bejemlá. Rabá emunateja. (Doy gracias a Ti Rey Viviente y Eterno, pues Tú has restituido mi alma dentro de mí con misericordia, grande es Tu fidelidad)

El auditorio se levantó e irrumpió en aplausos que retumbaron por todo el salón. Esta vez eran para el Creador del Mundo. Tal vez, cada uno de nosotros, también deba “aplaudir” todas las mañanas, luego de recitar “Modé Aní lefaneja”

En el mundo seudo-religioso—carismático es muy común darle aplausos y echarle porras a Dios, pero no en el sentido que nos lo cuenta la historia anterior. Ya que por medio de este acto humano se pretende homenajear a Dios, no como lo que es El sino como si fuera un hombre común ávido de estímulos, o que necesitara de tales expresiones humanas.

¿Qué es el aplauso? ¿Es la única manera de expresar alguna muestra de admiración o repudio?

El aplauso (del latín applaudere) es principalmente la expresión de aprobación mediante palmadas, para crear ruido. Suele esperarse que los espectadores aplaudan tras una representación, como por ejemplo un concierto musical, un discurso público o una obra de teatro. En la mayoría de los países occidentales, los espectadores dan palmadas de forma no sincronizada para generar así un ruido constante; sin embargo, se tiende de forma natural a sincronizarse débilmente. Como forma de comunicación no verbal de masas, el aplauso es un indicador simple de la opinión media relativa del grupo completo: cuando más ruidoso y prolongado, mayor aprobación.

Historia

La costumbre de aplaudir puede ser tan antigua y estar tan extendida como la propia humanidad, y la diversidad de sus formas está limitada únicamente por la capacidad de los medios disponibles para hacer ruido. Dentro de cada cultura, sin embargo, el aplauso suele estar sujeto a ciertas convenciones.

• Los antiguos romanos tuvieron un conjunto ritual de aplauso para las representaciones públicas, expresando diversos grados de aprobación: golpear los dedos, dar palmadas con la mano plana o hueca, o agitar el faldón de la toga, lo que el emperador Aureliano sustituyó por pañuelos (orarium) que distribuyó entre el pueblo.[1] En el teatro romano, al final de la obra, el protagonista gritaba Valete et plaudite! y la audiencia, guiada por un corego * no oficial, coreaba su aplauso antifonalmente. Esto a menudo era organizado y remunerado.[2]

Con la proliferación del cristianismo, las costumbres del teatro fueron adoptadas por las iglesias. Eusebio[3] cuenta que Pablo de Samosata animaba a la congregación a aplaudir sus sermones agitando sus ropas de lino (οθοναις), y en los siglos IV y V el aplauso de la retórica de los sermones populares se habían convertido en una costumbre habitual. El aplauso en las iglesias terminó sin embargo pasando de moda y, en parte debido a la influencia de la atmósfera cuasi religiosa de las representaciones de Wagner en Bayreuth, el espíritu reverencial que inspiró este decaimiento pronto se extendió a los teatros y salas de concierto.

En la actualidad

El aplauso indiscriminado es ampliamente considerado una violación de la etiqueta concertística de música clásica. Ha habido cierto número de intentos de restringirlo en diversas circunstancias. Por ejemplo, los teatros de Berlín prohíben el aplauso durante el espectáculo y antes de la bajada del telón.

Los políticos y actores famosos reciben a menudo aplausos tan pronto como aparecen en escena, incluso antes de iniciar sus discursos o interpretaciones. Este elogio se da para demostrar la admiración por sus logros pasados, y no es una respuesta al mitin o representación al que el público asiste.

En algunas ocasiones, el aplauso sucede en mitad de un evento. Por ejemplo, el presidente de los Estados Unidos, en su Discurso del Estado de la Unión, es interrumpido a menudo con aplausos. También suele ser habitual que los intérpretes de jazz reciban aplausos en mitad de una melodía, tras terminar un solo improvisado. Aunque ya se ha mencionado que aplaudir durante una sinfonía se considera una falta de etiqueta, no siempre sucede así en las óperas.

