PD. Una de las comunidades menonitas más grandes de México está planeando una emigración masiva. Asentados principalmente en el distrito de Chihuahua, a donde llegaron en 1922 procedentes de Rusia, ahora están valorando la posibilidad de regresar a su lugar de origen, en concreto a la república de Tartaristán, dentro de la Federación Rusa.

Los menonitas chihuahuenses han recibido una invitación del gobierno de la república rusa para emigrar a esa nación y desarrollar allí sus actividades tradicionales: la agricultura, la industria metalmecánica y la fabricación de muebles. Entre los beneficios que se les ofrecen están la exención de impuestos y del pago de energía, además de tierras ricas y abundante agua. Una oferta similar a la que les realizara en 1788 Catalina la Grande, cuando grupos de agricultores menonitas prusianos emigraron a Ucrania.

Representantes de estas gentes pacíficas y sosegadas han estado este mes en territorio tártaro para confirmar que aquella “tierra negra” es apta para el cultivo, regada por los cuatro ríos que atraviesan la región, incluido el Volga.

Enrique Voth, uno de los “patriarcas” que viajó a la República de Tartaristán, declaró a El Diario de Juárez que “aquí (en México) no hay futuro para nuestros hijos”. En aquellas lejanas tierras ya radican menonitas que se dedican principalmente al cultivo de trigo, pero son pocos los productores que explotan la tierra “porque no saben cómo”. “El país está muerto, hay mercado para todo”, destaca Voth, quien cada noche se reúne con familias menonitas para enseñarles fotografías y explicarles, en lengua bajo alemana (“plautdietsch”), las bondades de aquel país.

Los menonitas son conocidos por su estilo de vida austero y apegado a las enseñanzas bíblicas. Surgieron en 1525 en Zurich (Suiza) y los Países Bajos durante la Reforma Protestante, consolidándose tras las enseñanzas del sacerdote católico Menno Simons (1496-1561).

Los menonitas abandonaron Rusia a finales del siglo XIX para asentarse en tierras canadienses. Tras negociar con el gobierno del presidente Álvaro Obregón, el 1 de marzo de 1922 salía de Manitoba el primero de los seis trenes que contrataron para trasladar a San Antonio de los Arenales (hoy Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua) a 9.263 personas. Cada familia traía, además de sus pertenencias personales, menaje del hogar, carros, caballos de tiro, animales de granja, aperos de labranza, semillas y materiales de construcción. Aunque hoy están distribuidos por casi todos los estados del país, las comunidades más arraigadas permanecen en Chihuahua.

En 2008, los menonitas también fueron víctimas de la violencia que sacude México. A finales de aquel año, en Ciudad Cuauhtémoc los comerciantes echaron la verja y colocaron carteles con la leyenda: “Este negocio cierra sus puertas como protesta por la inseguridad que se vive en la comunidad y el municipio. Pedimos disculpas y los invitamos a manifestarse en contra de esta grave situación”.

Los menonitas promueven la separación entre Iglesia y Estado, la no violencia y la naturaleza de la iglesia como comunidad de discípulos de Jesús comprometidos a un estilo de vida de santidad. Algunos menonitas conservadores y amish todavía viven en comunidades agrícolas sin electricidad ni automóviles, pero no es lo más frecuente entre los miembros de este credo. Enfatizan la armonía entre las palabras y los hechos y la importancia de Jesús como Maestro y Señor.

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