Diácono: Juan Sánchez García
Es innegable que nuestra manera de presentar el evangelio, traerá como resultado la forma en que lo acepten nuestros oyentes.
“He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos”. 1ª. Samuel 3:11
Deseo compartir con ustedes estas breves reflexiones, en un marco de respeto y consideración a esta labor tan extenuarte como es la de ser: PREDICADOR.
1. Predique sobre cada doctrina que centra su atención en el hombre, y no en la de Dios. Enseñe cada doctrina que hace al hombre el centro de la atención de Dios, en lugar de Dios el centro de la devoción humana. Diga a la gente sólo lo que Dios hará por ellos.
2. Predique por “encimita” o algo “practico” nunca entre en profundidades.
3. Predique como a la iglesia le gusta y nunca cambie su estilo, porque puede empezar a contar sus días.
4. Pregúnteles: ¿de que quieren que les predique hoy?.
5. Dígales que el amor de Dios todo lo perdona y lo disimula.
6. Enfatice sobre el perdón, sobre el amor, pero nunca sobre la disciplina y el castigo.
7. Predique que todas las soluciones de los conflictos del hombre, están dentro de él, solamente necesitan buscarlas.
8. Evite predicar sobre la necesidad de un cambio radical de corazón, pensamiento y verdad, que es revelado al corazón del hombre, por la agencia del Espíritu de Dios.
9. Deje que su supremo motivo sea el de ser popular con toda la gente, luego, por su puesto, su predicación será amoldada a ese propósito y no el de la conversión de las almas a Cristo.
10. Evite predicar doctrinas ofensivas a la mente carnal, para que nadie pueda decirle como dijeron a Cristo: «Dura es esa palabra, ¿quién podrá oírla?».
11. Evite los puntos distintivos, y no moleste las conciencias de sus oyentes, para que no se alarmen realmente por su salvación.
12. Evite todo tipo de ilustraciones, repeticiones, y oraciones expresivas, para evitar así, que la gente recuerde lo que usted dijo.
13. Predique solo 15 minutos para que no se “aburran” y 45 minutos de “alabanza”, para que salgan “contentos”.
14. Evite todo calor y entusiasmo en la presentación de su mensaje, para que usted nunca deje la impresión, de que realmente cree lo que dice.
15. Llame la atención sobre las emociones y no las conciencias de sus oyentes.
16. Invite a predicar, a los grandes intelectuales que hablen del conocimiento. . . pero nunca del arrepentimiento.
17. Asegúrese de no testificar de su propia experiencia personal del poder del evangelio, para que nunca pueda producir la convicción sobre sus oyentes, de que algo necesitan del evangelio.
18. No reviva memorias desagradables, recordándoles a sus oyentes sus pecados pasados, mejor hábleles de cosas agradables.
19. Denuncie el pecado en una forma general, no haga referencia a los pecados específicos de su presente audiencia.
20. Denuncie los pecados de los demás como ejemplo, pero nunca los propios o los de su familia.
21. Hable sobre el pecado de los que “están sin Cristo”, pero nunca les diga que ellos necesitan también a Cristo en sus conciencias.
22. Hábleles de sus grandes conocimientos teológicos, científicos, pero nunca de su gran necesidad de Dios.
23. Hágales sentir, que por usted “esta Iglesia no se ha acabado”.
24. Hágales sentir, que usted es “la voz de Dios sobre la tierra”, y que nunca se equivoca.
25. Sea “arrogante y presuntuoso” para que todos lo respeten.
26. No presente la apariencia de que Dios manda a sus oyentes que -aquí y ahora- obedezcan a la verdad. No les haga pensar que espera que rindan sus vidas en este momento para dar sus corazones a Cristo.
27. De la impresión de que la gente debe seguir en sus pecados, y que consideren dejarlos cuando mejor les convenga.
28. Predique la salvación por gracia; pero ignore hablar de la condición condenada y perdida del pecador, para que nunca entiendan qué es la gracia, y sepan su necesidad de ella.
29. Predique el evangelio como un remedio o cura, pero asegúrese de hacer ignorar al pecador su enfermedad fatal del pecado.
30. No hable de la Santa Ley de Dios (por la cual viene el conocimiento del pecado), para que el pecador nunca vea, a la luz del espejo divino, su real condición perdida y pueda arrepentirse.
31. No apele a los temores de los pecadores; si no hágales pensar que no tienen nada por lo cual temer.
32. Predique de Cristo como un amigo infinito y bueno. Ignorando las reprensiones agudas que hizo a los pecadores e hipócritas, que muy a menudo hacían temblar a Sus oyentes.
33. No reprenda las tendencias mundanas de su iglesia, para no herir los sentimientos de nadie y finalmente no se conviertan algunos de ellos.
34. No reprima todos los actos o ceremonias que tengan un aire de pagano, para que no se ofendan las almas nuevas.
35. Si alguien quiere hacer algo que no va a favor de la sana doctrina, pero entretiene y atrae a las gentes, no lo reprima.
36. Admita, ya sea obviamente o casualmente, que todos los hombres tienen alguna buena moralidad; para que los pecadores nunca puedan entender que necesitan un cambio radical y total de corazón; del pecado a la santidad.
37. Hable tan poco del pecado que su gente piense que usted ni siquiera cree en su existencia.
38. De la impresión de que, si Dios fuera tan bueno como usted, El nunca mandaría a nadie el castigo.
39. No haga referencias desagradables sobre enseñanzas de auto-negación, cargar la cruz y crucifixión del mundo, para que nunca puedan ser contristados y convertidos los miembros de su iglesia.
40. Mantenga a su iglesia ocupada en muchas actividades, para que así no se den cuenta que están perdidos.
41. No reprenda la extravagancia en el vestido, para que nunca cause una impresión molesta en los vanidosos y mundanos miembros de su iglesia.
