El mensaje de los tres ángeles constituye para la Iglesia el compromiso de predicar: Un llamado al arrepentimiento afirmando la realidad de un sólo Dios creador quien debe ser adorado. Un anuncio sobre el final del sistema político religioso que como una estructura de poder se autodenomina divina e intenta someter a los hombres a su señorío. Una advertencia a la Iglesia de Dios para resistir frente a los poderes idolátricos cualquiera que fuese su representación guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesucristo.
Estos tres mensajes, que tienen como marco el inminente juicio de Dios, constituyen una exhortación a perseverar en santidad, obedeciendo los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Santidad que salvaguarda al creyente de una fe adulterada y deformada por las prácticas paganas del imperio.
El primer ángel anuncia con urgencia el propósito de Dios de que todos los moradores de la tierra conozcan a través del Evangelio, que sólo hay un Dios verdadero creador de todo lo que existe y que demanda reconocimiento y adoración exclusivos, en virtud de su providencia, poder y amor para la humanidad.
El segundo ángel proclama el juicio, como un hecho consumado, sobre todo poder que pretenda ocupar el lugar de Dios, oprimiendo e influyendo a todas las personas de manera destructiva con sus ideologías y prácticas.
El tercer ángel llama a resistir los poderes idolátricos y mantener la obediencia de los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Es una fuerte advertencia a no dejarse contaminar ni por la fuerza ni la seducción de aquello que no es verdaderamente de Dios. Es un llamado a no dar lugar a los pensamientos ajenos a los valores de Dios ni adoptar formas o prácticas que traigan éxito aparente o que sean socialmente aceptables pero que no corresponden a la fe bíblica.