Sugel Michelén
La palabra “protestante” comenzó a usarse para designar a los partidarios de la Reforma del siglo XVI a raíz de la protesta que un grupo de príncipes alemanes presentaron por escrito en la segunda Dieta de Spira, en 1529.
Tres años antes se había resuelto que cada estado se responsabilizara ante Dios, no ante el Emperador, de la religión de sus súbditos y que no se debía poner impedimento a la predicación de la Palabra de Dios.
Pero en la Dieta del 1529 el representante del Emperador anunció que esa ordenanza quedaba revocada y que debía reinstaurarse el antiguo sistema de gobierno eclesiástico con el catolicismo romano a la cabeza. Los príncipes, indignados, entregaron un documento en el que aparecía repetidas veces la palabra “protestamos”, de donde se derivó el apelativo “protestantes”.
Este movimiento reformador del siglo XVI no fue el inicio de una nueva religión, sino la manifestación del deseo de muchos en la Edad Media tardía de que la iglesia fuera restaurada y renovada conforme al patrón bíblico. Por eso el movimiento se mantuvo apegado a las grandes declaraciones de fe del cristianismo histórico.
Descansando en la enseñanza del Nuevo Testamento los reformadores proclamaban que la salvación es un regalo de la sola gracia de Dios y del cual somos hechos partícipes únicamente por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo. De igual modo proclamaban que la Biblia, como revelación inspirada de Dios, es nuestra única regla segura e infalible de fe y práctica.
Andando el tiempo, el término “protestante” comenzó a usarse indiscriminadamente para designar a todos los grupos disidentes de Roma, aún aquellos que no se adhieren a los principios bíblicos sostenidos por la Reforma.
Algo similar ocurrió con el término “evangélico”. Hasta hace un poco más de cien años “evangélico” era aquel que había abrazado de corazón el evangelio de Cristo descansando únicamente en la Biblia como su autoridad doctrinal y práctica. Hoy día son tantos y tan variados los grupos religiosos designados popularmente con estos términos que su significado real se ha perdido casi por completo.