Nicolás Panotto

De búsquedas, caminos y encuentros

Formación de la Comunidad de Aprendizaje “Mauricio López”

Toda búsqueda está condicionada a distintos factores e impulsada por diversas razones. Se busca porque se desea encontrar algo anhelado, cosas hasta entonces no experimentadas en el camino transitado o, por otro lado, del deseo de evitar experiencias no gratas ya vividas. Lo que sí es seguro es que toda búsqueda implica no solo el anhelo por encontrar lo que se desea sino también la alegría del encuentro con aquellos/as que hacen el camino juntos y juntas en la búsqueda y el encuentro de lo nuevo.

Los espacios de reflexión y educación teológica también son caminos fascinantes de búsquedas, desencuentros y encuentros, muchas veces duros de transitar pero que vale la pena ser emprendidos. Haciendo un análisis de este camino en Argentina, creo que no existe institución alguna de educación y reflexión teológica que no se encuentre, de alguna manera, en crisis. Y crisis de todo tipo: económica, estructural, pedagógica, institucional, ideológica, etc. Estos avatares en el camino se podrían comprender desde los choques entre los modelos y las temáticas que se abordan, en la situación del contexto general que vivimos a nivel nacional, continental y mundial; el ya conocido problema de la falta de actualización (en todos los campos). Por ello, a la hora de buscar un espacio abierto a “nuevas búsquedas” frente a los retos actuales, que intente repensar la fe en consonancia con las circunstancias, pocas son las opciones.

En línea con lo que decíamos anteriormente, existen, a mi criterio, dos nuevas búsquedas (que no se restringen sólo al ámbito teológico sino a todos los espacios educativos). Primero, la necesidad de nuevos marcos pedagógicos. Ya son bien sabidas las críticas a los modelos tradicionales de educación donde los “a-lumnos” (o sea, los y las no “iluminoados/as”) son simples receptáculos de información que reciben de un profesor/a, sin posibilidad de crítica o elaboración propia alguna. O, por el otro lado, una educación encaminada en la “práctica” (pastoral, misional, ministerial, etc.), centrada en proveer “herramientas” y “metodologías”, sin considerar la necesidad de comprender la situación, la historia y los marcos del contexto de las comunidades eclesiales a través de una actitud crítica, para lo cual se hace necesaria la aprehensión de conceptos, de ideas, de perspectivas, de teorías y, por sobre todas las cosas, de una conciencia dinámica, crítica y en continua búsqueda y “sospecha”.

La segunda necesidad es la falta de actualización de los currículos académicos. Los programas abundan de temáticas descontextualizadas y desactualizadas. Hay mediocridad y poca seriedad en la renovación de recursos y en el abordaje de temáticas pertinentes a nuestro tiempo. También existe un escaso diálogo con otras confesiones, grupos académicos y militantes, y muy poca preparación y articulación interdisciplinaria.

¿Por qué sucede esto? ¿Por miedo? ¿Por ignorancia? ¿Por temor de “perder el control”? Seguramente por todas.

Estas son alguno de los puntapiés que impulsaron a la formación de un nuevo espacio ecuménico de reflexión teológica y de abordaje interdisciplinario: la Comunidad de Aprendizaje “Mauricio López” (CAML). Tal como dice en su documento fundacional,

La Comunidad de Aprendizaje «Mauricio López» es un espacio de diálogo ecuménico, interdisciplinario y pedagógico que congrega a mujeres y hombres comprometidos y comprometidas con una reflexión teológica en diversos espacios (sociales, políticos, eclesiales, militantes) y en relación a distintas disciplinas (filosóficas, teológicas, educacionales, sociológicas, psicológicas, etc.)

La CAML se inspira en el testimonio de Mauricio López, mendocino, profesor de filosofía y teología, ex docente de la Universidad de Cuyo y primer rector de la Universidad de San Luis. Miembro de una iglesia de corte anabaptista (Hermanos Libres). Fue uno de los primeros y más importantes referentes latinoamericanos en el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), lo que muestra su compromiso con el movimiento ecuménico latinoamericano y mundial. El fue uno de los más de 30.000 desaparecidos durante la dictadura militar de 1976 en Argentina. En este personaje se funden una cantidad de aspectos que la CAML pretende tomar como ejes de su caminar: el compromiso ecuménico, la vocación por la educación, ser referentes de la defensa de los derechos de los y las más vulnerables.

La CAML está formada por mujeres y hombres que desean fervientemente crear un espacio alternativo en diálogo con distintas organizaciones, instituciones, movimientos y comunidades de fe. Está compuesta por personas comprometidas con la educación en todos los niveles, participantes de diversas comunidades de fe, investigadores/as y escritores/as.

Así intenta presentarla su nombre: una comunidad abierta a todos y todas aquellos/as que se encuentren en “búsqueda” de una fe pertinente a nuestros tiempos, de aprendizaje continuo entre quienes son parte de ella, movilizada en el testimonio de un mártir que vivió su fe cristiana como un compromiso con el diálogo y la causa de la defensa del bien común.

El camino recién comienza, con muchos sueños, desafíos e ideas. Lo más importante, como siempre compartimos con aquellos y aquellas que formamos parte de esta comunidad, es caminar juntos y juntas en la vocación que Dios nos legó desde la inspiración de tantos y tantas que construyen la historia con nosotros y nosotras, esperando crear nuevos mundos, nuevas esperanzas, hacia una fe renovada.

Demás está decir que no nos adjudicamos ningún “delirio mesiánico”. Por el contrario, queremos seguir caminando el sendero que tantos y tantas han comenzado antes de nosotros y nosotras, aprendiendo de los errores e intentando, en comunidad, construir un nuevo espacio que sirva a nuestro país y continente, colaborando con todos aquellos esfuerzos que defienden los derechos de los y las más vulnerables, y que intentan repensar la fe en el Cristo de Nazaret desde los retos cotidianos.

Nicolás Panotto

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