LP. Maite García Romero, España

Aunque, según parece, el primer Día Internacional de la Mujer fue organizado en los Estados Unidos el último día de febrero de 1908, cuando las organizaciones de mujeres socialistas llamaron a desarrollar multitudinarias manifestaciones públicas para luchar por el derecho de la mujer al voto y por sus derechos políticos y económicos, fue sin embargo en el año 1975 cuando la Organización de Naciones Unidas establece el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. Los antecedentes históricos de esa fecha son un tanto confusos, parecen ser atribuidos a dos hechos importantes, ocurridos ambos en la ciudad de Nueva York. El primero fue una gran marcha de trabajadoras textiles en el año 1857. Miles de mujeres marcharon sobre los barrios adinerados de Nueva York en protesta por las miserables condiciones de las trabajadoras. El segundo ocurrió en 1908. Ese año, miles de costureras industriales de grandes factorías se declararon en huelga demandando el derecho a mejores salarios, una jornada de trabajo menos larga, entrenamiento vocacional y el rechazo al trabajo infantil. Durante la huelga, 129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga.

La historia del 8 de marzo se encuentra asociada directamente a cuestiones propias del siglo XX, como la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la lucha por el sufragio femenino, las pugnas entre socialistas y sufragistas, y el creciente auge del sindicalismo femenino durante las primeras décadas, tanto en Europa como Estados Unidos y Latinoamérica. En este sentido, el Día Internacional de la Mujer se vincula a la historia de los partidos socialistas de Estados Unidos y Europa. Fue en Estados Unidos donde las mujeres del Partido Socialista Norteamericano, en 1908, comenzaron a desarrollar jornadas de reflexión y acción denominadas Woman’s Day, cuyos primeros temas a convocar fueron el derecho al sufragio, la lucha contra la esclavitud, el sometimiento sexual y la oposición a la guerra.

No cabe duda de que en las últimas décadas se ha avanzado mucho. En occidente, sobre todo, se está acabando con la subordinación y la situación de marginalidad femenina. Las mujeres empezamos a disfrutar de mayor libertad y autonomía y estamos consiguiendo la independencia y superando la inferioridad en las relaciones de poder con el genero masculino.

¿Pero es suficiente lo conseguido hasta ahora? Creo que no. Es necesario que para fomentar la eliminación de estereotipos de papeles sexuales, que aún obstaculizan el pleno desarrollo potencial de las mujeres, se emprendan todo tipo de medidas encaminadas a cambiar las actitudes en las costumbres sociales y religiosas, que han marcado las diferencias.

El mundo cuenta ahora con un número cada vez mayor de mujeres que participan como dirigentes en la sociedad de su país. Sin embargo, en pocos lugares del mundo puede la mujer afirmar que disfruta de los mismos derechos y oportunidades que el hombre. Existen muchísimas mujeres que sufren la pobreza, el paro, la desigualdad salarial, que son segregadas a las categorías laborales más bajas, que viven la precariedad en el empleo, las dificultades para compatibilizar vida laboral y familiar asumiendo dobles jornadas, que no ven reconocido su papel a nivel de las organizaciones e instituciones, que reciben un trato vejatorio, y que además son victimas de la violencia sexista. Una violencia que lejos de solucionarse con el paso del tiempo aumenta progresivamente a pesar de haberse agrupado toda una batería de medidas jurídicas, procesales, penales y policiales con la creación además de juzgados específicos y secciones especializadas en la Policía Nacional y la Guardia Civil, dirigidas a combatir esa lacra de intimidación que padecen tantas mujeres.

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Espero que algún día no tengamos necesidad de celebrar el Día Internacional de la Mujer.

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