¿Qué es un siervo?

Un siervo es uno que no es su propio amo sino que tiene otro amo. Una persona sirve a aquello que ocupa la mayoría de su tiempo, o a aquello que tiene prioridad en su corazón, o aquello en que gasta la mayoría de su dinero.

Sea a quien sea o lo que sea que sirves, a ellos o a aquello eres un esclavo o siervo. Un siervo de Dios es uno que se ha destronado a sí mismo y todo lo demás en su vida o experiencia y ha entronado a Jesús y le ha hecho Señor de toda su vida.

Esto significa que pone a Jesús primero en todo. Entonces se espera de nosotros, como discípulos de Jesús, que sirvamos sólo a Dios (1 Corintios 4.1).

Esto significa que pondremos el Reino de Dios primero en nuestra vida (Mateo 6.33), y no serviremos las riquezas, el poder, las posesiones o cualquier otra cosa (Mateo 6.24).

Las marcas de un siervo de Dios.

Busca primero el Reino de Dios (Mateo 6.33).
– Es un siervo de todos (Mateo 20.26-28).
– Mira hacia su amo para recompensa (Mateo 25.21).
– Sirve a los demás y al hacerlo sirve al Señor Jesús (Mateo 25.31-40).

– Está dispuesto a negarse a sí mismo, llevar su cruz diariamente y a seguir a su amo, Jesús (Lucas 9.23).
– Sigue el ejemplo de Jesús en que es desinteresado y sirve, antes que ser atendido (Lucas 22.27).

– Sabe que es más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20.35).
– Es fiel cuando le confían algo (1 Corintios 4.2).
– Lleva las cargas de los demás (Gálatas 6.2).
– Es humilde, manso, paciente y soporta con otros en amor (Efesios 4.2).

– Mira por el interés de los demás así como sus propios intereses (Filipenses 2.4).
– Quiere agradar a su Señor en todo lo que hace (2 Timoteo 2.4).

Los siervos de Dios necesitan ser humildes

Dios odia el orgullo y la arrogancia (Proverbios 3.13), incluso se opone a los orgullosos (1 Pedro 5.5). Desea que nosotros caminemos humildemente con El (Miqueas 6.8).

“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que el os exalte cuando fuere tiempo”. (1 Pedro 5.6). Necesitamos humillarnos. Si lo encontramos difícil entonces debemos pedir a Dios que nos de gracia para ser humildes.

Esto no es el arrastrarse en el polvo. Significa darse cuenta de que nosotros, por nosotros mismos, no somos nada y que necesitamos que Dios reine en nuestro corazón.

Nos hará fuertes y nos levantará en el momento oportuno. Necesitamos confiar en Dios. Esto es ser verdaderamente un siervo y tener la naturaleza de un siervo (Filipenses 2.5-11).

Jesús dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mateo 11.29-30). Podemos aprender la humildad de Jesús siguiendo su ejemplo.

Resumen y aplicación

1. Dios sólo puede usar con eficacia a “nadas”; gente que es quebrantada ante El, como Jesús.

2. Necesitamos morir a nosotros mismos de una manera radical.

3. Nuestro espíritu recobra vida por el Espíritu Santo cuando recibimos a Cristo Jesús como nuestro Señor y Salvador, y es lleno por el Espíritu Santo por primera vez cuando somos bautizados en el Espíritu Santo.

Entonces necesitamos ser continuamente llenos con el Espíritu Santo para poder servir a Dios con eficacia. Al morir a nosotros mismos, nosotros menguamos y Dios aumenta, nuestro espíritu dentro de nosotros tiene más sitio para extenderse para que pueda ser lleno en mayor medida.

Esto nos permite llegar a ser más poderosos y efectivos para Dios. Jesús tenía el Espíritu sin límite (Juan 3.34) porque realmente no era “nada”, por lo tanto Su espíritu podía recibir al Espíritu Santo sin medida.

Nosotros también necesitamos ser quebrantados ante Dios para que el Espíritu en nosotros tenga sitio para salir y afectar la vida de otros, como lo hizo en la vida de Jesús.

Entonces seremos verdaderamente efectivos y fructíferos para Dios al vivir como discípulos de Jesús.

4. Un Discípulo de Jesús tiene muchísimo potencial para Dios, pero esto solamente será realizado si le damos a Dios espacio en nuestra vida para obrar su voluntad.

5. Nuestros puntos fuertes son, frecuentemente, a los ojos de Dios, nuestros puntos débiles.
6. Necesitamos dejar que Dios tenga su voluntad continuamente en nuestra vida.

7. Un verdadero siervo de Dios es el que pone a Dios primero en todo y le sirve sólo a El.
8. Un siervo de Dios se entrega en servicio a las necesidades de su amo, Jesús, y a las necesidades de los demás.

Tomado del libro: Los fundamentos de la vida cristiana