Relaciones Judeo-Cristianas

«La Pasión de Cristo»: dolor judío, responsabilidad cristiana

Una declaración de cristianos preocupados

Septiembre de 2004

La película de Mel Gibson, «La Pasión de Cristo» acaba de aparecer en formato de DVD y video. Esto nos ocasiona una profunda preocupación como personas cuyos compromisos de fe incluyen el amor y el respeto por la tradición judía, y el arrepentimiento por la opresión que anteriores generaciones de cristianos infligieron al pueblo judío. Conocemos las repetidas declaraciones de Gibson en el sentido de que él no culpa a los judíos por la muerte de Jesús; también sabemos que muchos de los espectadores del film honestamente no son conscientes de sus elementos antijudíos. Pero nosotros nos sentimos obligados, por lo que sabemos y por nuestra fe, a alertar a nuestros hermanos cristianos sobre las desfiguraciones y las insinuaciones de la película. No pretendemos atacar al señor Gibson en forma personal ni poner en duda la fe de ningún espectador. Sólo queremos poner en claro algunos de los problemas de la película y alentar a los cristianos a superarlos según su propia perspectiva..

Las representaciones de la Pasión han tenido un doloroso y violento impacto sobre las comunidades judías desde los tiempos medievales hasta la actualidad. Quienes representaban la Pasión quizá no tuvieran la intención directa de causar daño a sus vecinos judíos, pero esas escenificaciones muchas veces envenenaron las actitudes e incitaron a la violencia contra las comunidades judías, a veces con consecuencias letales. Las representaciones de la Pasión han desempeñado un influyente papel durante largos siglos de antijudaísmo cristiano, no sólo en la respuesta inmediata a alguna descripción en particular, sino también en el hecho de elaborar una imagen persistentemente negativa de los judíos entre personas en general de buena voluntad. Actualmente, la herencia de las actitudes cristianas antijudías sigue alimentando el antisemitismo mucho más allá de los teatros o las iglesias donde se ponen en escena representaciones de la Pasión. El antisemitismo es la expresión de actitudes, conductas o propagandas que apuntan contra los judíos, en forma individual o colectiva, basándose en acusaciones y estereotipos maliciosos. La desprestigiada acusación de que los judíos son «asesinos de Cristo» sigue apareciendo en las expresiones del antisemitismo tanto americano como europeo, y todavía es un problema grave. Una reciente encuesta de Gallup reveló que el 37% de los adultos jóvenes norteamericanos considera a los judíos responsables de la muerte de Jesús. En el Reino Unido, las profanaciones de sinagogas se triplicaron en el término de dos años a partir de octubre de 2000, mientras que los ataques físicos contra judíos se hicieron más habituales y más violentos. El flagelo del antisemitismo es real y está presente, y tenemos que hacer todo lo posible por evitar que el veneno del pozo del antijudaísmo cristiano aumente sus mortíferos efectos.

«La Pasión de Cristo» es una vigorosa descripción de las últimas horas de Jesús, que se asemeja mucho a las tradicionales representaciones de la Pasión. Lamentablemente, incluye en gran parte su herencia antijudía, junto con aspectos más positivos. Alienta los malentendidos sobre el papel de los judíos y sus autoridades de Jerusalén en tiempos de la muerte de Jesús, por ejemplo, con las gratuitas caracterizaciones antijudías. La promoción que muchos cristianos hacen de la película ignora en gran medida el dolor y la preocupación de la comunidad judía con respecto a ella.

En conformidad con las declaraciones de muchas Iglesias que han repudiado la «enseñanza del desprecio» hacia los judíos y el judaísmo, exhortamos a los cristianos a considerar estos aspectos antijudíos y tomar medidas activas para mitigar su influencia. En primer lugar, advertimos a los espectadores contra el hecho de ver el film como una representación basada en los hechos de la Pasión de Jesús. El estudio de la película, confirmado por las propias palabras de Gibson en repetidas entrevistas, ha establecido que para elaborar el guión se unieron visiones, leyendas y material de ficción en una combinación selectiva de los relatos de los cuatro evangelios. Estos materiales de visiones o de ficción no bíblica incluyen una descripción de Satán y numerosos demonios, el retrato de Barrabás como alguien bestial (haciendo así que la preferencia de la multitud por él sea aún más vil), y la flagelación doble y frontal de Jesús, un tormento que hubiera desgarrado sus órganos vitales y lo habría matado en el momento. Eso no es históricamente fidedigno ni teológicamente válido.

Los materiales agregados, algunos procedentes de varios siglos después del tiempo de Jesús, reflejan actitudes antijudías de las épocas a los que pertenecen. Una simple coincidencia entre esos materiales y algún elemento de un relato evangélico no los legitimiza como fuentes, ya que incluso los evangelios son productos de una situación histórica, y muestran fuertes contrastes entre Jesús y sus hermanos judíos a expensas de su afinidad y su afecto por ellos. El film provocó una gran variedad de reacciones por parte de los espectadores: esto es un testimonio de la ambigüedad de su mensaje central. La ambigüedad favorece los malentendidos y la explotación de la película con fines antisemitas. Incluso sin malas intenciones, los espectadores no pueden extraer toda la riqueza del mensaje evangélico, pues este film es inadecuado como base para formular una comprensión de Jesús y su Pasión.

