LaJornada. Edición del 8 de Enero de 2008.

Condenar el aborto sería como regresar a la Edad Media: Blázquez

Comienzan sesión de enero del foro sobre despenalización, organizado por La Jornada

La interrupción del embarazo, tan antigua como la humanidad, agrega la investigadora

Usan el control sobre el cuerpo para dominar a la sociedad: Castañeda

Debe atenderse base biológica: Huerta

Visiones radicalmente opuestas: Maier

Morfín destaca riesgos de la clandestinidad

Norma Blázquez Graf, doctora en filosofía, señala en su participación que la interrupción del embarazo es una práctica tan antigua como la humanidad. A lo largo de los siglos y en diferentes culturas, se ha acumulado gran riqueza de conocimientos de las mujeres que han ayudado y enseñado a otras a controlar sus embarazos o a interrumpirlos. En la Edad Media las curanderas y parteras eran las encargadas de estas tareas. Sin embargo, esos conocimientos se volvieron amenazantes, porque atentaban contra las instituciones nacientes del poder político, religioso, económico y científico de los hombres de la época, por lo que estas mujeres fueron perseguidas, procesadas por brujería y asesinadas; con ello se suprimió toda una tradición en el conocimiento en estos campos.

Blázquez Graf, quien es especialista en el estudio de las relaciones entre género y ciencia e investigadora titular de la Universidad Nacional Autonoma de México (UNAM), añade que en el medievo uno de los tratados demonológicos, que desarrollaron y difundieron los teólogos y clérigos como sistemas de normas y códigos para abordar los actos de brujería, fue el Malleus Maleficarum. Su contenido definía quiénes eran las brujas, qué cosas hacían, y examinaba los procedimientos judiciales que habían de seguirse para condenarlas, con lo cual se eliminó a miles de mujeres.

La especialista concluye que las controversias constitucionales surgidas ante la despenalización del aborto en el Distrito Federal deben resolverse en favor de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. De otro modo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación retrocederá a los tiempos de la Edad Media, de seguir los mismos pasos de los inquisidores que fueron autores del Malleus Meleficarun.

Elemento de oposición de grupos religiosos

Patricia Castañeda Salgado, doctora en antropología, examina, a partir de un caso que cobró notoriedad en la sociedad española sobre supuestos abusos de una clínica de Barcelona en la que se realizaban abortos, las pretensiones de la Iglesia católica sobre el control de los cuerpos. Uno de los componentes de la oposición de los grupos religiosos a la legalización del aborto, señala, tiene sentido en el contexto de la lucha constante de las iglesias por ejercer un control hegemónico sobre sus adeptas, control que, a manera de cascada, permitirá dominar a la sociedad en su conjunto a partir de la sujeción de las mujeres y del irrespeto a sus decisiones sobre su cuerpo y su vida.

Para la investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, en el núcleo de esa aspiración por el poder están las mujeres, su cuerpos, su sexualidad y sus capacidades genésicas. Controlarlas, mediante un régimen de dominación, redunda en el control de la intimidad y de la individualidad, refuerza la vigilancia y la intrusión en la vida de cada mujer concreta por parte de las personas con quienes sostiene las relaciones más inmediatas y significativas y, por tanto, produce el doble efecto de fortalecer al patriarcado desde lo más profundo, mientras consolida la presencia de las iglesias como fuerzas opositoras que reclaman el reconocimiento de su capacidad de intervención en los asuntos del Estado.

¿Qué nos hace humanos?

En su participación Alejandra Huerta, doctora en ciencias biomédicas por la UNAM, señala que al abordar el tema del inicio de la vida humana, no se pueden dejar de lado las bases biológicas, embriológicas, genéticas y moleculares que pertenecen al acervo científico contemporáneo. A partir de diversos datos surgidos de la investigación científica, Huerta Zepeda afirma que el desarrollo embrionario es un proceso coordinado, continuo, gradual e irreversible, que goza de verdadera autonomía sistémica. Cuando hablamos de “autonomía”, agrega la autora, no deseamos decir “independencia”. Claramente el ser humano en todas sus etapas de desarrollo, aun en la vida adulta, es sumamente dependiente del entorno y de sus semejantes. “Autonomía” simplemente quiere decir verdadera capacidad de auto-organización diferenciada, que exhibe que el embrión no es una “parte”, sino un verdadero “todo”.

La investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM agrega que el respeto que se le debe a un embrión humano en estado de cigoto es el mismo que se le debe a un ser humano adulto. El respeto parte del “ser” más que del “hacer”, añade. Reconocer la condición humana solamente a quienes “hacen” de cierto modo, a quienes realizan ciertas funciones, implica pragmatizar un hecho biológico, implica discriminar a unos y privilegiar a otros por su eficiencia. Las implicaciones filosóficas y sociales de ello nos rebasan en este momento. Sin embargo, no son difíciles de advertir, concluye.

Elizabeth Maier, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, señala que la crispada polémica actual en torno de la despenalización del aborto en el Distrito Federal encierra en sí el posicionamiento progresivamente confrontado de dos propuestas cuya interpretación de la sexualidad y la reproducción humanas sustenta visiones sociales radicalmente distintas. La tensión entre estas dos maneras de concebir, sentir y vivir la vida ha ido profundizándose, ampliándose y afinándose al correr de las pasadas cuatro décadas. A partir del final de los años 60 del pasado siglo, el feminismo de la segunda ola sacudió como un terremoto político al orden genérico de la modernidad industrial.

La despenalización del aborto, dice Maier, abrió una nueva etapa de relaciones sociales en el Distrito Federal, contribuyendo a la reorganización de lo que Foucault llama la experiencia de la sexualidad. Para las y los promotores de las reformas a la ley, dicha reorganización corporaliza la libertad de conciencia como un ejercicio de autonomía personal y responsabilidad social, garantizando que los niños nacidos son deseados, apreciados y amados y que las mujeres tienen el poder de decisión sobre el desarrollo de sus vidas. En las ciudades globales, como la de México, sus habitantes reflejan en sus preferencias políticas e intereses existenciales una tendencia hacia la reconfirmación de los derechos individuales, de las minorías, la primacía de la libertad de conciencia, el libre albedrío y el principio de separación estricta entre Estado y cultos religiosos.

Defensa de la vida en todos los escenarios

María Guadalupe Morfín Otero, abogada y maestra en letras, afirma que ha sido alto el precio que México ha pagado para entender que es sana y necesaria la separación Iglesia-Estado, en aras de un laicismo que, sin sacrificar libertades fundamentales, logre acuerdos esenciales en torno a temas de interés general entre creyentes y no creyentes. El ámbito religioso
y el político deben coexistir con respetos recíprocos sin declinar de sus altas responsabilidades. Un buen gobernante podrá ser creyente y coherente con su fe, pero no usará la tribuna pública como púlpito. Un buen obispo podrá no compartir el punto de vista de una ley, pero nada le impedirá ser solidario con las y los vulnerables.

Morfín Otero, ex comisionada para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en Ciudad Juárez, señala que no hay ninguna mujer que aborte por gusto. Cuando una mujer decide interrumpir un embarazo, lo hace, esté o no despenalizado, con mayores o menores facilidades según tenga o no recursos. Quienes no los tienen lo hacen en la clandestinidad y asumiendo riesgos que ponen en peligro su vida en dramática soledad. Eso clausura otras opciones, pues dificulta el acceso de las mujeres a redes de instituciones públicas y privadas, que ofrecen una gama de apoyos que podrían ayudar, inclusive, a evitar el aborto.

Consejeros de la Comisión Nacional de Derechos Humanos

Por considerarlas de interés general, en esta sesión del Foro se dan a conocer las posturas de las y los integrantes del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, una de las instituciones promotoras de uno de los recursos de inconstitucionalidad presentados a la Suprema Corte de Justicia contra las modificaciones al Código Penal del Distrito Federal. La sesión 229 de dicho consejo, realizada el 10 de julio de 2007, estuvo caracterizada por profundas diferencias entre los consejeros, y en ella algunos se manifestaron abiertamente en contra de los contenidos de la acción emprendida por el presidente del organismo, José Luis Soberanes.

Se presentan las intervenciones de Miriam Cárdenas Cantú, Miguel Carbonell Sánchez, Paulette Dieterlen Struck, Héctor Fix-Zamudio, Juliana González Valenzuela, Ricardo Pozas Horcasitas y Fernando Serrano Migallón.

Es de destacar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación tendrá que resolver sobre la pertinencia del recurso de inconstitucionalidad presentado por el ombudsman nacional, en virtud de que en 2007 la Corte resolvió –ante un caso presentado en torno de otros temas por el Instituto Federal Electoral– que los organismos autónomos no tienen legitimación para promover controversias constitucionales.

 

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