Por Ausencio Arroyo.
La depresión psicológica, ha sido señalada como uno de los grandes males del siglo XXI, es un fenómeno muy complejo y muy recurrente; desafortunadamente, en los círculos religiosos se le quiere simplificar por medio de sentencias superficiales, como:
La depresión es el resultado de haber pecado.
La depresión representa la falta de fe en Dios.
La depresión se experimenta cuando Dios esconde su rostro.
La depresión es síntoma de no vivir en victoria.
La depresión es el castigo de Dios hacia la desobediencia.
La depresión es un síntoma de la carencia de espiritualidad.
Tales expresiones, aunque aparentan tener aspectos verdaderos, representan maneras precarias de tratar asuntos complejos, sin tener en cuenta la multiplicidad de factores que intervienen en las experiencias emocionales.
Lo mismo sucede en cuanto a la postulación de soluciones o a los consejos proporcionados:
– Si usted aumenta su fe, nunca más experimentará la depresión ni la ansiedad.
– Si usted vive por encima de las circunstancias, nada lo volverá depresivo. Muchas veces, en lugar de reconocer el hecho de vivir expuestos con solidaridad a todas las vicisitudes por las que los humanos atraviesan, se trata de negar tal experiencia.
Entre los personajes bíblicos tenemos algunos ejemplos de que los creyentes son susceptibles a la depresión:
El salmista cantó de sus angustias y temores, de sus ansiedades y terrores, de su depresión y desasosiego. La sinceridad y manera abierta de recurrir a Dios con su estado de ánimo abatido ha sido registrada en los Salmos como testimonio a la finitud humana y al socorro divino en tales ocasiones. Expresa frases como:
«¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle.» (Salmo 45:5).
«Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie. He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado. Cansado estoy de llamar, mi garganta ha enronquecido. Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.» (Salmos 69:2, 3).
«El escarnio ha quebrantado mi corazón y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo. Y consoladores, y ninguno hallé.» (Salmo 69:20). Otras referencias son: Salmo 73:21 y 77:3-6.
También, el apóstol Pablo escribe a los corintios acerca de sus angustias, sus desvelos (2 Corintios 6:4,5) y sus temores (2 Corintios 7:5). Debemos reconocer el hecho extraño o poco común de su sinceridad al confesar sus debilidades. Aun cuando les escribió en defensa de su ministerio, no ocultó sus características humanas.
El profeta Elías experimentó cierto desgaste emocional. Su agotamiento se deja ver en sus palabras hacia Dios; ya que, deseando morirse, le dijo: «Basta ya… quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres» (1 Reyes 19:4). Tales palabras nacieron de un contexto que sucedió a la gran manifestación de poder y despliegue de fuego en la cima del monte Carmelo. Temor, dudas y depresión aparecieron como resultado de eventos que demandaron mucho más del ser humano de lo que su capacidad natural era capaz de absorber y adaptar en sentido ordinario.
El profeta Jonás se enojó de tal manera que hasta deseó la muerte (Jonás 4:3). La ira introyectada y sin resolver, unida al sentido de culpabilidad, y la percepción de estar fuera de las órdenes precisas de Dios, produjeron aspectos depresivos en el ser humano.
Los creyentes espirituales, que leen la Biblia y oran, que trabajan arduamente en labores ministeriales y viven vidas ejemplares, muy a menudo pueden experimentar pensamientos o sentimientos depresivos.
Para comprender este problema complejo consideremos que la depresión puede ser vista desde tres puntos: Es un conjunto de síntomas, una reacción hacia un problema, o un malestar en sí. Se define a través de: 1) sus síntomas, 2) su etiología u origen, y 3) su condición disfuncional.
Los síntomas de la depresión.
Un síntoma es una especie de aviso externo de una manifestación interna que necesita atención.
El problema en cuestión puede ser descrito a través de un conjunto de síntomas, agrupados en las categorías que citamos a continuación, y que aparecen en interacción muy compleja.
