Por: Zabdiel

Conforme a nuestra naturaleza de humanos es indispensable para nuestro cuerpo ingerir alimentos para tener sustento físico. Actualmente podemos tener a nuestro alcance alimentos naturales y alimentos procesados pero, de acuerdo a expertos en la salud no todos son buenos para nuestro cuerpo en circunstancias específicas y aún en la vida diaria. Por ejemplo: el cerdo es la primer carne que los médicos prohíben a un paciente.

Dejando de lado lo humano, las Escrituras nos hablan mucho acerca de los alimentos que son buenos y no son buenos para nuestro cuerpo. La Biblia nos muestra que desde el origen de todos los tiempos Dios ha tenido especial cuidado en la alimentación de sus hijos.

El primer libro de la Biblia, en su versículo primero dice: «En el principio Dios creo los cielos y la tierra» (Génesis 1:1), la mar y todas las cosas que en ellos hay. Más adelante encontramos que Dios también creo al hombre, a su imagen y semejanza (Génesis 1:26).

El hombre recién creado, necesitaba alimentarse para poder subsistir, entonces Dios le indica que fue creado para tal fin. «Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda hierba que da simiente, que está sobre la haz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, seros ha para comer.» (Génesis 1:29)

Con el paso de los años los hombres fueron olvidándose de Dios y se apartaron de sus ordenanzas. Dios se arrepiente de haber hecho al hombre en la tierra (Génesis 6:6) es entonces que indica a Noé hacer un arca de madera porque mediante un diluvio limpiaría toda la tierra haciendo morir desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo. (Génesis 6:7,17).

Nota: el diluvio tuvo lugar cerca del año 2,448 antes de Cristo.

El objetivo del diluvio era erradicar al hombre malo de la tierra, no así su creación. Es por esto que Dios salvaría a Noé, los animales y los alimentos (Génesis 6:18-20), no obstante, Dios le especifica a Noé que lleve consigo en el arca a más animales limpios y menos animales no limpios. «De todo animal limpio te tomarás de siete en siete, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, dos, macho y su hembra. También de las aves de los cielos de siete en siete, macho y hembra; para guardar en vida la casta sobre la faz de toda la tierra.» (Génesis 7:2-3). «E hizo Noé conforme á todo lo que le mandó Jehová.» (Génesis 7:5).

Del capítulo uno al siete en el libro del Génesis no se habla de ley de alimentación o de clasificación de animales, sin embargo, la escritura muestra la importancia que Dios hace sobre la clasificación de los animales que el mismo creo.

Después del diluvio la Escritura no vuelve a hablar acerca de lo limpio y no limpio sino hasta el Levítico cuando Moisés y Arón reciben instrucciones de parte de Dios acerca de los animales que se pueden comer (Levítico 11:1-2).

Analizando Levítico 11 (1,490 A.C.) encontramos los animales que se pueden comer:

•De los cuadrúpedos: los que tienen pesuña hendida y rumian (3-8).
•Los animales de las aguas: los que tienen aletas y escamas (9-12).
•En cuanto a las aves, Levítico 11:13-19 sólo indica ejemplos de las que no se deben comer y de estos se deduce que: o se deben comer las aves carroñeras, las que se comen a otros animales, las de pico prominente y las que entre sus dedos de las patas tiene cartílago.
•Los reptiles alados: los que tienen cuatro patas más piernas para saltar (20-23).

No se pueden comer por ser inmundos:

•Cuadrupedos que andan sobre garras (27).
•Reptiles que se arrastran sobre la tierra (29-31).
•Todo lo que anda sobre su pecho, y todo lo que anda sobre cuatro o más patas (42).

En Deuteronomio 14 también podemos encontrar la clasificación de animales limpios y no limpios.

La Escritura no solo nos muestra la clasificación de los animales que se pueden comer, también nos muestra casos específicos en que los hijos de Dios se abstuvieron de contaminar su cuerpo con alimentos no aptos para su consumo, y también casos en los que se sanciona el consumo de esos alimentos.

•A la mujer de Manoa, un ángel se le apareció para informarle que hiba a concebir a Sansón. El ángel le indica que no debe comer cosa inmunda (Jueces 13:2-5, 7 y 14, 1,143 A.C.).
•En el último capítulo de Isaías, el profeta habla sobre quienes serían juzgados. «Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de puerco, y abominación, y ratón; juntamente serán talados, dice Jehová. Porque yo entiendo sus obras y sus pensamientos: tiempo vendrá para juntar todas las gentes y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria.» (Isaías 66:17-18, 698 A.C.).
•Daniel 1 (607 A.C.) narra como el profeta Daniel, Ananías, Misael y Azarías no se contaminaron con las comidas de Nabucodonosor rey de Babilonia.
•Dios anuncia a Ezequiel el sitio que padecería Jerusalén y como sufriría por la comida (Ezequiel 4, 595 A.C.). El profeta le dice al Señor: «…he aquí que mi alma no es inmunda, ni nunca desde mi mocedad hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda.» (Ezequiel 4:14).
•Cuando el apóstol Pedro recibe visión para aceptar llevar el evangelio al pueblo no judío menciona que él no ha comido cosa común o inmunda (Hechos 10:14, y 11:8, año 41 D.C.)

En estos pasajes de la Escritura se puede ver que por siglos los hijos de Dios se han cuidado de no contaminar su cuerpo con alimentos inmundos.

Muchas corrientes religiosas argumentan que la ya no es necesario cuidar la alimentación y emplean el pasaje de Hechos 10:11-16 para respaldarse. Toman textualmente el versículo que dice: «Y volvió la voz hacia él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.» (Hechos 10:15). Al revisar el contexto de la cita podemos ver claramente como el pasaje no se refiere a una enseñanza acerca de los alimentos. Sociedades Bíblicas Unidas divide la Biblia en temas de acuerdo al contenido de los versículos y. en el caso de Hechos 10 es la siguiente:

•Pedro y Cornelio (10:1 – 10:33)
•Discurso de Pedro en casa de Cornelio (10:34 – 10:43)
•Los no judíos reciben el Espíritu Santo (10:44 – 10:48)
•Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén (11:1 – 11:18).

De lo anterior podemos concluir que el libro de los Hechos en su capítulo 10 no se enfoca a los alimentos si no a la visión que Pedro tuvo para entender que Dios quería que el evangelio llegará a los gentiles (personas no judías), y en el capítulo 11 lo recalca ante la iglesia de Jerusalén.

Por todo lo anterior podemos concluir que Dios nos revela en la Escritura como desde la creación hasta los tiempos de los apóstoles nos manifiesta su voluntad acerca de los alimentos que no debemos ingerir, por tanto, es necesario apegarnos a sus ordenanzas.

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