Al terminar el estudio de esta lección, el alumno conocerá:
Teniendo en cuenta que un programa es un proyecto determinado que indica las partes que han de seguirse durante ciertos actos. A continuación se señalan las diferentes partes que deben constituir un programa de adoración.
Los primeros momentos de un programa de adoración son de primordial importancia y hay que planear estos con sumo cuidado, pues es cuando se crea el ambiente, preparando al grupo para entrar con todo espíritu y recogimiento a cada parte del culto o programa.
En la apertura se incluyen tres partes: El preludio instrumental, el llamamiento a la adoración y la invocación pastoral.
La Biblia da claro testimonio de que la música desempeña un papel muy importante en el culto. Con seguridad podemos afirmar que no hay otra cosa que contribuya más al espíritu de la adoración como la música misma, pues es el lenguaje más elocuente y sublime del corazón agradecido o atribulado.
De acuerdo con lo anterior, si la Iglesia cuenta con un Instrumento musical (piano, teclado, guitarra u otro), será muy efectivo ejecutar un himno o trozo musical con el fin de preparar el espíritu de los concurrentes y concentrar sus mentes para la iniciación del culto.
Así pues, el preludio sirve para crear el ambiente de reverencia, pero téngase presente que el culto público no es el momento ni el lugar para exhibiciones virtuosas por parte del músico o del coro. No sea que descuidemos la gloria de Dios por la alabanza a los hombres. Por el contrario, estos deben ser momentos de meditación tanto para el que ejecuta el instrumento como para los presentes que pueden estar orando o leyendo su Biblia.
Nota: Tanto si hay o no hay instrumento musical en la congregación, debe seleccionarse la música cuidadosamente para que esté en armonía con el tema o propósito del culto. Cuando se carece de instrumento musical o de ejecutante, puede recurrirse a la reproducción de música grabada en CD o cassette.
El llamamiento a la adoración se relaciona estrechamente con el preludio, pues generalmente se hace después de éste y ambos están destinados a preparar a los presentes, desterrando de sus mentes y corazones todo pensamiento ajeno a la adoración y haciéndoles sentir el deseo de experimentar una comunión de relación muy estrecha con Dios. Con esta parte se inicia formalmente el culto o programa de adoración y adopta la forma de un saludo intercambiado entre el oficiante y los congregados.
El llamamiento a la adoración puede surgir de muchas fuentes, pero por lo general, los materiales que se usan con más frecuencia son un texto o pasaje bíblico, de acuerdo con el tema, puedes ser también la estrofa de un himno (leída o cantada), o una poesía leída teniendo como fondo la melodía de algún himno.
En casos donde no se cuenta con un instrumento o recurso musical, el llamado a la adoración puede ser expresado también en palabras que alienten a aquellos que buscan acercarse a Dios.
Es una plegaria u oración breve, en la que se pone de manifiesto el propósito de los congregantes. Es el ofrecimiento de la adoración a Dios y la suplica que acepte la alabanza y que su presencia se manifieste de una manera sensible en el culto.