1. Síntomas físicos
a) Apetito. La persona experimenta cambios en su apetito, manifestando desgano y desinterés, comiendo menos y perdiendo peso. A veces, se pierden varios kilos en pocas semanas. En ciertos casos, la persona puede comer más y aumentar de peso, ya que considera los alimentos como su ayuda emocional y su refuerzo propio.
b) Sueño. Otro síntoma común es el trastorno del sueño: insomnio o dificultades para dormir de una forma adecuada. El pensar en exceso, las preocupaciones, el razonar en círculos viciosos, se suman a las deliberaciones internas que acompañan al insomnio, no permitiéndole dormirse en seguida. El despertarse temprano y no poder conciliar el sueño de nuevo provocan desasosiego e irritación a la persona. En algunos casos, los afectados experimentan una necesidad excesiva de dormir (hipersomnio), ya que no tienen incentivo alguno para estar despiertos ni energía para realizar tareas.
c) Deseo sexual. El desgano, la falta de excitación o de deseo sexual aparece como una característica muy común en la depresión. En el caso de una persona activa sexualmente, se nota la disminución del deseo de la actividad conyugal íntima o de la experiencia orgásmica.
2. Trastornos de conducta.
a) Se nota la falta de energía, de vigor o prontitud en hacer las cosas. Se denomina «retardación motriz» al hecho de hacer las cosas como arrastrándolas, sin ninguna gana y muy lentamente. Se experimenta la fatiga o el cansancio físico y no sólo emocional.
b) La falta de deseos o la carencia de placer se nota en la persona. Su conducta aparece como forzada y desganada, obedeciendo no tanto a la proactividad o a lo planificado con motivación, sino más bien a una reacción a las peticiones o al empuje de otras personas. Individuos que comúnmente son activos, dispuestos y cabales en sus actuaciones, pueden denotar agotamiento, pesadez, sarcasmo y fastidio al actuar.
c) Las verbalizaciones y las tentativas de hablar con buena semántica o retórica normal experimentan letargo, muestra dificultades en su concentración, en la fluidez verbal o en la facilidad de palabra.
3. Síntomas cognoscitivos
a) Se notan dificultades en la atención a los temas, a los diversos matices de las conversaciones corrientes, a las complejidades en interacción y a las cosas más abstractas.
b) Se notan dificultades en seguir la corriente de un pensamiento, mantener la mente aguda y la capacidad de procesar complejidades.
c) El razonar se vuelve catastrófico, negativo y autocastigador. El afectado razona de forma inadecuada, con premisas negativas, falsas o distorsionadas por su estado de ánimo. Los razonamientos inadecuados dan lugar a las anticipaciones de derrota, degradación o difamación propia.
e) La memoria sufre -especialmente la de corto plazo o inmediata- problemas de retención y de sondeo. La persona tiene dificultades en captar, retener y almacenar cosas importantes.
4. Síntomas emocionales
a) Culpabilidad y vergüenza. Los síntomas afectivos denotan un sentimiento de culpabilidad y de vergüenza y una actitud de desesperación, ineficacia y carencia de fe.
b) Llanto espontáneo. Con cierta frecuencia la persona siente la necesidad de llorar, aun sin conectar conscientemente con sus causas o problemas pero teniendo un sentido global de estar atrapado y sin fuerza ni esperanza.
c) Ansiedad. La carencia de control ante las pruebas, y la falta de certidumbre acerca de cómo se desarrollarán los acontecimientos, hacen que la ansiedad vaya creciendo.
d) Pensamientos
suicidas. Es muy común encontrar pensamientos suicidas entre estos síntomas.
5. Síntomas espirituales
a) Separación de Dios. La persona experimenta existencialmente un alejamiento de Dios. Con la pérdida de integridad personal se genera un vacío espiritual y falta de comunión.
b) Carencia de paz. La perturbación, el nerviosismo o la ansiedad se apoderan de la persona acongojada, que no percibe la presencia de Dios.
c) Carencia de gozo. La angustia y el dolor existencial aparecen en lugar de gozo o el contentamiento.
d) Atribuciones negativas. Entre estos síntomas aparecen también las atribuciones negativas y la percepción del castigo de Dios, el «esconder Dios su rostro».
e) Percepciones de degradación propia. La persona se ve disminuida espiritualmente, con plena conciencia de no haber alcanzado un grado mayor de perfección y de no haber logrado una forma adecuada de vivir.
