Aurora. Hilel Resnizky

La actitud positiva a la conversión voluntaria estuvo acompañada en la época hasmonea por la conversión compulsiva de la población no judía del territorio israelí. Tal vez se deba a la comprensión de que la conversión es una forma de cimentar la nacionalidad judía en Eretz Israel

El tema que deseo abordar, como periodista, comenzó a dilucidarse a principios de este milenio entre los estudiosos de la genética. En 2000 un grupo de estudiosos de la Universidad de Arizona conducidos por Michael Hammer investigó la herencia aportada por el cromosoma Y, el exclusivo del sexo masculino, que pasa el material genético, de padres a hijos.

El estudio asumía que árabe y judía son una misma población y que los palestinos estaban en el medio de distintas comunidades judías.
Otro equipo, encabezado por Almut Nebel de la Universidad Hebrea, afirmaba en 2001 que el cromosoma Y de árabes y beduinos palestinos era parte de un conjunto compartido por los judíos.

En 2008 el estudio del ADN del material genético judío transmitido por la línea femenina dio un resultado más amplio. Hubo más y distintas madres, lo que implica que más poblaciones se conectaron con los judíos. La explicación es sencilla: con la salida a la diáspora el elemento más móvil es el masculino. El varón sale a buscar nuevos horizontes y luego llama a sus familiares. ¡Oh no!

La conclusión es relativamente sorprendente. Entre los señores Ismael Haníe y Shimón Peres hay mayor cercanía genética a la del señor Gordon Brown.

No propongo al mandatario hispano, Zapatero, porque este es sospechoso de raíces judías o moriscas. (Que diría si le revelaran que en Tel Aviv hay una calle Iojanan Zapatero, es decir, Iojanan Hasandlar).

La genética nos confirma lo que sabíamos ya desde el Génesis: Isaac e Ismael son hermanos y sus descendientes, primos. Lo que confirma la genética es la cercanía cromosomática entre los conflictuados y beligerantes cohabitantes de lo que fue llamado antes Palestina, a ambas márgenes del Jordán.

Hay que distinguir: se trata no de una similitud general sino entre las poblaciones que disputan este territorio singular. Lo que nos lleva a revisar conceptos: 1) la oposición al matrimonio mixto; 2) la salida total de la población judía al exilio.

La oposición judía al matrimonio mixto surgió en la diáspora, como un elemento de legítima defensa nacional; los que estudiaron historia sacaran a relucir la época de Esdras y Nehemías. De acuerdo al capítulo décimo de Esdras, el último, los judíos que habían vuelto a Sión divorciaron a sus mujeres no judías y renunciaron a los hijos nacidos de ellas, evidentemente un ejemplo de intolerancia.

Un par de observaciones: el divorcio fue impuesto por Esdras, olé jadash de Babel, claro ejemplo de defensa con raíces en la diáspora. Al divorcio impuesto precedió una historia real de casamientos mixtos, que eran una fase de la vida real.

La limpieza étnica tiene lugar en el ámbito reducido de Yehuda, cuyas fronteras son Bet El al norte, Bet Tzur al sur, Jericó y el Jordán al este y Guezer al oeste. Un territorio reducido de 1.500 a 2.000 kilómetros cuadrados. (El mandato palestino se extendía a 27.000 kilómetros). Lo acompaña una separación clara de los samaritanos, al norte de la zona de Yehuda, que construyen su propio templo pero adorando al Dios de Israel

Es el único ejemplo concreto y documentado en la Biblia de oposición al matrimonio mixto. En Exodo 34 ( versículos 11-16) y en Deuteronomio 7, (versículos 1-5) hay prohibición expresa del matrimonio mixto, fundamentado en que este puede ser una puerta a la idolatría. Se trata de preceptos, no precisamente de una descripción de la realidad.

Abundan en cambio ejemplos distintos. El libro de Ruth nos cuenta acerca de Elimelej y su esposa Noemí de Bet Lejem (Belén) que en época de hambruna en Yehuda pasaron a Moab, al otro lado del Mar Muerto. Sus hijos tomaron mujeres moabitas. Nada nos informa la Biblia acerca de la enemistad entre israelitas y moabitas en esa época. Ciertamente los hijos murieron en Moab, tras la muerte del padre (¿castigo por huir del país?). La viuda resuelve volver al terruño y las nueras, también viudas, la acompañan. (¡A la suegra!). Noemí trata de disuadirlas y lo consigue con una de ellas, Orfa. La segunda, Ruth, (posiblemente Reut que significa compañerismo) la acompaña a su pueblo natal. Allí encuentra un nuevo marido, Boaz. El hijo común fue Oved, padre de Ishai, padre de David.

Para los distraídos. David, rey de Israel, fue el bisnieto de una moabita. Como sabemos, el Mesías será de la simiente de David, es decir, descendiente de Ruth la moabita. Ahora bien, en Deuteronomio 23 (V libro de Moisés), versículo 3, dice: «no entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová» y lo fundamenta en algún capítulo histórico.

Nuestros sabios del Talmud lograron explicar la contradicción. La prohibición se refiere a varones, no a mujeres. Esperemos ser felices con la explicación. Sea como sea, el Mesías desciende de Ruth la moabita, es decir, Dios nos libre, de una gentil (en idish diríamos «una shikse»).

