La resurrección de los muertos será en dos momentos: Primero la de los justos con la segunda venida de Cristo y mil años después, la de los injustos para su castigo eterno, es decir, su aniquilación. Ambos acontecimientos, designados por Dios, manifiestan la última etapa en la historia de la humanidad y responden a un proceso de purificación de la creación.
El reino milenial de Cristo marca dos momentos para la resurrección1.
1Juan 5:28-29; Hechos 24:15
La primera resurrección se efectuará al venir el Señor Jesucristo1. Los santos de todas las edades, se levantarán del polvo al mismo tiempo2 y los justos que estuvieren vivos serán transformados. Ambos tendrán un cuerpo glorioso3, recibirán vida definitiva, no sujeta al tiempo, ni participarán en la maldad y reinaran con Cristo por mil años4.
11 Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 20:6; 2Hebreos 11:32-35; 31 Corintios 15:51-53; 2 Corintios 5:1-4; Colosenses 3:4; 4Mateo 25:41; Apocalipsis 20:4
La segunda resurrección ocurrirá después del milenio1, y quienes se levanten en ella serán destruidos completa y definitivamente. Esta es la muerte segunda2, es un castigo eterno porque quienes la experimenten serán consumidos en “el lago de fuego” para nunca más volver a la vida3.
1Apocalipsis 20:5; 2Apocalipsis 20:12-15; 3Mateo 18:8; Apocalipsis 20:14
El castigo eterno comprendido como un tormento que dura para siempre es incompatible con la verdad bíblica por las siguientes razones:
a) Dios dará inmortalidad sólo a los creyentes. Por carecer de este don, los incrédulos no podrán ser atormentados permanentemente, serán reducidos a nada, quedándose para siempre sin la oportunidad de volver a vivir. En esto consiste lo eterno de su castigo.
b) El término “castigo eterno” se refiere al alcance de su efecto más que a la duración. La comprensión de este concepto debe considerarse a la luz del amplio vocabulario que en la Biblia es utilizado para referirse a la destrucción. Se compone de palabras que califican lo eterno en función de la naturaleza y efecto del medio por el cual se castiga y no por la duración de dicho castigo; los salmos1, los profetas2, el Nuevo Testamento3 y principalmente la palabra “el fuego o el infierno”*4. En este caso es iluminador el caso de Sodoma y Gomorra referido en Judas 7, en el que la palabra fuego viene acompañada de la griega “eterno**” que no obstante significar literalmente “que dura por los siglos”, es evidente que se refiere al efecto del castigo y no a su duración, pues el fuego que destruyó a las dos ciudades fue eterno, por sus resultados permanentes. La destrucción fue completa y definitiva. Por eso el humo, evidencia de que el fuego ha hecho su obra, es lo que “sube para siempre jamás”5.
1Salmo 2:9-12; 11:1-7; 34:8-22; 37:2,9-10,20,38; 58:6-10; 69:22-28; 145:17, 20; 2Isaías 1:28; Sofonías 1:15,17-18; Oseas 13:3; Malaquías 4:1-3; 3Mateo 13:30, 40; 13:48; 15:13; Lucas 13:7; 17:27,29; 20:16; Juan. 15:6; 4Mateo 5:22,29-30; 18:8-9; 23:15,33; Marcos 9:43-44,46-48; 5Apocalipsis 14:11; 19:3*En hebreo gehena; **Del Griego aionios, siglo, era, eterno
c) No es posible un tormento continuo de realidades inmateriales e impersonales como la muerte y el sepulcro. Juan, describe en Apocalipsis, el lanzamiento del diablo, la bestia, el falso profeta, la muerte, el sepulcro y los impíos al lago de fuego, que es “la segunda muerte”1.
1Mateo 25:41; Apocalipsis 20:6.10-14; 21:8; 2:11
d) El tormento eterno es contrario a la visión bíblica de justicia1 porque los pecados cometidos en el lapso de una vida no se pueden comparar con un tormento que duraría toda la eternidad.
1Mateo 16:27; Romanos 2:5-6
e) La presencia de multitudes sufriendo tormento permanente, sería incongruente con la paz y la plenitud del nuevo mundo. La nueva creación sería defectuosa desde el mismo comienzo, puesto que los pecadores permanecerían como una realidad eterna en el universo de Dios1. ¿Cómo podrían estar en paz los redimidos sabiendo de la existencia dolorosa de millones de personas? Resultaría incompatible con su nueva naturaleza libre de maldad y hecha para el amor.
1Salmo 5:4-6
La creación avanza hacia la consumación del propósito eterno de Dios para ella, que incluye la redención del pecado, de la muerte y de la vanidad, lo que significa que Dios hará algo nuevo y perfecto a partir de lo viejo e imperfecto, pasando de lo temporal a lo eterno1.
1Apocalipsis 21:5
Dios destruye lo que se opone a la liberación de su creación, asegurándose de que alcance su plenitud. Es en este contexto que debe comprenderse el lenguaje bíblico que habla de destrucción, porque en realidad es una purificación1.
1Juan 15:1-6