El matrimonio es el propósito de Dios para la pareja, en el que un hombre y una mujer se comprometen a unir sus vidas mediante un pacto de amor y fidelidad. Inicia ante las autoridades civiles con testigos de la sociedad y es bendecido por el Creador, ante la Iglesia, para que dure toda la vida, en un marco de igualdad, tolerancia, respeto y apoyo mutuo, que honre a ambos.
El texto base para entender el propósito de Dios para la pareja humana: Génesis 2:18-24, usa las expresiones: “Dejar”, “Unirse” y “Ser una sola carne”, para indicar que tanto el hombre como la mujer; dos seres completos, deciden dejar en segundo término todo lo que eran y planeaban como individuos, para construir una vida en común que sea señal de lo que Dios quiere para la humanidad entera. Unirse en estas condiciones, será la razón y prioridad de su existir terreno, con espacios para su individualidad pero con la conciencia de que la relación personal que cada uno tiene con Dios, a partir de su casamiento, se da desde su condición de esposos pues ya son una sola carne. Es evidente entonces que el matrimonio, según el propósito de Dios, es heterosexual y monógamo.
El “dejar”, significa asumir con madurez el compromiso de formar un nuevo hogar, independiente de las familias de origen. También es la manifestación de una relación sana con los padres quienes son honrados al ver que capacitaron a su descendencia para iniciar su propia vida y a su vez ellos pueden dejarlos ir.
“Y allegarse ha á su mujer”. Debe entenderse en el contexto de esta otra frase: “hueso de mis huesos y carne de mi carne” lo que significa tomar la decisión de unirse a la pareja en virtud de ver en ella a la persona que efectivamente le saca de la soledad, compartir con ella la vida y enfrentar juntos el porvenir.
“Y serán una sola carne”. Se refiere a la intimidad en la mutua entrega sin reservas que incluye las emociones, los deseos, las aspiraciones y la vida sexual dada por Dios para el goce de la pareja, y por medio de la cual, es posible la procreación. El matrimonio, por ser una relación permanente, permite que la pareja alcance su plenitud delante de Dios.1
1Malaquías 2:14-16, Mateo 19:5-6; Efesios 5:21-31
El propósito de Dios para el matrimonio ha sido desde el principio: la mutua cooperación1, no la servidumbre2. Dios hizo a Eva como ayuda* idónea. La soledad de Adán3 terminó con la presencia de ella y no por la de los otros seres que la antecedieron, seres que bien podían haber sido sus ayudantes o sirvientes4. Su soledad realmente consistía en la necesidad de contar con un aliado, de tener la compañía de un ser con el que pudiera estar cara a cara, un ser distinto de él pero al mismo tiempo ni inferior ni superior. Dios hizo lo justo para él, tomando a Eva del centro de su cuerpo5. Adán reconoció enseguida a su par al decir: “hueso de mis huesos y carne de mi carne”6. A partir de ellos la esposa será la compañía adecuada para el esposo, en una relación de apoyo mutuo, que los abraza, protege, les da soporte en un reflejo de la frase: “Jehová, sé tú mi ayudador” donde “ayudador*”7, es la misma palabra hebrea que se utiliza en “ayuda”* idónea.
1Génesis 1:28; Mateo 19:8; 2Génesis 3:16; 3Génesis 2:18; 4Génesis 2:19-20; 5Génesis 2:21-22; 6Génesis 2:23; 7Génesis 2:24-25; 1 Samuel 7:12; Salmo 30:10 *La palabra ayuda, es la traducción del vocablo hebreo <˓azar>, que significa, rodear, ayudar, socorrer, proteger, circundar, y es la raíz de la expresión <eben-ezer>
El propósito divino para la pareja fue pervertido con reglamentaciones e interpretaciones de la Ley de Dios que rebajaban la dignidad de la esposa al nivel de una propiedad que, como tal, podía ser dejada por cualquier motivo para tomar otra1. El Señor descubrió que detrás de esta pervertida interpretación de la voluntad de Dios, esta la dureza del corazón que se niega a seguir el ejemplo de Adán al recibir a Eva2.
1Mateo 5:28, 31-32; 19:3; 2 Mateo 19:4-9
La relación de igualdad en el matrimonio se rompió a partir de la caída1 como una de las muchas consecuencias que trajo el pecado2. Jesús combatió esta condición de desigualdad reafirmando el propósito de Dios para la pareja humana, al declarar: “al principio no fue así”.3
1Génesis 3:16; 2Génesis 3; 3Mateo 19:8
De acuerdo con las Sagradas Escrituras, el matrimonio sólo se disuelve con la muerte1, o por la excepción señalada por Jesús en Mateo 19:9, única causa justificada para el divorcio.
1 Romanos 7:1-3; 1 Corintios 7:39
Si una persona se divorcia, por razones distintas a las que la Biblia autoriza y contrae nuevo matrimonio, comete adulterio1; y hace, que su nuevo cónyuge también lo cometa2.
1Mateo 5:32; Marcos 10:11-12; 2Lucas 16:18
La autoridad civil tiene la facultad exclusiva para unir en matrimonio1, por eso los contrayentes acuden primero ante las autoridades civiles para legalizar su unión matrimonial. Posteriormente piden la bendición de Dios a través de su pastor o un ministro, pues sólo el Creador tiene el poder para unirlos en una sola carne2.
1 Romanos 13:1; 2Mateo 19:5-6