También es frecuente que el público que asiste a los programas de televisión aplauda durante el inicio y fin de éste, así como en los cambios de escenario. Si el programa es un concurso, el participante recibe aplausos por sus aciertos y desaprobaciones en sus fallos («¡ohhh!»); al final del concurso normalmente le dedican una ovación al ganador.

Notas
[1] Smith, W. (1890). «Sudarium», A Dictionary of Greek and Roman Antiquities.
[2] Böttiger (1822). Über das Applaudieren im Theater bei den Alten. Leipzig.
[3] Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica vii.30.

Pregunto: ¿Qué tiene que ver el teatro o el espectáculo de las masas, con la devoción a Dios? ¿Qué tiene de común agradecer a un cantante por su interpretación, con la alabanza a Dios?

El mexicano por naturaleza es presa fácil de “la moda”, costumbres, y formas de otros países, como que la falta de una verdadera identidad, hace que busque modelos a su alcance, actuando y comportándose sin analizar lo que esta imitando. Esto lo he notado en algunos servicios de la iglesia, el de aplaudir como algo común en bodas a los novios, cuando alguien da un número especial a Dios, o al final de un sermón. Y me pregunto ¿esto es para Dios por estar en su templo o para el ser humano?

Es muy común llevar el ritmo cuando se escucha una melodía “rítmica” que nos envuelve y nos arrastra a seguir su ritmo marcado, lo que no sucede cuando la melodía es más pausada o lenta. He ahí la preferencia de los jóvenes a la música rítmica y marcada. Porque de alguna manera va en común acuerdo con su estado físico y emocional de acuerdo a su edad.

Y la religión no se escapa a esta influencia, no debemos confundir la gimnasia con la magnesia. El pueblo de Israel no pudo o no quiso hacer esta diferencia y fueron talados, y a base de golpes y exilios han podido aprender la lección.

Os. 4:6-7 Mi pueblo fue talado, porque le faltó sabiduría. Porque tú desechaste la sabiduría, yo te echaré del sacerdocio; y pues que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. 7 Conforme a su grandeza así pecaron contra mí; yo pues, también cambiaré su honra en afrenta. 8 Comen del pecado de mi pueblo, y en su maldad levantan su alma. 9 Tal será el pueblo como el sacerdote; y visitaré sobre él sus caminos, y le pagaré conforme a sus obras.

Hay que darle a cada uno su lugar, tiempo, y atención. Mis gustos personales sobre la música, la moda, etc. Son para que los disfrute y comparta; en mis momentos de alegría, actividades sociales, cuando voy al teatro, a disfrutar el concierto de algún artista de mi gusto, pero nunca confundir mi devoción hacia Dios.

Mat. 22:21 Ellos le dicen: De César. Y les dijo: Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

Nadab y Abiú no pudieron hacer esta separación, hay poca información de cual fue el fuego extraño, pero aquí encontré algunos cometarios judíos para poder entender, como el conocimiento de Dios, en momentos es confundido con grandes privilegios engreimiento y soberbia.

El Talmud Babli (Moed Catan 28b) nos menciona a Nadab y Abiú como ejemplo de personas por las cuales se hizo duelo popular al momento de su defunción, con las siguientes palabras: «…eso se refiere a Nadav y Avihu, quienes no cumplieron más que una sola mitzvá (mandamiento), tal como está escrito…» Por este párrafo, difícilmente podríamos considerar a estos hijos del Sumo Sacerdote como exponentes de tzadik (persona justa, que trasciende con su meritoria conducta el promedio normal).

