1 »Hijo mío, no te olvides de mi Ley,
y que tu corazón guarde mis mandamientos,
2 porque muchos días y años de vida
y de paz te aumentarán.
3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad:
átalas a tu cuello,
escríbelas en la tabla de tu corazón
4 y hallarás gracia y buena opinión
ante los ojos de Dios y de los hombres.

5 »Confía en Jehová con todo tu corazón
y no te apoyes en tu propia prudencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos
y él hará derechas tus veredas.
7 No seas sabio en tu propia opinión,
sino teme a Jehová y apártate del mal,
8 porque esto será medicina para tus músculos
y refrigerio para tus huesos.

9 »Honra a Jehová con tus bienes
y con las primicias de todos tus frutos;
10 entonces tus graneros estarán colmados con abundancia
y tus lagares rebosarán de mosto.

11 »No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,
no te canses de que él te corrija,
12 porque Jehová al que ama castiga,
como el padre al hijo a quien quiere.,

13 »¡Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría
y obtiene la inteligencia,
14 porque su ganancia es más que la ganancia de la plata,
sus beneficios más que los del oro fino!
15 Más preciosa es que las piedras preciosas:
¡nada que puedas desear se puede comparar con ella!
16 Larga vida hay en su mano derecha,
y en su izquierda, riquezas y honra.
17 Sus caminos son caminos deleitosos;
todas sus veredas, paz.
18 Es árbol de vida para los que de ella echan mano,
y bienaventurados son los que la retienen.