6. Síntomas psicosomáticos. Tales síntomas son, expresiones corporales de fenómenos emocionales.
a) Dolores de cabeza. La persona experimenta tensión emocional, estrés, preocupación y ansiedad.
b) Dolores musculares o dolores de espalda. Tales dolores parecen estar asociados a las tensiones emocionales y a los sentimientos de opresión, culpabilidad, desasosiego, pesadumbre o tristeza profunda.
c) Problemas gastrointestinales. La persona afectada puede quejarse de tener dolores de estómago, diarreas, vómitos, estreñimiento o sensaciones de malestar gastrointestinal.
Los orígenes de la depresión.
La depresión puede ser tratada desde el punto de vista de sus posibles causas.
1. Depresión primaria. A esta también se la denomina como «endógena», quiere decir que viene «desde adentro» de la persona. La génesis o principio de la depresión se encuentra en los factores biológicos constitutivos del propio ser, transmitidos genéticamente y expresados bajo ciertas circunstancias.
Existen dos clasificaciones de esta condición, denominadas comúnmente «unipolar» y «bipolar».
a) Depresión primaria unipolar. Debido a perturbaciones en las estructuras y funciones del cerebro en sus aspectos más primarios, la persona experimenta problemas depresivos.
b) Depresión primaria bipolar. Aparte de experimentar la depresión en sí, la persona sufre de impulsos maníacos, en los cuales las sensaciones, afecto, conducta y demás manifestaciones se alteran, como si el péndulo se inclinase hacia un lado hiperactivo, enérgico y agitado.
2. Depresión asociada con desórdenes bioquímicos
a) Endocrinológicos. Esta clase de depresión se origina a causa de los trastornos endocrinológicos, con los trastornos en el funcionamiento o las secreciones de ciertas glándulas del cuerpo (tales como la pituitaria, la tiroides, las adrenales). En muchos casos la baja secreción de la glándula tiroides ha causado severas depresiones. En los casos de síndromes premenstruales o desequilibrios hormonales, la depresión suele ocurrir como uno de los posibles resultados.
Hay mujeres que experimentan la depresión denominada “post partum”, que se produce tras el nacimiento de un bebé y se debe a los trastornos hormonales del cuerpo.
b) Síndrome afectivo estacional (SAE). Debido a las irradiaciones de luz solar y a las reacciones del cuerpo humano bajo ciertas circunstancias ecológicas, el individuo puede sufrir de la conocida como «depresión estacional», relacionada a las estaciones del año.
4. Depresión asociada con enfermedades o tratamientos. Una persona enferma de cáncer experimenta depresión, pero también la que padece alguna enfermedad menor -como puede ser la gripe- llega a sentirse deprimida. En casos de dolores crónicos de espalda, o dolores debidos a tejidos cicatrizados, la depresión es común. Las personas que sufren diabetes también experimentan cierto grado de malestar. Por otra parte, el tratamiento a través de antibióticos o drogas para la presión alta, así como algunos anticonceptivos, pueden provocar o estar asociados con cierto grado de depresión. El tratamiento de radiación también se asocia con tal condición.
5. Depresión neurótica. Individuos que manifiestan tintes hipocondríacos, histéricos, obsesivos o compulsivos y perfeccionistas caben ser señalados aquí. La orientación hacia sensaciones corporales con la autosugestión de dolores crónicos, de conversiones histéricas de carácter psicogénico (sin base fisiológica para los síntomas de la enfermedad) y de obsesión con la seguridad personal contra posibles catástrofes, hace que dichas personalidades gasten mucha energía y trabajen «extra» para mantener cierto equilibrio contra la ansiedad. Tales desgastes se traducen en depresión asociada a los síntomas corporales ya mencionados.
