1 Aconteció que cuando Jesús terminó estas palabras, se alejó de Galilea y fue a las regiones de Judea, al otro lado del Jordán. 2 Lo siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.
3 Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo y diciéndole:
-¿Está permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
4 Él, respondiendo, les dijo:
-¿No habéis leído que el que los hizo al principio, «hombre y mujer los hizo», 5 y dijo: «Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne»? 6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre.
7 Le dijeron:
-¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla?
8 Él les dijo:
-Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. 9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.