PD. Las personas creyentes son más felices y cuentan con una mejor salud mental que los ateos o agnósticos. Esta es la principal conclusión del estudio Relationships Among Spirituality, Religious Practices, Personality Factors and Health for Five Different Faith Traditions de la Universidad de Misuri, que dirigió el profesor de Estudios Religiosos Dan Cohen.
“La buena salud mental de las personas que se recuperan de distintas enfermedades, como el cáncer, las lesiones de médula espinal, los traumatismos cerebrales o la apoplejía guarda una relación directa con las creencias espirituales y, sobre todo, con sus prácticas religiosas”, indica el investigador. Unos resultados que, según recomienda Cohen, deberían ser tenidos en cuenta para adaptar los tratamientos y programas de rehabilitación a las inclinaciones espirituales de cada individuo.
Los resultados del estudio parten de tres encuestas en las que participaron no creyentes y practicantes de las cinco principales religiones del mundo: católica, protestante, musulmana, budista y judía. De ellos se desprende una relación directa entre el grado de espiritualidad de los participantes y su capacidad mental para superar o convivir con ciertas enfermedades crónicas.
Los participantes del estudio con fuertes creencias religiosas coincidían en ciertos rasgos positivos de la personalidad que los diferenciaban de los ateos, como la ausencia de egocentrismo y una escala de valores más vinculada a lo trascendental, en lugar de a lo material.
Aunque lo más interesante, añade Cohen, es que “cuanto mayor sea el grado de participación en distintas actividades religiosas, menos posibilidades hay de caer en depresiones y otros problemas mentales”. Por tanto, defiende que “las creencias pueden ser clave para minimizar los traumas generados al contraer una enfermedad grave”. Las creencias influyen positivamente en los procesos de rehabilitación médica.
En las conclusiones del estudio, los autores señalan que la intervención espiritual o religiosa de los pacientes, basada en la meditación espiritual y la búsqueda de los puntos de vista trascendentales, es una estrategia necesaria para afrontar de la manera más positiva posible las recaídas físicas o psicológicas, pero Dan Cohen va mucho más allá.
Según este especialista en estudios religiosos, los beneficios de los individuos con una personalidad configurada por los valores de la religión, no solo se circunscriben a sus propios intereses, sino al resto de la sociedad, haciéndola “más pacífica y solidaria”. El trabajo, que fue publicado en el último número del Journal of Religion and Health, contó también con la participación de psicólogos e investigadores médicos.
Uno de los pilares de la investigación se centra en el grado de neurotismo de las personas, un rasgo que define el mayor o menor grado de estabilidad emocional. De este modo, las personas con profundas creencias religiosas presentaron un nivel bajo de neurotismo, lo que las lleva a ser más seguras, sufrir menos episodios de ansiedad, menos preocupaciones y tensiones; unos rasgos vinculados a la sintomatología psicosomática. Todo lo contrario que la muestra de individuos ateos o agnósticos, que además se inclinaban más hacia los pensamientos negativos responsables de intensificar todavía más sus sufrimientos.
Las creencias “son un mecanismo psicológico de defensa”, explica el director de la investigación, que permite a las personas lidiar emocionalmente con el estrés y otros trastornos neuronales, independientemente de la religión que se procese, según matiza Cohen. Las personas con fe tienen menos posibilidades de sufrir ansiedad y depresiones.