6. Depresión reactiva. Esta clase de depresión responde a las circunstancias o las pruebas de la vida. Es una manera de reaccionar frente al estrés. Una forma de considerar las pérdidas, envuelve el dolor de la separación, el luto, la tristeza, como en los casos concretos en que se ha producido un fallecimiento.
Cuando se producen cambios de domicilio, cuando la persona abandona un lugar acostumbrado, amigos, iglesia, trabajo, etc.; asimismo en los cambios dentro del hogar, cuando los hijos crecen, se van a la escuela, se casan o se marchan del hogar. En tales casos, el evento circunstancial es psicológicamente importante, ya que el individuo experimenta el impacto de la separación, del vacío, de las pérdidas, del desafío hacia lo incierto y necesita hacer acopio de energía emocional para hacer frente a tales vicisitudes.
Modelos de aconsejamiento en la depresión.
La pregunta de cuál modelo es el mejor, el verdadero o el más adecuado no es apropiada, puesto que la depresión es una entidad compleja. Este fenómeno debe ser visto de manera global.
Con el fin de tener cierto entendimiento, la persona que busca ayudar a un depresivo debe tener en mente por lo menos la complejidad de cada caso. De forma práctica debe mantenerse una visión global, con cierta intuición. Muchos de los modelos mencionados están relacionados con temas, principios y categorías tales como la separación o pérdida de algo significativo.
La teoría psicoanalítica alega que la depresión es la realización de la pérdida del objeto de gratificación, sostén, nutrición y amor. La psicología cognitiva recalca el papel que los pensamientos, razonamientos, percepciones, juicios y pronunciamientos negativos y distorsionados juegan en el desarrollo de la depresión.
La escuela conductista enfatiza aspectos que dan a entender que la depresión puede ser definida como la pérdida de refuerzos positivos, de logros y de consecuencias esperadas y deseables. En el pensamiento existencial, la depresión es la pérdida de significado en la vida. En la investigación biológica, la depresión es la pérdida en el organismo de su capacidad de transmitir impulsos neuropsicológicos de forma adecuada, con la pérdida de la capacidad de equilibrarse a sí mismo.
A la síntesis de los modelos agregamos las consideraciones espirituales, la depresión es vista como una pérdida mayor:
a) En sentido natural, la depresión es la pérdida del equilibrio o del balance bioquímico, reflejado en los trastornos fisiológicos y en las actividades distorsionadas y desequilibradas de los procesos emotivos y conductuales. Es la pérdida de la capacidad de efectividad propia en el manejo del estrés de la vida, de las peripecias o vicisitudes cotidianas de la vida cotidiana.
b) En el sentido espiritual, es la pérdida de la experiencia de bienestar y paz, gozo y tranquilidad debido a la percepción, a la sensación y a la experiencia de separación entre la persona y Dios, a causa de la activación de la perspicacia espiritual, la conciencia y las demandas divinas.
c) Cons
iderando particularmente el asunto, es la experiencia de la pérdida de la capacidad de hacer la voluntad de Dios, con la consiguiente culpabilidad y vergüenza, tristeza, pesar y agobio que acompañan la percepción y sensación de tal incapacidad.
d) También es la experiencia de la pérdida de comunión, la ausencia de la certidumbre de una relación positiva con el dador de la vida. Es la percepción de lo inadecuado del existir humano separado del postulador de significado y razón de ser.
6. Consideraciones espirituales acerca de la depresión. El ser no es simplemente bioquímica compleja y resultado de fuerzas cósmicas, sino también imagen de Dios y ser espiritual con significado, origen y destino. Las distorsiones y aberraciones presentes en el ser dan lugar a estructuras, procesos y eventos cognitivos, emocionales y conductuales que denotan la carencia de perfección de salud.
Cuando, por hacer su propia voluntad, una persona «pisa la raya» trazada por Dios, transgrede su voluntad. En tal caso se acarrea la separación, la derrota, la degradación ética o moral, y se aísla de la fuente de su ser. No puede lograr la felicidad por cuenta propia, y se da cuenta de su incapacidad actual de logro de bienestar, gozo o satisfacción. La pérdida del objeto divino hace que la persona se percate de la pérdida de su propia estima, ya que su valía provino de Dios.