Más drástico aún es este midrásh (estudio rabínico), en el mismo Talmud (Sanhedrin 52a): «… Moshe y Aarón andaban delante, detrás Nadab y Abiú, más atrás el pueblo. Entonces le dijo Nadab a Abiú: ‘Cuando morirán estos dos viejos para que seamos nosotros los líderes de esta generación.’ Dijo entonces el Santo Bendito Sea: ‘Veremos quien entierra a quien».

RaSH»I en su comentario en el sitio (Vaikrá / Levítico 10:2), tampoco nos deja intuir una imagen positiva de estos dos personajes. Nos brinda dos versiones (basándose en el Midrásh Vaikrá Rabbá y en Masejet Eruvin 63a perek Adar). Por un lado menciona a Rabí Eliezer comentando que murieron por haber sido engreídos y no impartirle honor y respeto a su maestro Moshé Rabenu. Luego nos enseña que según Rabbí Shimeon entraron ebrios al Santuario, y que movidos por su inconsciencia temporal ejercieron funciones para las que no habían sido convocados, provocándose así la muerte. (Atención: ambas versiones, ambas conductas pecaminosas / erradas, provocaron sus muertes, no como castigo de un Dios terrible, severo y vengador, sino como resultado de una acción errónea que generó una reacción negativa sobre ellos… por ejemplo, como si hubieran tocado los cables pelados del alto voltaje).

Otra explicación talmúdica, (Zevajim 115b), parece darnos una idea de cierta superioridad de estos sacerdotes muertos: «…le dijo Moshe a Aarón: «No murieron tus hijos sino para santificar el Santo Nombre’; y como Aarón sabía que sus hijos eran conocedores del Eterno, enmudeció».

Sin embargo el gran comentarista RaMBa»N (Najmánides en su comentario a Vaikrá / Levítico 10:3) no la considera del todo pertinente y acorde con el texto. Podemos nosotros suponer que ser conocedor de Dios es parte de lo que se considera requerimiento mínimo e indispensable en un cohen (sacerdote) que ejerce sus funciones sacras, y que podríamos entender como, persona que conoce los reglamentos, limitaciones, deberes y derechos de su estar en el Mundo. En el caso específico, sabían que si ofrendaban lo que no era requerido por Dios, las consecuencias no serían agradables para ellos. ¿No acaso nosotros somos lo que defina el Apóstol Pedro en otras palabras?. 1ª. Ped. 2:9 Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclaméis las obras maravillosas de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.

Y, que murieron para santificar a Dios, puede ser entendido como que tanto por la nobleza del hacer, como por el error, el ejemplo puede ser tomado por el observador instruido (como nosotros), y aplicarlo con cordura y mesura en su propia existencia. (Para que se entienda esto: no es necesario que cada uno beba veneno para saber que nos puede dañar…)

Hay también—además del aplauso—otras formas de expresar esta emoción humana

Cacerolada

Cacerolazo (también conocido como cacerolada, caceroleada o caceroleo) es una forma de manifestación, autoconvocada espontáneamente por un grupo de personas o ciudadanos, o bien respondiendo al llamamiento de una fuerza política u otra organización, generalmente en contra de un gobierno o de determinadas decisiones o políticas gubernamentales, y más raramente en pro de una causa. Su característica más destacada, y que la distingue de otros tipos de protesta, radica en que los manifestantes manifiestan su descontento mediante ruido acompasado, a una hora acordada de antemano (o en otros casos en forma espontánea), desde sus propias casas y sin necesidad de concentrarse en un lugar determinado, asomándose a ventanas y balcones o en los antejardines de las casas, y blandiendo rítmicamente los objetos que tienen a mano (comúnmente, cacerolas y otros utensilios domésticos, de ahí su nombre), pudiendo de esta manera alcanzar la protesta un alto grado de adhesión y participación.

