Al terminar el estudio de esta lección el alumno:
A través de la Biblia, podemos apreciar que el culto ocupa un lugar muy prominente y su propósito primordial es dar a Dios la honra y la gloria que sólo a él le corresponden.
Para fines de nuestro estudio, conviene considerar los siguientes puntos:
Desde el punto de vista religioso, y según como lo define el diccionario, Culto: Homenaje supremo que tiene por objeto llevar al pueblo ante la presencia de Dios con una adoración que nazca en el corazón.
Una de las definiciones que nos brinda el diccionario es: Programa: Proyecto determinado que indica las partes que han de seguirse durante ciertos actos y las condiciones a las que ha de sujetarse.
El director: Es la persona sobre la cual pesa la responsabilidad de conducir el culto y hacer que todos los participantes puedan sentirse motivados a entregar su corazón y su mente en un servicio de plena adoración a Dios.
La influencia que ejerce el director de culto es decisiva en el ánimo de los congregantes. Por esta razón, deberá llegar a cada culto preparado mental y espiritualmente, y con un programa previamente meditado y definido, de manera que al desarrollarlo no se realice solamente porque es costumbre hacerlo, sino porque a través de él y la predicación se debe alimentar la vida espiritual de los hermanos, dando a ellos experiencias de verdadera comunión con Dios.
El culto no debe ser determinado por preferencia personal, ni siquiera por algún propósito particular, que pueda tener relación con parte de la congregación. Al elaborar un programa, el director debe pensar en las necesidades y aspiraciones, las esperanzas y tentaciones, las alegrías y penas de su congregación. Teniendo en cuenta esto, fácilmente podrá seleccionar los elementos del culto que se relacionen y satisfagan dichas necesidades.
Al analizar las partes involucradas en un culto, tenga en mente los principios fundamentales.
El propósito primordial del culto es rendir a Dios suprema alabanza y proclamar su palabra.
Cada frase del culto, debe guardar una relación armónica con el fin de unificar al grupo en un mismo impulso y propósito, despertando en el corazón de cada uno el deseo ardiente de experimentar la presencia de Dios.
Es necesario tener en cuenta el crecimiento espiritual de la congregación en la programación continuada de los cultos, a efecto de dirigir emociones y los impulsos a una aspiración de ser semejantes a Cristo.
En el culto intervienen dos partes: Dios y quienes le adoran. La adoración está dirigida a Dios; y en un sentido secundario también edifica el carácter cristiano, transforma la personalidad, profundizando las convicciones de los que adoran, con el fin de motivarlos a desarrollarse, perfeccionarse y participar activamente en el cumplimiento de los planes de Dios por medio de la conducta llena de frutos cristianos, tanto en público como en privado. Si los programas de adoración no producen estos resultados en la vida de los participantes, es que no ha habido la debida preparación.
Conclusión: en el culto es de capital importancia una completa y cuidadosa preparación de cada detalle del programa, pues lo menos que podemos ofrecer a Dios debe ser lo mejor de lo que seamos capaces.