Mara Ely

En cada momento de nuestra vida nos enfrentamos a infinidad de tentaciones. El enemigo busca solamente destruirnos, es por eso que constantemente quiere engañarnos, siempre contradiciendo u oponiéndose a las maravillosas promesas de Dios. La humanidad es una de las más grandes creaciones de Dios, Él desea hacer obras extraordinarias con nosotros, así como cuando en los tiempos antiguos, Jehová se manifestó a través de Moisés que le dijo que haría grandes prodigios para dar a conocer el nombre de Dios y su grandeza (Éxodo 34:10). Nuestro Padre quiere hacer que resplandezcamos en medio de las tinieblas de este mundo, sólo que antes de alcanzar esas promesas es necesario que pasemos por pruebas que en ocasiones vendrán en forma de tentaciones, Dios permite que pase esto para que nos aferremos más a Él, ya que solamente Él nos podrá proveer de fortaleza para enfrentar las diversas tentaciones que como adolescentes se nos presenten (y valla que si comenzamos a enumerarlos no terminaríamos). Cada vez que pasamos por situaciones de tentación, Dios espera que en ese momento nos volvamos inmediatamente a Él y que reconozcamos nuestra debilidad como humanos y que nos demos cuenta que cuando confiamos en nuestro Padre, Jehová, El GRAN YO SOY, Él pelea nuestras batallas y es el único que puede darnos la victoria.

La palabra de Dios menciona infinidad de historias de personas valientes que al lado de Dios pudieron alcanzar grandes promesas de Dios y tú podrás pensar “ellos eran adultos, yo soy un adolescente, no he tenido tantas experiencias con Dios” pues déjame decirte que la Biblia relata la historia de un joven que llevó una vida diferente a cualquier joven de aquellos tiempos, su vida es ejemplo para nuestra vida en esta época. La vida de José es relatada a partir del capítulo 37 del libro de Génesis; Él hacía lo recto delante de los ojos de Dios aunque en este tiempo todavía no existían los Diez Mandamientos, él guardaba la ley. Ahora te invito a poner especial atención a la vida de este joven varón y su manera de enfrentar cada situación que vivió:

  • El joven era obediente con su padre, lo honraba y cada cosa que le ordenaba, él obedecía. José no consentía el pecado de sus hermanos, fue odiado y rechazado por ellos y vendido a causa de envidia (Génesis 37.2).
  • A pesar de estar solo y alejado de su familia, Jehová estaba con José y fue prosperado (Génesis 39.2).
  • Aun teniendo la oportunidad, José no cometió pecado de adulterio. Este joven era de hermoso parecer, pero aunque fue tentado en varias ocasiones por la esposa de su amo, él sabía que dormir con la esposa de su amo no era correcto y por sobre todo reconocía a Dios, él dijo: “… ¿Cómo pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39.9 b).
  • Nunca se quejó de la voluntad de Dios, José fue enviado a la cárcel, pero vemos que Jehová estaba en todo momento al lado de él y en cualquier cosa que hacía tenía prosperidad (Génesis 39.23).
  • Su vida cambia radicalmente cuando Dios mueve a José a casa del faraón. Este gobernante reconoció a Dios, sabía que el entendimiento y sabiduría de José provenían del único Dios (Génesis 41.38-39).

Como nos damos cuenta, nosotros no somos los únicos que sufrimos tentación, todos tenemos que pasar por esto para obtener un aprendizaje. El mundo nos sugiere que hagamos muchas cosas que ante los ojos de Dios no son correctas, pero a nosotros nos corresponde ser valientes, ya que estamos hechos para cosas grandes, debemos correr confiadamente hacia la meta que es Cristo Jesús, no podemos permitir que cinco minutos de placer pasajero dañen nuestra relación con Dios. 1 Corintios 10.13 menciona: “No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla”. Nunca dejemos de creerle a Dios y depositar nuestros sueños y anhelos en las manos de Dios, por mas deseable que sea lo que se nos ofrecen, esforcémonos y no dejemos que la tentación robe nuestra fe, nuestra familia y nuestro futuro, la basura del mundo déjasela al mundo, tú y yo somos especiales, como dice 1 Pedro 2.9 “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio…”

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