Los cacerolazos vienen acompañados a menudo de otras medidas de protesta popular, como apagones o cortes de electricidad, boicots al consumo, bocinazos, funas, bloqueos de calles y «sentadas», y con el auge de las nuevas tecnologías, también de cadenas de correos electrónicos o de mensajes de texto, tipos de protesta que han dado en llamarse «cacerolazos cibernéticos». En todos los casos, se conserva en los diversos tipos de protesta la esencia del cacerolazo, que estriba en la ampliación y profundización de la protesta democrática, alejándola de las manifestaciones tradicionales e introduciéndola en los hogares, y transfiriendo el protagonismo de una minoría, a la gran mayoría de la población, convirtiéndose así en una protesta al alcance de todos, y por ende sumamente pacífica.

Claque

Claque (en francés ‘bofetada’) es, en su origen, un término que alude a un cuerpo organizado de aplaudidores profesionales presentes en los teatros y óperas franceses. Los miembros de una claque se denominan claqueros (claqueurs).

Historia

Contratar a gente para aplaudir en las representaciones dramáticas era frecuente en la época clásica. Por ejemplo, cuando el emperador Nerón actuaba, su representación era saludada con un encomio cantado por cinco mil de sus soldados.

Esto inspiró al poeta francés del siglo XVI Jean Daurat a desarrollar la claque moderna. Adquiriendo cierta cantidad de entradas para la representación de una de sus obras, las regalaba a cambio de la promesa de un aplauso. En 1820 las claques sufrieron una profesionalización profunda con la apertura de una agencia en París para gestionar y proveer claqueros.

En 1830 la claque se había convertido en una institución. El gerente de un teatro u ópera podía solicitar cualquier número de claqueros, quienes solían estar bajo el mando de un chef de claque (‘jefe de aplauso’), quien juzgaba el momento en que los esfuerzos de los claqueros eran necesarios e iniciaba la demostración de aprobación. Ésta podía adoptar varias formas. Había commissaires (‘comisarios’), que eran quienes se aprendían la obra de memoria y llamaban la atención de sus vecinos sobre los puntos claves entre un acto y otro. Los rieurs (‘reidores’) reían ruidosamente con las bromas. Los pleureurs (‘llorones’), normalmente mujeres, fingían sus lágrimas, sosteniendo sus pañuelos ante los ojos. Los chatouilleurs (‘cosquilleadores’) mantenían a la audiencia de buen humor, mientras los bisseurs (‘biseros’) se limitaban a dar palmas y gritar «¡Bis, bis!» para asegurar las repeticiones.

Esta práctica se extendió a Italia (notoriamente a La Scala milanesa), Viena, Londres (la Royal Opera House) y Nueva York (la Ópera del Metropolitan). Las claques también fueron usadas como un tipo de extorsión, de forma que los cantantes eran contactados por el chef de claque antes de su debut para hacerle pagar cierta cantidad con la amenaza de un abucheo.

Toscanini y Mahler desaconsejaban las claques, una parte del desarrollo de la etiqueta concertística.

Referencias
• Warrack, J. H., West, E. (1992). The Oxford dictionary of opera. Oxford, Nueva York: Oxford University Press. ISBN 9780198691648.
• Este artículo incorpora texto de la Encyclopædia Britannica de 1911 (dominio público).

Coregía

La Coregía (choregia), en la antigua Atenas, era una forma de liturgia, esto es, de servicio público, en la que los ciudadanos acaudalados tenían que hacerse cargo de los costos que acarreaba la contratación de coros para los certámenes líricos o dramáticos que se celebraban con motivo de las Panateneas, Targelias, Dionisias y Leneas; de ahí su nombre, choregoí. Los costos eran muy considerables. En el 405 a. C., con el empobrecimiento de Atenas a causa de la Guerra del Peloponeso, dos coregos tuvieron que asumir los costos de la producción de las Grandes Dionisias. Los coregos elegían a los miembros de sus coros, les pagaban el vestuario, los ensayos y el local para ensayar. El premio para el corego que resultaba vencedor en un certamen de ditirambos consistía en un trípode que a renglón seguido dedicaba a un dios; en Atenas la calle de los trípodes (hoi tripodes) tomó su nombre de las múltiples ofrendas de este tipo que la jalonaban.