En segundo lugar, la película incluye explícitamente muchos elementos antijudíos que consideramos una afrenta al evangelio. Las figuras judías son descriptas en forma más negativa que las otras: los críticos han demostrado esto en sus análisis de la música, el vestuario, el diseño cinematográfico y las caracterizaciones. Los elementos no bíblicos introducidos en la historia contribuyen a esta imagen negativa: los guardias de Jesús presionan a Judas para que traicione a Jesús; los niños judíos son transformados en demonios; y el juicio divino en forma de terremoto cae con más rigor sobre el templo judío que sobre el resto de Jerusalén.

La descripción negativa de las figuras judías es particularmente evidente cuando se compara al gobernador romano, Poncio Pilato, con el sumo sacerdote judío Caifás. Pilato se muestra alternativamente prudente, vacilante, solícito, y resignado a la suerte que le espera a Jesús, presentando un carácter comprensivo. En cambio, Caifás no muestra simpatía por el flagelado Jesús. Ni siquiera se arrepiente cuando en el Calvario le arrojan una acusación directa y no bíblica de su propia culpa, que expresa el antiguo estereotipo antisemita del despiadado poder judío que conspira para controlar los hechos históricos. Contrariando las confesiones de las Iglesias en el sentido de que fue el pecado humano universal el que crucificó a Cristo, y que los judíos de ninguna manera son especialmente responsables de su muerte, la concepción artística, la dirección y el tono de este film expresa la tradición de odio de las antiguas representaciones antijudías de la Pasión.

En tercer lugar, debemos disentir con las opiniones de nuestros colegas cristianos que recomiendan la película y sus virtudes, ignorando sus graves defectos. Reconocemos que mucha gente reaccionó en forma positiva al film, pero nos parece lamentable que líderes cristianos pasen tan fácilmente por alto su carácter antijudío en favor de lo que ellos perciben como aspectos positivos. Sin duda, «amar al prójimo como a uno mismo» significa en primer lugar entender qué le causa dolor y sufrimiento a ese prójimo; pero la aprobación cristiana a este film ha ignorado la profunda y legítima preocupación de muchas personas de la comunidad judía. Qui
enes en forma acrítica promocionan esta película, pensando sólo en los beneficios que pueda traer a sus comunidades religiosas, están haciendo oídos sordos al sufrimiento suscitado por esas descripciones de la Pasión, incluso en la memoria reciente. Esta insensibilidad es inexcusable.

En Norteamérica, esta película obligó a los cristianos a enfrentar nuevamente los problemas del antijudaísmo y el antisemitismo, y la responsabilidad que tienen las figuras públicas en lo que ofrecen a las comunidades justas y pacíficas. Apreciamos los esfuerzos de aquellos que, antes y durante la exhibición de la película en las salas cinematográficas, demostraron la fuerza de la amistad entre judíos y cristianos, que se ha desarrollado durante el último medio siglo.

Al mismo tiempo, debemos expresar nuestra permanente preocupación en cuanto a los efectos de esta película. En las exhibiciones privadas de los próximos años, ya no será tan fácil acceder a los beneficios de la discusión y la educación públicas que hemos visto últimamente. La comunidad cristiana tiene la responsabilidad hacia el evangelio de hacer todo lo posible para mitigar el impacto antijudío de esta película dondequiera que se la exhiba. Limitarnos a señalar que no se registró ninguna violencia antisemita nos da un mínimo de tranquilidad, pero debemos considerar los efectos de largo plazo en la imaginación cristiana de esas imágenes de multitudes judías furiosas, las representaciones fríamente calculadas de líderes judíos de narices ganchudas, o las escenas de crueldades inexplicablemente infligidas a Jesús por personajes judíos, exagerando o distorsionando el Nuevo Testamento.

El núcleo del evangelio cristiano es la reconciliación de Dios con el mundo, y el cumplimiento del reino que Jesús proclamó traerá la reconciliación con toda la creación. En ese espíritu, que es el necesario contexto para entender el sufrimiento y el sacrificio de la Pasión, renovamos nuestro compromiso de trabajar por la reconciliación entre cristianos y judíos. Exhortamos a nuestros hermanos cristianos a unirse a nosotros. Que éste sea para nosotros un tiempo de valentía, en que nos libremos del temor y la timidez por la seguridad de vida de Dios. Que seamos conformados en el amor a nuestro prójimo por el ejemplo de Jesús. Que podamos compartir la pasión de Cristo por la paz, la justicia y la dignidad humana, una pasión por la cual él murió y resucitó a la vida nueva.


Esta declaración fue preparada por el Dr. Peter A. Pettit, profesor auxiliar de Religión y director del Institute for Jewish-Christian Understanding del Muhlenberg College (Allentown, Pennsylvania), y el Dr. John C. Merkle, profesor de Teología del College of St. Benedict (St. Joseph, Minnesota) y St. John’s University (Collegeville, Minnesota), y director asociado del Jay Phillips Center for Jewish-Christian Learning. Fue publicada el 8 de septiembre de 2004, y firmada, hasta el momento, por más de 120 académicos y líderes cristianos de los Estados Unidos, Canadá, Australia, Israel, Alemania, Noruega, Suecia, Polonia y España. Para ver la lista completa y agregar su firma: ijcu.org

 

(Traducción del inglés: Silvia Kot)top of page

2004-09-29

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