PD. Violins of Hope (Violines de esperanza) es una muestra que está constituida por instrumentos pertenecientes a músicos judíos prisioneros en los campos de concentración nazis. La exposición fue presentada por primera vez en 2008 en Jerusalén (Israel) y dos años más tarde se exhibió en Sion (Suiza).

Algunos de los Violins of Hope sonaron antes y después de la II Guerra Mundial en campos de concentración nazis, entre ellos Auschwitz, el mayor centro de exterminio, con entre 1,5 y 2,5 millones de muertes.

Otros instrumentos en Violins of Hope eran utilizados para tocar música klezmer, un género del folklore musical judío empleado en bodas, bailes y otras celebraciones. Fue muy popular entre las comunidades judías del este de Europa, desapareció casi totalmente a raíz del Holocausto y ha experimentado un notable renacimiento a partir de los años ochenta del siglo XX.

Los 18 violines fueron restaurados por el lutier Amnon Weinstein, de 73 años, que perdió a unos 400 miembros de su familia en los campos de aniquilamiento. Él opina que estos violines son un buen instrumento educativo. «No puedes traer de regreso a los muertos, pero los violines hablan por ellos», señala el artesano, cuyos padres lograron escapar a tiempo para establecerse en Palestina en 1938.

Weinstein comenzó con el proyecto en la década de los noventa, pero el verdadero inicio se remonta a finales de la Guerra Mundial, cuando el padre del lutier, Moshe, que también fabricaba violines, empezó a recibir instrumentos de músicos judíos de la Orquesta Filarmónica de Palestina -en aquel tiempo Israel no existía como país y ambos pueblos convivían en la zona-.

Moshe recibía siempre la misma petición: «Cómpreme el violín o lo destruiré». La mayoría de los violines estaban fabricados en Alemania y los músicos a cuyas manos habían llegado no querían saber nada del país tras las atrocidades nazis

Moshe Weinstein compraba los instrumentos y los almacenaba, hasta que Amnon le hizo ver que algunos habían salvado la vida de los músicos y sus familias. El pequeño de los Weisntein restauró un violín, luego otro. Su labor empezó a ser conocida y le trajeron más. Hasta ahora ha restaurado 30. Los 18 que expone tienen que ver con la palabra hebrea para ese número, chai, que también significa vida.

Algunas de las piezas que le llegan no son restauradas, como el violín que recibió hace poco, con una esvástica y la frase ‘Heil Hitler 1936’ talladas en la madera.

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