Corego

El corego (griego, χορηγός, khorêgós) es, en Grecia Antigua, un ciudadano (o un extraño) encargado de organizar a sus expensas un coro y los figurantes para una representación teatral.

Entre los coregos célebres, se puede citar a Pericles, con unos veinte años, para Los persas de Esquilo en 472 a. C., y Temístocles para Las fenicias de Frínico en 476 a. C. (obra cuyo texto se ha perdido).

Conclusión. El Eterno nos libre de los “buscadores de nuevas emociones”, y que nunca quieran imitar estas o alguna otra forma de emoción humana, y darle el “toque espiritual”, para meterlo a la liturgia de la iglesia.

No nos confundamos, estos actos de reconocimiento al vencedor, al artista, son solo para los humanos, no para nuestro Dios, aprendamos a hacer diferencia. Ez. 44:23 ”Deberán enseñarle a mi pueblo a distinguir entre lo sagrado y lo profano, y mostrarle cómo diferenciar entre lo puro y lo impuro».

No involucremos nuestras necesidades humanas sobre el reconocimiento al solo Dios Eterno.

El aplauso para Dios, no debe ser físico sino una manera simbólica de reconocer que él da la vida y también la puede quitar.

Yo, en forma personal, recito el salmo 23 junto con la Shemá, (Deut. 6:4 Escucha, Israel: Adonai nuestro Di-s es el único Adonai.) con la cual uno puede reconocer la unicidad de Dios, su guía y providencia, no solo al acostarnos sino también al dormirnos, y esto no lleva por lo menos 12 segundos.

La Escritura nos dice que la muerte es como un sueño. . . y cada vez que despertamos del “sueño” es como volver a la vida.

Juan 11:11 Estas cosas dijo él; y después de esto les dijo: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle del sueño.

Conclusión

“… y tan pronto como se despierte—antes que se talle los ojos—debe recordar las bondades que Dios tuvo para con usted, devolviéndole el alma (vida) que a él le había entregado cansada y agotada por el día anterior, y Él se la restituyó renovada y refrescada a fin de que sirva a Dios con todas sus capacidades, y Lo sirva el día entero. Esto enseña que cada mañana la persona constituye una nueva creación por lo que agradecerá a Dios de todo corazón. Dirá: Modé ani lefaneja…” (Doy gracias a Ti….)

Bibliografía.
• Wikipedia.
• Extraído de Jabad Magazine
• Moré Yehuda Ribco
• Torah Moisés Katznelson. Edit. Sinai.
• Biblia en lenguaje sencillo
• Kitzur Shulján Aruj (Cap. I Inciso II)

3 Comentarios

  1. Hno. Antonio dice:

    Baruj ata Adonai (Bendito sea Nuestro Rey del Universo). ¡¡Muy edificante!!! Gracias a Dios!!!

  2. Guillermo Mendoza P dice:

    Agradezco a Dios por poner esto en mis manos pues en mi congragación se empieza a dar esto no cabe la menor duda que Dios nos ayuda a distinguir entre lo sagrado y lo profano y no nada mas esto sino apagar las luces durante la alabanza e iluminar el pulpito es decir a un lado donde se encuentra el ministerio de alabanza en fin tantas cosas que se vienen dando hoy en día.

    QUE DIOS LE BENDIGA MI HERMANO….
    MUCHAS GRACIAS

  3. Martir Rodriguez dice:

    Dios Padre al participar junto a su Hijo en la creacion, y especialmente al crear al hombre le doto de sabiduria para entender que y como consagrar sus acciones a El y a Su Hijo… y todo aquello que no es consagrado al Todopoderoso no es de bendicion por lo cula no nos traera santidad.. Bendiciones

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