Hay que decir la verdad, toda la verdad. Cuando Noemí intentó disuadir a Ruth, ésta le respondió: «Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios». Con lo cual se convirtió al judaísmo.
Quien esto escribe estaría ebrio de alegría si esa fuese la formula del Rabinato para la conversión en Israel. En el mismo capitulo de Deuteronomio, versículos 7 y 8, se permite la admisión a la congregación de la tercera generación de egipcios y edomitas.

Siguiendo con el linaje de David llegamos a Bat Sheva, casada con Uriáh el heteo (los heteos o hititas habitaban lo que es hoy el este de Turquía). Hay quien supone que en realidad era jebuseo, es decir, miembro del pueblo que habitó Jerusalén antes de ser conquistada por David. Era y así lo precisa II Samuel, 23, versículo 39, uno de los 37 héroes de David. No hay duda de que era heteo, su nombre Uriáh tiene explicación como nombre teoforico que alude a Jehová. Los estudiosos desechan esa explicación y relacionan el nombre con un elemento heteo que significa Señor. (Probablemente relacionado con el Herr (Señor) germánico, los heteos eran arios).

Como parte de la telenovela bíblica David pide a su general que ponga al héroe en un lugar de peligro, para luego de su segura muerte casarse con su esposa. Lo que es evidentemente jugoso. Nos queda por dilucidar por qué se casó Bat Sheva con el heteo, claramente un gentil (¿un goi? ¿un sheiguetz?) aún cuando fuese un capitán de los Tercios (algo así como la Saieret Matkal o Comando del Estado Mayor de hoy).

Lo cierto es que Bat Sheva, luego de enviudar, se casó con David; el bisnieto de la moabita se casó con la ex esposa de un hitita. No son sin duda un ejemplo de pureza étnica.
Los descendientes de David y Bat Sheva fundaron el linaje de la realeza judía.

En el tema del casamiento mixto tenían un antecedente que los podía enorgullecer. Cuando Moisés debió huir de Egipto y llegó a la tierra de Midian, defendió a las siete hijas del sacerdote midianita, con lo que se congració con el sacerdote, que le dio como esposa a Tzipora, su hija. En esto se puede decir que Moisés sentó un precedente.

Muchos varones judíos llegaron solos a tierras nuevas y debieron buscar esposa en el lugar. Con lo que se explica que el cargamento genético que se transmite a través de las mujeres sea más diverso que el que llevan consigo el cromosoma Y.

Tal vez la actitud de los descendientes de Abraham sea una reacción generacional a las posiciones endogámicas de sus padres. Abraham envió a su criado a buscar mujer para su hijo Isaac entre sus parientes para que no tome mujeres cananeas. Iacov, su hijo, se caso también con sus parientas Rajel y Lea.

Pero en contradicción con el refrán hebreo que afirma «El hecho de los antepasados es signo para los hijos», los israelíes se alejaron del casamiento endogámico. Tal vez hayan intuido los peligros genéticos que este implica. (La posibilidad estadística de transmisión de enfermedades genéticas aumenta con los matrimonios entre familiares, como lo demuestran lamentablemente los ejemplos de los samaritanos, que evitaron hasta hace un tiempo la exogamia).

El matrimonio mixto se transformó casi en regla; solamente la salida al exilio devolvió al matrimonio mixto su carácter amenazante para la identidad judía pero lo dejó como única opción real en las nuevas fronteras de la diáspora judía, reservadas al varón.

A esto debemos agregar la actitud positiva a la conversión al judaísmo que prevaleció en las centurias que precedieron y sucedieron al comienzo del cristianismo y cuyo claro vocero fue Hilel. Este llega joven desde Babel, diríamos un ole jadash iraquí, y recibió estipendio como estudiante pobre. Su actitud a favor del proselitismo contrasta con la de Esrdras y Nehemías unos siglos antes. Tal vez se deba a la comprensión de que la conversión era una forma de cimentar la nacionalidad judía en Eretz Israel.

La actitud positiva a la conversión voluntaria estuvo acompañada en la época hasmonea por la conversión compulsiva de la población no judía del territorio israelí.

Hay que notar que la dinastía Hasmonea había extendido las fronteras mucho mas allá de los 1.500 kilómetros de los tiempos de Esdras y Nehemías y que se parecían más a las de Palestina y Transjordania.

De modo que Iojanan Hircano, luego de conquistar el territorio de Edom, impuso la religión judía a sus habitantes e integró al liderazgo idumeo a la dirección judía en el año 125 a.C. Los hasmoneos posteriores casi completaron la conquista de Eretz Israel, incluida casi toda Jordania hasta la línea de Beer Sheva. De grado o por fuerza los habitantes se judaizaron.

Cuando llegaron los romanos, con Pompeyo, en el 63 a.C., encontraron un país judío. La rebelión hasmonea había comenzado en el l67 a.C. En poco más de un siglo habían extendido el país a sus fronteras históricas. Simultáneamente habían multiplicado la población judía del país, que incluía ahora a ex idumeos, ex gentiles de la Galilea (llamada anteriormente «Galilea de los gentiles»,«Glil HaGoim») y más. De acuerdo al lema de Jabotinsky: «Un Estado judío, con mayoría judía, a ambas márgenes del Jordán». Lo que Hilel continuó de grado lo habían comenzado ya entonces los hasmoneos por la fuerza.

Hay aún quien se arrepiente de la judaización forzada y da como ejemplo a Herodes, rey discutido de origen idumeo, que en la practica creó dos capitales: la nueva, Cesarea, para los gentiles, y la antigua, Jerusalén, para los judíos.

Ingresa aquí tus comentarios