■ Fallecieron cerca de 100 miembros de Hamas, pero la mayoría son bajas civiles, dicen autoridades
■ Es la respuesta a por lo menos “470 disparos de morteros y cohetes artesanales”, asegura Tel Aviv
LaJorndad. Edición del 28 de Diciembre de 2008.
The Independent, Afp, Reuters y Dpa • Fotos AP
Gaza, 27 de diciembre. Aviones de guerra F-16 y helicópteros de combate israelíes bombardearon hoy la ciudad de Gaza y otras localidades del territorio palestino provocando la muerte de al menos 230 personas, durante la más contundente ofensiva de Israel contra el movimiento de resistencia islámica Hamas, que en enero de 2006 se hizo del poder en un proceso electoral.
La lluvia de proyectiles sobre Gaza sorprendió a un grupo de policías que participaban al aire libre en una ceremonia de fin de cursos, pero también puso en jaque a miles de personas que realizaban actividades normales en calles, escuelas, edificios y sitios públicos, de donde emanaron columnas de humo que podían observarse a varios kilómetros de distancia
El espacio abierto donde se encontraban los policías recién graduados se convirtió en pocos segundos en un campo de batalla donde los agentes yacían despedazados o deambulaban heridos.
Mujeres desesperadas corrían a las escuelas para tratar de hallar a sus hijos, mientras en la principal ciudad de este territorio seguía escuchándose el estruendo de bombas que, según el ejército israelí, fueron dirigidos específicamente contra 40 instalaciones donde realizan actividades miembros de las fuerzas paramilitares de Hamas.
Después de varios minutos de agitación y sicosis, los palestinos de la franja de Gaza –con una población de un millón y medio de personas– pudieron darse cuenta que la ofensiva militar es la mayor demostración de fuerza en un solo día desde que Israel lanzó la Guerra de los Seis Días en 1967 y arrebató a Egipto el control de esta zona, en la costa mediterránea.
En el hospital Al Chifa de Gaza, decenas de personas se agolpaban en los accesos generales para buscar a sus familiares.
En esos momentos socorristas improvisados en autos particulares o paramédicos profesionales llegaban con heridos o cuerpos hechos trizas, algunos en camillas, pero otros envueltos en sábanas. Funcionarios de servicios sanitarios informaron que el bombardeo hirió a unas 700 personas.
En la morgue, un hombre trataba de ordenar la continua llegada de personas y pedía que se retiraran del lugar tan pronto como identificaran los cadáveres. La cifra de muertos, según las autoridades, podría aumentar cuando los equipos de rescate retiren escombros de edificios bombardeados.
Pese a la alegada precisión de los ataques, los vidrios de decenas de casas fueron destrozados por los misiles. Un edificio de 10 pisos donde funciona una asociación de apoyo a los prisioneros de Hamas, quedó totalmente destruido.
Testigos afirmaron que las bombas también cayeron en la vecina Beit Lahia y Yabalia. Por la noche, Hamas informó que Israel bombardeó una mezquita en Gaza.
Las autoridades locales informaron que sólo un centenar de los muertos son miembros de las fuerzas de seguridad palestinas, mientras que el resto son civiles.
Según un comunicado de la oficina del primer ministro Ehud Olmert, la operación Plomo Endurecido fue aprobada por el gabinete el 24 de diciembre y el objetivo es acabar con los ataques de cohetes artesanales Qassam que lanzan los milicianos de Hamas.
Olmert –acusado de corrupción en su país– y la ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni –quien se perfila como sucesora en la jefatura de gobierno–, autorizaron en la mañana de hoy la salida de las naves de guerra.
Según el Ministerio de Defensa israelí, el ataque fue preparado en respuesta a “unos 470 disparos de mortero y cohetes artesanales Qassam” de combatientes de Hamas, desde que terminó el 18 de diciembre una tregua de cinco meses.
“No será fácil y no durará poco”, dijo el ministro de Defensa Ehud Barak. “Había llegado el momento de actuar. No estamos felices, pero tampoco atemorizados. No dejaremos que el terror dañe a nuestros ciudadanos y soldados y haremos todo lo necesario. Hay un tiempo para la calma y otro para pelear, y ahora ha llegado el tiempo de pelear”, agregó.
La última vez que fuerzas militares israelíes se involucraron en una guerra fue en el verano de 2006, cuando Tel Aviv invadió Líbano con el fin de acabar con el movimiento Hezbollah. En 33 días de combates murieron 300 militantes islámicos y 900 civiles.
Hamas asumió la jefatura de gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) a mediados de 2006, después de haber ganado los comicios parlamentarios al partido del presidente Mahmoud Abbas, sucesor de Yasser Arafat.
Israel advirtió en aquel entonces que no reconocería al gobierno de Hamas, encabezado por Ismail Haniyeh, si esa organización no eliminaba de sus principios la determinación de acabar con el Estado israelí, constituido en 1948.
Además de bloquear recursos fiscales para el gobierno encabezado por Haniyeh y de promover que otros países detuvieran sus fondos, Tel Aviv mantuvo el bloqueo naval y terrestre a la franja de Gaza, lo que varias organizaciones que han llevado ayuda humanitaria han denominado “castigo colectivo” de Israel, que incluye la limitación de todo tipo de combustibles.
Varios funcionarios del gobierno de Abbas denunciaron desde la sede de la ANP que la agresión israelí no es sólo contra Hamas, sino que constituye un “crimen de guerra” contra todos los palestinos.
Desde Siria, donde vive exiliado, el máximo dirigente de Hamas, Jaled Meeshal, instó al pueblo de Palestina que reside en Cisjordania “a demostrar su apoyo a sus hermanos en Gaza lanzando una tercera intifada (levantamiento), porque la victoria sólo puede ser lograda con la resistencia y las operaciones de la jihad”.
La primera intifada se llevó a cabo a finales de los años 80, lo que propició el retorno de Arafat a Ramallah; la segunda tuvo lugar en septiembre de 2000.