La depresión, desde un enfoque espiritual, se basa en la pérdida de la condición de perfección o de la capacidad de ser y hacer lo que Dios diseñó. Tal modelo apunta a las pérdidas que siguen a la brecha original: al pecar se pierde la amistad, la comunión, la paz, el gozo, el control o la administración propia, la capacidad de vivir en perfecta armonía, en amor y conocimiento. La pérdida de estima, de posición, de seguridad futura, de refuerzos positivos en relaciones mutuas, hace que la falta de esperanza, de fe, de seguridad, de status ante Dios, se experimente como una depresión ontológica, económica, fenomenológica y circunstancial.
La depresión puede ser resultado del pecado si:
1) La causa de la misma es pecaminosa.
2) Existe negligencia en la atención al tratamiento de la misma.
c) Si se descarta la ayuda de Dios en el asunto, dudando de su presencia, de su poder o de su Palabra fiel.
«No’s» en la pastoral al depresivo.
Es importante que al aconsejar tratemos de no caer en actitudes equivocadas. Hay aspectos que nos parecen buenos pero que finalmente no producen respuestas favorables. Procure:
1) No compadecerse. El estado de angustia y depresión es muy amenazante, siendo fácil caer en un rol paternalista y sobreprotector en la pastoral. Muchos depresivos buscan esta actitud de su consejero; la palmada constante, el mimo, etc. Muchos pacientes utilizan su depresión como excusa para no asumir sus responsabilidades. El acompañamiento pastoral debe apuntar a fortalecer la personalidad de la persona deprimida ayudándole a comprenderse mejor.
2) No alentarlo con palabras. La pastoral no debe ser «palabras de aliento» como muchas orientaciones que no son más que palabras vacías. Las frases como «vamos, ¡arriba el ánimo!», «lo que tienes no es nada en comparación con lo que yo tuve», etc., lo único que ocasionan en el sujeto es una mayor desesperación, Proverbios 25:20. Estas frases son actitudes que el consejero toma solamente para calmar su ansiedad.
3) No ser frío. La pastoral es productiva cuando el consejero logra identificarse con el dolor, cuando comprende que frente a él, tiene un ser humano doliente.
4) No ser mágico con lo espiritual. Muchas veces está la tentación en la pastoral de simplificar todo, y de asumir una actitud mágica pretendiendo que a través de lo espiritual se pueden solucionar todos los conflictos del sujeto. Expresiones como «vamos ahora a orar con fe y Dios te curará ya».
5) No buscar pecados por todos lados. Cuando la depresión es ocasionada por un pecado concreto, la pastoral debe apuntar a que el sujeto haga suya la confesión y el perdón de Dios, pero no debemos convertirnos en acusadores insensibles.
A veces existe la tentación de culpar a los demonios o a Satanás de la conflictiva del sujeto sin considerar lo que esto puede significar para él mismo si no fuese cierto. La iglesia pude curar lo que nadie puede curar o puede enfermar lo que nadie puede enfermar…
Las actitudes del consejero
En cuanto a las actitudes que el consejero debe tener en cuenta podríamos nombrar las siguientes:
1) Valorar el primer contacto.
Los depresivos son personas ultrasensibles, perciben toda actitud de rechazo o falta de interés en forma inmediata. La búsqueda de empatía y rapport son necesarios desde el comienzo, ya que si esto no se da, la pastoral no pasará de ser una simple conversación superficial entre dos personas.
2) Considerar la idealización-descalificación.
El depresivo, al mejorar y al sentirse escuchado, comienza a idealizar rápidamente a su consejero; con el paso del tiempo y al ver que no satisface todas sus demandas, entra en la fase de descalificación, viéndolo como un super-yo rígido y severo que lo único que hace «es exigirle y juzgarlo».
3) Considerar las actitudes hostiles.
