LP. Reynaú O.Santiago Marroquín, México

No hay una sola respuesta a la pregunta. Cada uno la responde a partir de sus propios intereses y con sus propios lentes. Unos creen en un Jesús milagrero que comparte y reparte sin medida. Otros, en un Jesús moralista que anda con el látigo en sus manos viendo a quién castigar. Más de uno, lo sigue concibiendo como el Jesús niño, objeto de cuidado, ternura y protección. ¿Quién de todos tiene la razón? Hay quienes lo perciben como un rompecorazones al grado de excitarse al escuchar su nombre y descargar en él todas las pasiones y las energías.

Lo contradictorio en quienes dicen ser seguidores y fieles adoradores de Jesús es su estilo de vida. Y como Jesús es el Rey de los reyes y el Señor de los señores, sus adoradores han de vivir como tales.

Sesenta y cuatro años después de la muerte de Dietrich Bonhoeffer, su preocupación acerca de la identidad de Jesús aún tiene sentido: “Lo que incesantemente me preocupa es la cuestión de….¿Quién es Cristo realmente hoy para nosotros? Nos atrevemos a dar una respuesta a la pregunta, parafraseando un poco la frase de Paulo Freire: “La mejor manera de pensar, es pensar en la práctica” por “la mejor manera de responder a la interrogante ¿Quién es Cristo realmente hoy para nosotros? es poner en práctica su testimonio de vida y entrega” de manera que, lo más importante no es la respuesta que demos, si no quedarnos con la pregunta y en lugar de responder con palabras “responder con el testimonio de vida”. Algo teórico e incuestionable acerca de la identidad de Jesús es que a él no le interesaba que el pueblo judío lo reconociese como el Mesías. Durante su ministerio fue portador de la luz y las cosas que él predicaba eran raras y contrarias al judaísmo; sus creencias e interpretaciones religiosas difería de la de los líderes religiosos de su época, al igual que su testimonio de vida: hablaba con las mujeres, comía con los ladrones y prostitutas. “Los sabios y los poderosos tenían que eliminarlo. ¿Podría ser de otra manera? Era necesario que muriera así, asesinado y no enfermo de vejez…¿Quiénes creéis que lo mataron? ¿Los malos? No. A Jesús lo asesinaron los buenos de turno, los más respetados y creídos en aquella sociedad. A Jesús lo mataron los escribas, los fariseos y sacerdotes…”1

¿Quién es entonces Jesús hoy para nosotros? ¿Dónde podemos encontrarlo? Cuentan los biógrafos del Che Guevara que fue hallado entre sus papeles una de sus poesías favoritas escrita por León Felipe:

“Cristo te amo
no porque bajaste de una estrella
sino porque me descubriste
que el hombre tiene sangre,
lágrimas
congojas
llaves
herramientas
para abrir las puertas cerradas de la luz…”

Transcribimos algunas estrofas de dos canciones que esclarecen nuestro concepto de la identidad de Jesús y de la forma como hemos de demostrar su presencia en nosotros.

Con vosotros está.2
“Su nombre es “El Señor”
y pasa hambre,
y clama por la boca del hambriento;
y muchos que lo ven
pasan de largo,
acaso por llegar temprano
al templo.
Su nombre es “El Señor”
y sed soporta,
y está en quien de justicia
va sediento,
y muchos que lo ven
pasan de largo,
a veces ocupados en sus rezos.
CON VOSOTROS ESTÁ
Y NO LE CONOCÉIS,
CON VOSOTROS ESTÁ,
SU NOMBRE ES “EL SEÑOR”.
Su nombre es “El Señor”
y está desnudo,
la ausencia del amor
hiela sus huesos,
y muchos que lo ven
pasan de largo,
seguros y al calor de su dinero.
Su nombre es “El Señor”
y enfermo vive,
y su dolor es el de la agonía,
y muchos que lo saben
no hacen caso,
tal vez no frecuentaba
mucho el templo.
Su nombre es “El Señor”
y está en la cárcel,
está en la soledad
de cada preso,
y nadie lo visita y hasta dicen:
tal vez ese no era
de los nuestros.
Su nombre es “El Señor”,
El que sed tiene,
él pide por la boca
del hambriento,
está preso, está enfermo,
está desnudo,
pero él nos va a juzgar
por todo eso”.

Imaginemos el camino que tenemos por delante. Cada persona con su propia forma de ser, sus angustias y alegrías, variedad de sentimientos y estados de ánimo. Todos y todas “estamos en el camino”. Jesucristo, el eterno caminante, ha venido a nosotros. Nos ha encontrado sin nosotros buscarle. Y se ha dispuesto caminar con nosotros, fortalecernos en nuestras angustias y recordarnos que el camino sigue aún medio de las adversidades. Tiene poder para curar nuestras dolencias y cerrar nuestras heridas, sólo que, no siempre lo hace para que encontremos mayor sentido a la vida y descubramos que aún en medio de las adversidades, él tiene algo que decirnos. Así como aquellos discípulos que caminaban a Emaús, tristes y desanimados por lo que estaba sucediendo y que fueron acompañados y asistidos por Jesús, asimismo en la actualidad, Jesús nos acompaña y asiste con su gracia. Más que cristianos debemos ser “seguidores de Jesús” y evitar encerrarlo en dogmas o en doctrinas. Jesús, es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, cuya voluntad es que “caminemos en amor, servicio, cuidado, ternura, justicia y misericordia”. Si asumimos su testimonio en nuestra vida, contribuiremos en la reconstrucción de nuestra sociedad y de nuestro mundo, nuestra gran casa común.

“Jesús de Nazaret, hermano y amigo
de los que luchan por la justicia.
Tu mensaje es cual semilla de trigo
que brota en medio de los espinos.
La muerte que te impusieron
resultó más débil que tu vida.
Probaste con tu resurrección
la derrota de tus verdugos.
Viviste y moriste como profeta
Consciente de tu razón de ser.
Tu lucha es ahora nuestra lucha,
Tu victoria es nuestra victoria.
Caminas con nosotros, hermano nuestro”.3

1 Anthony de Mello. De la A a la Z. Lumen: Buenos Aires. 2001. Pág. 112.

2 Letra: José Antonio Olivar.

3 Reynaú Omán. 19 de marzo, 2008. 13: 45 horas.

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