Las Escrituras

Creemos que las Escrituras, contenidas dentro del Antiguo y Nuevo Testamento son inspirados por Dios, sin error en la escritura original y son la única regla infalible por la cual la conducta humana, creencias religiosas y prácticas deben determinarse.

Dios, El Padre

Creemos en un Dios, el Espíritu Eterno, el Creador, preservador y regidor del universo, que es infinito en sabiduría, santidad y amor. Por su propia iniciativa Dios ofrece salvación a todos los hombres y es digno de nuestro amor, reverencia y obediencia.

Jesús, El Hijo

Creemos que Jesús, el Mesías y Salvador, Unigénico Hijo del Padre concebido por el Espíritu Santo, y nacido de una virgen.

Afirmamos su preexistencia, encarnación, vida sin pecado y muerte como medio de nuestra expiación. Sepultado por tres días y tres noches completos, su resurrección corporal y ascensión al cielo, trabajando actualmente como mediador y sumo pontífice, y en su personal visible e inminente, retorno premilenial para reinar en la tierra como Juez y Rey.

La frase “Unigénico Hijo engendrado del Padre” revela dos verdades complementaras acerca de Cristo Jesús: 1) Su naturaleza inherente y 2) Suposición dentro de la Divinidad.

Respecto de su naturaleza, la frase indica la total Divinidad de Cristo. Por medio del acto del engendramiento, el Hijo consiste de la misma naturaleza, sustancia o “materia” del Padre, El término “engendrado”, por definición, hace Divino al Hijo, ya que el uno por quien él fue engendrado es Divino. Debido a que el Hijo es de la misma sustancia del Padre, es un miembro igual de la Divinidad y comparte con el Padre la naturaleza, atributos y título de “Dios”.

Respecto de su posición, la frase “el Unigénico Hijo engendrado del Padre” y no por sí mismo, está subordinado al Padre en jerarquía. Sin embargo, la subordinación del Hijo no lo hace un separado o segundo “dios”. Por naturaleza, el Hijo permanece igual al Padre, compartiendo con él la Divina y única sustancia de la Divinidad. Aunque el Padre y el hijo difieren en función y posición, la igualdad en naturaleza del Padre y el Hijo preserva la unidad de la Divinidad.

Espíritu Santo

Creemos en el Espíritu Santo como la manifestación y poder que procede del Padre y del Hijo para regenerar, santificar, enseñar, guiar y preservar a todos los creyentes. La obediencia a Dios y el fruto del Espíritu Santo son evidencias de la posesión del Espíritu Santo en la vida del creyente.

El hombre y el pecado

Creemos que el hombre fue creado sin pecado a la imagen de Dios. A través de la desobediencia de Adan el hombre se convirtió en el pecado por naturaleza y por elección, de allí que incurrió en la pena de pecado, muerte física, y finalmente en una condición insalvable de muerte eterna.

El hombre y la muerte

Creemos que la muerte física es un estado de inconsciencia para todas las personas, justas o impías, un estado en el cual permanecerán sin cambiar hasta su resurrección. Los rectos recibirán vida eterna y los impíos la aniquilación.

El hombre y la salvación

Creemos que el hombre es rescatado de la muerte eterna (aniquilación) exclusivamente por la gracia de Dios a través de la Fe, y no por el mérito humano, trabajos o ceremonias. La muerte de Cristo es dada como pago por los pecados, y la salvación es ofrecida a todos los que la aceptan.

La Iglesia

Creemos que la Iglesia de Dios, constituida por creyentes bautizados, que guardan la Fe de Jesús y mandamientos de Dios, es de origen divino bajo el Señorío de Cristo, y existe universal y localmente para la predicación del evangelio, creciendo espiritual, hermandad de los creyentes y para el servicio de la raza humana.

Ordenanzas de la Iglesia

Creemos que Cristo prescribió dos ordenanzas para la Iglesia, las cuales confirman la Fe en El.

A. El bautismo por inmersión, simboliza la muerte del creyente al pecado y nuevo nacimiento en Cristo.
B. La Cena del Señor, como un memorial anual de la muerte de Cristo, simboliza la continua unión del creyente con el Salvador. El lavatorio de pies como un acto de humildad acompaña la Cena del Señor.

Los Diez Mandamientos

Creemos que los Diez Mandamientos, que incluyen el verdadero séptimo día sábado, existentes desde la creación incluidos en el Antiguo y Nuevo Pacto, constituyen el código básico de conducta para toda la humanidad. En obediencia a Dios deben observarse hoy como una expresión de amor a Dios y al prójimo.

La vida cristiana

Creemos que el cristiano, con su confesión de Fe en Cristo es llamado a una vida santa y pía en pensamiento, palabra y obra y ésta es manifiesta en la interrelación con los otros. Empezando en el hogar, el cual Dios estableció con la institución del casamiento, y extendiéndose a la Iglesia y a la comunidad. Porque un cristino ha sido redimido y no para ser redimido debe:

A. Reflexionar que su cuerpo es “Templo del Espíritu Santo” para su selección de diversión, vestido, conducta, hábitos personales y régimen alimenticio; que incluye el comer solamente aquellas carnes designadas por la Biblia como “limpias” para comer.
B. Responder a las necesidades físicas y espirituales de la humanidad al confortar el sufrimiento, hambre, ignorancia, soledad, y como testigo del Evangelio. Por consiguiente, la participación de un cristiano, en guerra es contrario a su llamamiento humanitario.
C. Servir a Dios “En Espíritu y en verdad”. Absteniéndose de las prácticas y celebraciones religiosas que entremezclan el cristianismo con el paganismo.
D. Sostener la misión de la Iglesia, involucrándose activamente en la mayordomía financiera de diezmos y ofrendas.
E. Mantener su relación con Dios, a través de la oración, ayuno, estudio bíblico, adoración y obediencia.

Profecía y segunda venida de Cristo

Creemos que la profecía bíblica identifica ciertos eventos religiosos, sociales y políticos y su dirección, incluyendo el renacimiento de Israel, que preceden y apuntan al inminente retorno de Cristo para establecer su Reino sobre la tierra, culminando en el eterno Reino de Dios. El cumplimiento de la profecía sirve para fortalecer la Fe del pueblo de Dios.

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