42. Nunca predique en contra de la irreverencia en el Santuario, porque puede “herir susceptibilidades”.
43. Predique el libre albedrío y deje que cada una de las hermanas decida, si usa velo dentro del Santuario o no.
44. No reprenda la inmoralidad de algunos jóvenes de su congregación. Se pueden ir al mundo.
45. No los regañe si es que van de novia en novia dentro de su fraternidad, porque si lo hace ya no van a reunirse o cooperar.
46. No reprenda a los hijos de los “más cooperadores”, porque se pueden ofender los padres y dejan de ayudarlo con sus cooperaciones.
47. Si alguno merece castigo, prométale que a la próxima lo van a amonestar “muy severamente”.
48. Haga mucha promoción de las actividades sociales, y sea el primero en asistir a ellas.
49. “Prométales” una buena comida después del servicio, para que se sientan atraídos a asistir.
50. Haga muchas reuniones sociales más que veladas de oración.
51. Haga sentir a sus oyentes cómodos consigo mismos y con usted, y evite de cualquier modo el herir los sentimientos de alguien.
52. No les recuerde la importancia de la Santidad en el comer como en el beber.
53. Asegúrese de predicar a esos que están presentes. Predique sobre los pecadores, pero no a ellos. Digan «ellos» y no «ustedes», para que nadie pueda tomar lo que dice personalmente y aplicarlo a su propia vida, «asegurando» así la salvación de sus almas.
54. Predique que el nuevo nacimiento es algo que Dios deposita en la gente, no un cambio fundamental en el propósito más profundo de nuestras vidas.
55. “Presione” sus ovejas que no se quieren bautizar, con el argumento de que ya es tiempo, y no como una necesidad para la salvación.
56. Nunca diga a los pecadores que deben renunciar a servirse a sí mismos y servir a Dios y hacer su voluntad.
57. Nunca diga que el arrepentimiento es una responsabilidad humana de voltearse de sus pecados a Dios. Enséñeles que no tienen porque renunciar a todo pecado conocido contra Dios.
58. Predique la predestinación en tal forma que resulte en un fatalismo y una apatía de parte de toda la gente. Haga que las personas crean que Dios ya ha determinado quién será salvo y que nada puede cambiar Su voluntad. Así dejarán de preocuparse por la ardiente necesidad de evangelizar al mundo. Lo que usted menos desea es que la gente piense que sus acciones y responsabilidad pueden hacer alguna diferencia.
59. Predique que el hombre es totalmente inhabilitado para obedecer a Dios. Enséñele que nadie puede volverse a Dios, sino que debe esperar a que Dios le volteé (le cambie).
60. Asegúrese de que nadie comprenda su verdadera responsabilidad requiriéndole arrepentirse para ser salvo. Nunca permita que sepa que el hombre puede volverse de su pecado a Dios.
61. Predique que cada creyente ha nacido criminal y pecador. Enseñe que cada bebé ha nacido culpable y condenado ante Dios, y que nada tiene que hacer, y si es pecador… pecador morirá.
62. Predique que nadie es perfecto en esta vida, y solo será en la futura. . . entonces para que preocuparse.
63. Nunca considere, ni en lo más mínimo, el hecho de que el hombre ha nacido en inocencia, que el pecado nos aleja de Dios, pero que la sangre de Cristo nos acerca.
64. Niegue que el hombre se hace pecador porque, a causa de su rebelión, ha rehusado a amar a Dios con todo su corazón de acuerdo a la luz, y ha decidido egoístamente su propia felicidad, por encima de todo lo demás.
65. Predique que la gente puede ser salva sin hacer a Cristo su Señor.
66. Predique del “amor” de Cristo por las gentes, pero nunca de su celo por su casa.
67. Predique que solo basta creer para ser salvo.
68. Predique que el Dios de amor todo lo perdona. Y a nadie rechaza.
69. Predique que la santidad es sólo una opción y no un requisito del evangelio. Enseñe que pueden ser salvos sin realmente ser unos discípulos de Cristo.
70. Predique que el bautismo no es importante, solo basta cree.
71. Enseñe a los cristianos que el pecado es normal y parte natural en el diario vivir, y que nunca pueden vencer la tentación a través del poder del Espíritu de Dios.
72. Predique que nadie necesita hacer nada. Enseñe que ya son salvos y seguramente destinados al reino eterno, a pesar de que vivan en la continua práctica del pecado, en rebelión y desobediencia a Dios.
73. Solo porque se predica a Cristo, predique que Dios esta en todas partes, y en todas las iglesias.
74. Predique que todas las religiones tienen la verdad, y son nuestros “hermanos” solo por el hecho de cantar lo mismo que nosotros.
75. No predique solo permita que los congregantes crean lo mejor y desechen la verdad. Y así serán todos felices y habrá arcas llenas con corazones vacíos.
Y le puedo asegurar que con estos “toques de sinceridad” va ser que su Iglesia sea la Nom plus ultra, la más popular y las más concurrida.
Todos querrán ser miembros “exclusivos de su iglesia”.
Estimado Predicador,
¿Practica usted lo anterior en su predicación?
¿Tiene miedo a sus congregantes?
¿Tiene el pensamiento común, de “al pueblo pan y circo”?
¿Le aterra quedarse sin sus “ayudas” o “cooperaciones?”
¿Solo le interese su comodidad y no la Santidad de la congregación?
¿Es mejor unirse a ellos que contradecirlos?.
¿Piensa que otros están peores que los suyos?
¿Les deja a otros la responsabilidad de amonestar a sus congregantes?.
¿Tiene sus “consentidos” o favoritos?
Adaptado de un articulo por Charles G. Finney Copyright © 1999 Ministerio Escrito-Está