Al terminar el estudio de esta lección, el alumno conocerá:
En relación al Sermón, no entraremos en detalle pues para ello es necesario un estudio de Homilética. Sin embrago, como algo muy especial trataremos unas breves observaciones sobre el predicador.
Tenga cuidado en cuanto a su apariencia personal, vistiéndose como conviene según las buenas costumbres. Dios mira el corazón y no a la apariencia del obrero, pero la gente si los nota y los toma muy en cuenta. Por lo tanto, es menester que cualquiera que preside el culto se mantenga sin tacha en este respecto.
Mantenga escrupulosamente el aseo y arreglo de su ropa.
Por demás es decir que todo predicador del Evangelio debe preparar el “Maná Divino” con mucha anticipación y esmero.
El mensaje debe ser de 35 a 45 minutos por regla general.
Párase bien durante la predicación; no descuide o exagere los movimientos de su cuerpo. Si hace ademanes o algún otro movimiento procure hacerlo cuando sea necesario, acompañando a dichos movimientos con palabras que vayan de acuerdo a sus expresiones.
Mantenga firme y clara la voz, pero sin gritar. Hable un poco lento y varíe la voz según el énfasis de lo que quiere decir.
Evite decir chistes y no use palabras demasiado vulgares.
No exhorte con dureza. Nunca regañe ni mucho menos juzgue o amenace con los castigos eternos. Aquí, es bueno hacer notar que el verdadero pastor necesita un corazón lleno de amor y compasión por las almas perdidas.
En cuanto a la expresión del semblante, guarde el alma en paz con Dios sea sincero y justo para con el prójimo, y el rostro entonces, reflejará la tranquilidad, sinceridad, franqueza, amor e interés. Estos atributos harán atractivo el semblante de todo hombre.
Evite tener la vista en el suelo, o mirar a uno u otro lado sin hacer caso de la congregación.
Al estar en el púlpito tenga cuidado de no estar jugueteando con algún objeto (llaves, pluma, timbre, etc.).
Nunca falte a la cortesía cristiana, por el contrario sea ejemplo de ella. Mantenga una conducta intachable y de ser posible salude individualmente a todos e infúndales el ánimo de seguir fieles al Señor.
Después del Sermón ya no anuncie nada, a menos que sea algo extraordinario o se trate de noticias que llegaron tarde.