En el tiempo del profeta Amós las condiciones en Israel eran muy injustas: los ricos y poderosos oprimían a la población, haciendo que los pobres perdieran sus bienes y que en muchos casos se convirtieran en esclavos por no poder pagar sus deudas.

Por esto la clase dominante y poderosa del pueblo de Dios merecía el justo juicio de Dios, y el encargado de anunciarlo fue Amós. Si no lo tomaban en cuenta y no cambiaban de conducta, el castigo del cielo sería su único futuro.

Pero, aunque el mensaje era muy duro, estaba lleno de esperanza, pues el castigo tenía el propósito de purificar a su pueblo y de convertir a sus miembros en seres humanos a la medida del reino de Dios para la salvación de toda la humanidad.

El mensaje de Amós también sirve para este tiempo si dejamos que nuestras condiciones sociales las veamos por medio de lo que dijo el profeta y no por lo que dicen los “profetas” de nuestra sociedad: La televisión, la moda, la política y todo aquello que sirve para idolatrar al dinero y al poder; si dejamos que su mensaje juzgue lo que hacemos por los oprimidos y, sobre todo, lo que dejamos de hacer por ellos. Por supuesto también podemos oír su llamado al arrepentimiento para que disfrutemos de la abundancia y bendiciones que tiene el reino de Dios, muy distintos a los que imponen los reinos de los hombres.

Por último, podemos suponer que Amós nunca imaginó que tendría esta misión y que sería capaz de hacerla, quizá tampoco nosotros, pero eso no importa cuando Dios llama, no se necesita ser un profeta profesional ni un experto en doctrina; lo que importa es responder con todo nuestro ser a su llamado y estar dispuestos a depender solo de su Palabra.

¡Dios les bendiga!

Fraternalmente
Departamento Nacional de Educación Cristiana

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