Todo depresivo es presa de ira reprimida, la cual comienza a expresar lentamente en la pastoral. El consejero debe gradualmente ir señalándola no cayendo en una actitud negativa de la misma. Podemos preguntarle en el momento oportuno por qué cree que es agresivo, qué papel juega la culpa en todo esto, etcétera.
4) Considerar y hacer consciente su desvalorización.
El consejero puede señalar cómo esto se ha «encarnado» en el sujeto, con qué figura desvalorizante se identificó a lo largo de su historia, y se pueden analizar los pertinentes pasajes bíblicos que le ayuden a valorarse objetivamente.
7. El uso de la Biblia en la Pastoral.
En la temática pastoral debemos hablar poco y hacer preguntas que nos lleven a conocer bien la forma de pensar del sujeto.
A. Lo bueno y lo malo
El sujeto pasa todo lo que hace y lo que le sucede por estas dos categorías. Se pregunta constantemente si «debería» o «no debería» realizar tal o cual cosa. Al realizarla se carga de culpa, ya que siente que ha violado alguna norma bíblica (si es creyente) y siente irritación, frustración y culpa. El depresivo ve todo en categorías de blanco o negro. Los grises han desaparecido de su vida. Sus actividades pasan por este filtro mental del «sí» o del «no», de hacer todo o de no hacer nada.
Un error es tomado como un fracaso eterno, llevando esto a todas las áreas. Si el sujeto ha fracasado en su matrimonio se considerará fracasado en todas las áreas de su vida.
El depresivo toma un hecho negativo, o un error y se revuelca en él, una y otra vez sin poder despegarse del mismo.
Se ve a sí mismo como el centro de todo lo que sucede; especialmente se siente responsable de todo lo negativo. Hay que tener en cuenta que el depresivo le gusta ser el centro de atención de su familia y que todos giren alrededor de el, y si es creyente llevará esta actitud a los hermanos de la iglesia.
El depresivo piensa en el futuro, viéndolo totalmente como el presente; catastrófico, así se condiciona, sacando conclusiones apresuradas y negativas sin que existan hechos definidos que fundamenten su conclusión. Esta actitud está ligada a la constante exageración de las cosas que le suceden.
Estas son las actitudes mentales más frecuentes en los depresivos, las cuales podemos analizar a la luz de la Biblia. Mostrarle cómo nuestros pensamientos son muchas veces mentiras de nuestra mente y cómo todo esto genera sentimientos acorde a lo que pensamos. Cómo interpretamos la realidad y bajo qué lentes lo hacemos puede ser un tema a desarrollar, analizando juntos, cómo los hombres de Dios interpretaron su
propia realidad.
Cómo es Dios y de qué manera actúa son pasos importantes para ir analizando, ya que el depresivo posee muchos fantasmas sobre Dios que le llevan a distorsionar la vida espiritual. El perdón, la culpa, el pecado y la ira son temas que al ser conversados deben ser vistos a luz de la Palabra. De más está decir que estos estudios pueden ser una simple referencia de algún texto en particular y no grandes exposiciones teológicas y doctrinales.
La pastoral debe ser «hombro a hombro» y el apoyo dado por el consejero debe ser total. Una buena ayuda es presentarle al sujeto alguien que pueda acompañarlo y discipularlo, siendo de ayuda espiritual y contención emocional.
Ausencio Arroyo.
Hola.. he leído con mucha atención y con mucho agrado su texto y le puedo decir que me he visto reflejado en muchos de los segmentos de este.
Hoy mismo lleno de desesperación he buscado en el Internet información al por que me siento así y doy gracias A DIOS por este texto.
Le agradezco mucho la información que aquí ha puesto.
Hola lesdoy las gracias x poner este tema xq estaba deprimida xla deprecion posparto y esto me a reanimado para seguir a delante q Dios los siga iluminando
Paz hermano deseo de todo corazón que Dios le siga bendiciendo para que esa bendición llegue a mas hermanos Dios a puesto este tema en mi camino pues estoy evangelizando a una persona con este problema.