El Reino, propiamente se refiere al Reinado de Dios manifestado en tres etapas: En la persona y ministerio de Jesús, en virtud del cual y por su gracia la iglesia ya lo experimenta en la fe y la esperanza. En el futuro reinado milenial de Cristo, a través del cual Dios restaurará todas las cosas, incluidos la tierra y los seres que la habitan. Finalmente en su Reinado eterno cuando sea visible y haga que todo llegue a su plenitud.
La certeza de que Dios es soberano de la creación desde y para siempre, ha sido uno de los pilares de la fe para los creyentes de todos los tiempos; certeza, que ha convivido dentro de ellos, con la necesidad que tienen de que ya no exista el mal que aqueja a la creación1.
1Éxodo 15:18; Salmo 93
La presencia del mal se debe a las decisiones de los seres humanos que han usado mal la libertad que Dios, sin dejar de ser soberano, les concedió. Dentro de la realidad contaminada por el pecado la soberanía o reinado de Dios se convirtió en el objeto de la esperanza de los seres humanos que desean una tierra libre del mal1.
1Salmo 45:6
Esta esperanza tuvo una primera realización en el reino de Israel, pero debido a que sus reyes no actuaron como instrumentos del gobierno de Dios1, el pueblo albergó la esperanza de un Mesías que fuera la manifestación real del Reino de los Cielos, que incluyera a todas las naciones2, convencidos de que ninguna forma de gobierno humana, puede, o podrá proclamarse como si fuera el Reino de Dios, pues sólo por intervención divina, el ser humano y la creación pueden gozar de paz, justicia y gozo3. Dios prometió intervenir para instaurar su Reinado, promesa que es la esencia del Antiguo Testamento y el motivo para el ministerio de Jesús.4
1Isaías 1:23-25; 2Génesis 12:3; 1 Crónicas 29:11; Salmo 117:1; 145:10-13; Amos 9:7; Zacarías 8:20-22; 14:9; 3Romanos 14:17: 1 Corintios 4:20; 4Isaías 9:7; Ezequiel 34
Con el ministerio de Jesús inicia el cumplimiento de la promesa del Reino de Dios1. Los creyentes participan ya “de los bienes que habían de venir”2. Al aceptar la gracia manifestada en Él, tienen salvación y vida eterna para servir al Dios vivo3.
1Mateo 12:28; Marcos 1:15; Lucas 11:20; 17:21; Colosenses 1:13; Lucas 10:9; 11:20; 17:21; 2Hebreos 9:11; 10:1; 3Hebreos 9:14; Hechos 15:11; 4Romanos 5:21
La obediencia a Dios es una característica fundamental en su reinado. Por esta razón, el evangelio capacita al creyente para obedecer al señorío de Cristo como uno de los bienes que ya puede disfrutar. Sin embargo, por el hecho de que el creyente vive aún en esta realidad pasajera; ni el bienestar que disfruta es pleno ni su obediencia es perfecta, necesita de la gracia que lo ampare y lo guarde para el regreso del Señor; entonces, será plenamente transformado y en esa nueva condición gozará de bienestar completo y obedecerá de manera perfecta1. De ahí que la presencia actual del Reino y la Gracia sean dos aspectos del mismo Evangelio2. Por esta razón, se experimentacomo un reino de gracia.
11 Corintios 1:4-7; 2Evangelio y Reino: Mateo 4:23; Hechos 8:12; Evangelio y gracia: Filipenses 1:7
Por gracia, el Reino está abierto en el presente para todos y la participación en él es un don y no un logro1, es por fe y no por méritos como creían algunos “justos” y “buenos”2. Don que ya disfruta la comunidad de creyentes3 que han decidido obedecer a la ley de Dios, combatiendo los deseos impuros del corazón4, los hábitos y las ocupaciones que les impiden una entrega total5.
1Romanos 3:9, Efesios 2:8-9; 2Lucas 18:9-14; Marcos 10: 23-27;3Marcos 4:11; Lucas 8:10; Juan 3:3,5; Hechos 28:23; Gálatas 5:21; 4Marcos 9:47; 5Lucas 9:62; 16:16
Dios, por medio de Cristo, llevará a cumplimiento las promesas hechas a través de los profetas1, un tiempo de paz y justicia bajo el Reinado del Mesías2. Jesús vendrá por segunda vez y establecerá su Reino3 en la tierra durante mil años4, los santos de su pueblo reinarán con Él5 ejerciendo dominio sobre todas las naciones de la tierra6, someterá a los poderes que se oponen y destruirá a la muerte7; así, la creación será regenerada8. Esto sucederá en el tiempo determinado por Dios que sólo Él conoce9.
1Daniel 7:27; Miqueas 4:1-3; Zacarías 14:9; 2Salmo 72:7; Isaías 2:4; 3Mateo 25:31; Lucas1:32; 4Apocalipsis 20:4-6; 5Mateo19:28; Apocalipsis 2:26-27; 5:10; 6Apocalipsis11:15; 7Hechos 3:21; 1 Corintios 15:25-26; 8Mateo 19:28; Romanos 8:19-23; 9Mateo 24:36
Después de que todo quede sujeto a Cristo; todo se sujetará al Padre1, para que Él “sea todas las cosas en todos”2. Una vez que la tierra sea nueva, purificada por el fuego3, sin ninguna clase de mal y sin la dimensión de lo temporal4 con cielos nuevos y la justicia como su moradora5 Dios reinará eternamente en ella, visible y luminosamente6.
11 Corintios 15:24-25,28; 21 Corintios 15:28; 32 Pedro 3:10-13; 4Apocalipsis 21:4-5; 52 Pedro 3:13; 6Apocalipsis 22:4-5
Debido a que la mente humana es finita, todo lo que pueda pensar o imaginar respecto al milenio y a la eternidad está sujeto a limitaciones, sólo puede referirse a estas realidades por medio de lenguaje figurado. Por ahora el creyente ve “como en un espejo”1, a partir del regreso del Señor tendrá la plenitud de la gloria con la cual disfrutará la presencia directa de Dios2.
11 Corintios 13:12; 2Apocalipsis 1:3, 23; 22:4-5