Hoy vivimos en un mundo fragmentado, donde la mentalidad actual de pasión e iglesia no tiene nada que ver. Este tipo de mentalidad ha influido hasta en nuestra relación con Dios, puesto que no basta simplemente con ser parte de la iglesia universal, cada cristiano es llamado al compromiso apasionado con una iglesia específica, ¿por qué? Porque la iglesia local es clave para el crecimiento y salud espiritual del cristiano. Y como cuerpo de Cristo, visible en el mundo, la iglesia local es central en el plan de Dios para cada generación. Por lo tanto, una relación sincera y de corazón con la iglesia local es el amoroso plan de Dios para todo verdadero creyente que es seguidor de Cristo, y por ende, no se trata de lo que mis padres quieren para mi, no se trata de lo que piense tal o cual pastor, no se trata de una opción, sino de Cristo.
Entonces ¿qué es coquetear con la iglesia?, le doy un breve perfil, si ve en usted una o más de estas características, es tiempo de reflexionar si es verdaderamente cristiano, porque entonces usted esta coqueteando con la iglesia de Dios:
Primero, nuestra actitud hacia la iglesia suele estar centrada en nosotros mismos; es decir, vamos a la iglesia porque podemos recibir; interacción social, programas actividades, e intereses personales. La pregunta es: ¿qué puede hacer la iglesia por mí?
Un segundo signo del que coquetea con la iglesia es la independencia. Vamos a la iglesia porque es lo que se espera del cristiano, pero nos cuidamos de involucrarnos demasiado, en especial con los hermanos. No le prestamos atención al propósito más amplio de Dios para nosotros como parte vital de una familia en una iglesia específica. Así que lo hacemos todo de forma mecánica sin involucrarnos.
Y lo más esencial, quien coquetea con la iglesia suele ser crítico. ¡Que incongruente!, no tenemos una alianza fuerte pero enseguida encontramos defectos en nuestra iglesia. Tratamos a la iglesia con la mentalidad del consumidor, buscando el mejor producto, el que más nos guste y convenga, a precio de sábado por la tarde; porque en las mañanas, estamos muy cansados para asistir. Como resultado somos inconstantes y no nos involucramos a largo plazo.
Tomemos un ejemplo. Un hombre llamado Natán asistía a dos iglesias los sábados: a una porque le gustaba la música y a otra porque le gustaba los sermones; pero su relación, no pasaba de eso. En la primera salía apenas terminaba la última canción, y entonces iba a la segunda, a cinco minutos en auto, hasta le daba tiempo de parar en el McDonald’s para comer algo antes de entrar al sermón.
Para muchos feligreses, Natán repartía muy bien su tiempo, pero déjeme decirle que Dios espera de nosotros mucho más que coquetear con su iglesia, por la cual El murió y pago un alto precio. De modo que cuando nos resistimos a la pasión y el compromiso en nuestra relación con la iglesia, perdemos lo mejor de Dios:
• Nos engañamos a nosotros mismos
• Engañamos a la comunidad de nuestra iglesia
• Engañamos a nuestro mundo
¿Ha oído alguna vez que Jesucristo murió para salvarnos de nuestro pecado, y no hay otra forma de salvación? Juan 14:6, Romanos 5:8. Para recibir el regalo de salvación, debemos apartarnos de nuestros pecado en genuino arrepentimiento y confiar en Dios y en el sacrificio de la muerte de su Hijo Romanos 10:9; Efesios 2:8-9.
Vea como se conecta esta buena nueva de salvación con la iglesia. La iglesia es el vehículo que Jesús eligió para llevar el mensaje del evangelio, y le pregunto, ¿cómo puede usted predicar este mensaje, si verdaderamente no está comprometido con su Iglesia? ¿Cómo puede motivar a otros asistir fielmente y enseñarles amar a la iglesia de Cristo, si usted con dificultad asiste los sábados en la tarde? ¿No siente que engaña a su mundo cuando les habla de Cristo y sus hechos muestran cuan fiel e inconstante ha sido su amor para con El?
Paul David Tripp escribe a los cristianos al respecto:
Su vida es mucho más que un buen empleo, un cónyuge comprensivo e hijos que no delinquen. Es mucho más que un lindo jardín, buenas vacaciones y ropa a la moda. En realidad usted forma parte de algo inmenso…dios esta rescatando a la humanidad caída, transportándolas a su reino, y poco a poco dándoles forma según su imagen y quiere que usted forme parte de eso.
¿No es asombroso? Aunque usted pueda predicar el evangelio sin formar parte de una iglesia, ese no es el plan de Dios; porque el fin último de esa predicación es que almas vengan a los pies de Cristo, se queden en una iglesia donde le glorifiquen. A través de la iglesia local participamos en su plan eterno de rescatar a hombres y mujeres de sus pecados y transformar sus vidas por completo a fin de que glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Esta es la misión de la iglesia, es nuestro deber, vocación, llamado y privilegio.
Este es el lugar donde aprendemos amar a Dios y a los demás; donde somos fortalecidos y transformados por la verdad de la palabra de Dios. Es donde se nos enseña a orar, adorar y servir, donde tenemos la certeza de invertir nuestras capacidades por la eternidad; donde crecemos en nuestro papel como esposos, esposas, hijos, amigos, padres, etc.
Al participar de forma genuina en su iglesia, nos estamos poniendo en las manos de Cristo para que El complete su obra en nosotros. La iglesia es el mejor contexto, el vivero de Dios, si se quiere, para que florezcamos espiritualmente. Es aquí donde El nos hace crecer y nos conforma a la imagen de su Hijo, así que no me diga que usted está bien espiritualmente, si no vienes a recibir agua de vida en el vivero de Dios, te engañas a ti mismo.
Basado en el libro: Deja de coquetear con la iglesia, Joshua Harris.