El texto bíblico menciona siete últimas plagas en las cuales se evidencia que el mundo y su destino están en manos de Dios. Por medio de ellas interviene para acabar con el mal. Son juicios para el malvado y esperanza para los justos. En éstas, Dios muestra la realidad vulnerable de la humanidad.
Es una plaga mala y dañosa que se origina con el derramamiento de la primera copa del juicio de Dios sobre la tierra y que cae sobre los hombres que tienen la señal de la “bestia” y sobre los que adoran su imagen1.
Es una plaga que convierte el mar en sangre, causando la muerte de todo ser viviente que se encuentre en él. Es originada con el derramamiento de la segunda copa2.
La tercera copa es derramada sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas convirtiéndolas en sangre, para que la beban quienes derramaron la sangre de los santos y de los profetas3.
Derramada sobre el sol, quemando a los hombres con su gran calor y haciendo que blasfemen el nombre de Dios. A pesar de la plaga no se arrepintieron de sus malas obras4.
Derramada sobre el reino de la bestia, trayendo oscuridad y ulceras sobre los hombres, quienes por el intenso dolor muerden sus lenguas y blasfeman el nombre de Dios, pero persistiendo en su negativa a arrepentirse de sus obras5.
Se derrama sobre el río Éufrates, secando sus aguas y preparando el camino para la invasión de los reyes de oriente. Al tiempo de esta plaga, tres espíritus inmundos como ranas salen de las bocas del dragón, de la bestia y del falso profeta. Espíritus de demonios que hacen señales a todos los reyes del mundo, congregándolos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso, en el lugar llamado Armagedón. En medio de estos acontecimientos, el Señor, exhorta a los creyentes a mantenerse vigilantes en virtud de su sorpresivo regreso6.
Esta es la última plaga, se derrama sobre el aire y una gran voz desde el trono que está en el santuario celestial dice: “hecho es”. Hubo relámpagos y voces y truenos y el terremoto más grande desde que los seres humanos existen, la ciudad grande fue partida en tres partes, las ciudades de las naciones cayeron y Dios juzgó a Babilonia la grande; desapareciendo las islas y los montes. Cayó del cielo granizo del peso de un talento* que hizo que los seres humanos blasfemaron contra Dios por lo grande de esta plaga7.
1Apocalipsis 16: 2; 2verso 3; 3 versos 4-7; 4 versos 8-9; 5 versos 10-11; 6 versos 12-16; 7 versos 17-21 *Medida de peso utilizada en la antigüedad que varía entre 30 a 60 kilos
Cuando Dios liberó al pueblo de Israel de su opresión en Egipto, lo hizo a través de diez plagas, en las que mostró el poder que tiene sobre la creación. Las plagas fueron señal de castigo para el Faraón y su pueblo, que endurecieron su corazón para que no se rindiera pese a las grandes maravillas que estaba presenciando. Las plagas también fueron señales para el pueblo de Israel, pero en su caso, eran, de libertad; anunciaban, y en ellas se realizaba, el rescate portentoso y amoroso de Dios.
De una manera parecida, pero a nivel universal, Dios librará a los creyentes de todas las naciones del poder del mal ejercido por la triada blasfema: el dragón, la bestia y el falso profeta.
Serán siete plagas, el medio por el cual realizará la liberación de su pueblo. Para aquellos que adoran a la Bestia, serán plagas que endurezcan su corazón en la rebeldía, y para los creyentes, serán el anuncio y la realización de su rescate final.
En las plagas Dios se mostrará como verdadero dueño de la creación, y también como el Ser ante el cual los poderes del mal no pueden oponer resistencia, el ser humano podrá verlo ubicado en su pequeñez, pero lamentablemente, optando por resistirse y blasfemar contra Dios1.
1Apocalipsis 16:1-21
Este juicio de Dios anuncia que el mal no es permanente. Toda estructura de opresión, abuso e idolatría dejará de ser. Finalmente, Dios habrá de derramar su ira sobre todo aquello que produzca dolor y muerte. El anuncio de las plagas contiene un mensaje de esperanza para los justos. Durante ellas Dios les dará protección. La maldad que los oprime no permanecerá para siempre, dejará de existir1. Por ello el creyente debe tener cuidado en no solazarse en la suerte que correrán los rebeldes porque sería caer en el mismo lazo de maldad2.
1Malaquías 3:18, Apocalipsis 15:4-5; 2Romanos 11:20, 22
Los eventos extraordinarios que describen las plagas, valorados desde la fe, son señales de una nueva era que está naciendo, mucho mejor que la actual. Son como los “dolores de parto” de una mujer que está dando a luz1.
1Lucas 21:28 – 31, Romanos 8:22-25