Prólogo

Comienzo este breve tratado sobre la Dirección de Cultos llamando la atención al hecho de que los cultos que tributa la Iglesia a Dios día a día carecen más de solemnidad y de la reverencia que los debe caracterizar.

Por esa razón muchos pastores y directores se presentan ante la congregación en forma descuidada y no hacen ninguna preparación para los programas que tienen que dirigir. Unas veces por negligencia, otras por mero descuido y otras por seguir viejos moldes tradicionalistas que sólo han causado apatía y desinterés por la verdadera adoración.

Con frecuencia se da el caso de que los directores improvisan el programa y muchos sin darse cuenta han llegado a ser “esclavos de la costumbre”, siguiendo siempre el mismo programa. Es decir: se inicia el programa “como de costumbre”; se canta el mismo himno “como de costumbre”; se hace una oración “como de costumbre”; se realiza una lectura bíblica “como de costumbre”; y así, semana tras semana, se hace la misma cosa “como de costumbre”. También, es frecuente mirar que los pastores aprovechan el canto de un himno para dar alguna instrucción a algún congregante, o hablar con otra persona y, en algunos casos, han usado el tiempo de la oración para buscar un pasaje bíblico y otras cosas. En otras ocasiones se ha aprovechado el momento, de recoger la ofrenda para dar avisos, entrar y salir o pasar recados.

El deseo es que este estudio pueda resultar en la transformación de esas reuniones desordenadas, ruidosas e irreverentes en reuniones de verdadera alabanza a Dios.

No es nuestro propósito dar técnicas para la conducción general del culto, sino señalar los principios fundamentales que deben determinar la calidad de la adoración y que estos principios, no sean ordenados y expresados sin ton ni son; sino que sean integrados en un unidad orgánica, que sin duda evitará la rutina monótona y fastidiosa que con tanta frecuencia desvirtúa el culto.

Los principios presentados aquí, son el resultado de la lectura, la meditación, las experiencias vividas y la observación constante de las formas de dirigir, el culto en nuestra Iglesia.

Estas páginas explican brevemente cómo ayudar a pastores y directores a elaborar programas de adoración que glorifiquen el nombre de Dios y fortalezcan la vida espiritual de la Iglesia.

Min. Elí Pérez Luna

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