Diác. Juan Sánchez García
La comunicación positiva es aquella interacción – verbal o no verbal – que hace que una persona se sienta bien.
En el matrimonio, cada uno de los cónyuges puede transmitir este sentimiento de distintas maneras. Ya sea hablando placenteramente, alabando, sonriendo o haciendo algo especial por el otro.
Ciertamente, la mayoría de nosotros tratamos de comportarnos de esta manera… a veces. Sin embargo, en función de incrementar el afecto entre los cónyuges, estos comportamientos deben dominar la relación. En otras palabras, la mayoría de nuestras interacciones deben ser positivas y nunca negativas.
Por supuesto que de vez en cuando uno tiene algo que criticar o algo de que quejarse, pero esto debe ser algo «raro» en la convivencia de todos los días.
Para poder crear esta comunicación positiva y un ambiente agradable en el mundo y la iglesia, debemos poner en práctica ciertas técnicas, que con el correr del tiempo se convertirán en nuestro comportamiento habitual.
Dice el Talmud (Baba Kama 92b): «Si has tomado agua de un manantial, no le tires piedras». Si el agua nos ha sacado la sed, debemos demostrar agradecimiento por ello, no dañándola a pesar de que es un objeto inanimado, sin sentimientos.
Y si esta lectura nos enseña que debemos demostrar agradecimiento a un objeto inanimado, cuánto más debemos preocuparnos por demostrar agradecimiento a un ser humano que ha hecho una bondad con nosotros! Y por supuesto cuanto más nuestro Dios que ha hecho y hace cosas buenas por nosotros constantemente. Es por eso que, es muy importante acostumbrarse a decir «GRACIAS» por cada cosa que el hace por nosotros.
Cuando nos referimos a cada cosa que el hace por uno, estamos hablando de las cosas que se hacen frecuentemente, como la comida, el vestido, el techo, el trabajo, etc.; y las que son “obligación” de hacer por los seres humanos, como la vida, la naturaleza, que el sol salga sobre justos he injustos, y de las cosas de mayor magnitud y las pequeñas también.
El agradecimiento y reconocimiento alentará a cada uno a continuar cumpliendo con su “obligación” con una buena predisposición y por otro lado, será un punto de acercamiento entre ambos. Y esto no es necesariamente para Dios, ya que el no necesita que se lo arrascamos siempre como una obligación, sino nosotros necesitamos agradecerlo siempre para no caer en alguna falta, porque solo así reconocemos cuanto necesitamos de Dios.
Hablando del hombre, también es importante agradecer por las cosas que el otro no hace tan frecuentemente, pues a pesar de que nos hubiese gustado que el otro haga esa acción con más frecuencia, finalmente cuando sí la hizo es mi oportunidad para agradecerle por ello, y así estimularlo para que continúe haciéndolo.
Por ejemplo en el matrimonio, si el marido un día decidió levantar los platos de la mesa después de comer, no sería muy inteligente por parte de la mujer si pensara «¿por qué tengo que agradecérselo? Hace bastante tiempo que estoy esperando este momento!». De esta manera, ella implanta en su corazón el sentimiento de resentimiento y por ende deja de lado el agradecimiento, lo que producirá un resultado negativo en el otro. Pero si la mujer piensa que su marido ha hecho un acto de bondad para con ella, entonces su reacción natural será agradecerle, y de esa manera el resultado de la situación será absolutamente positivo.
Cuando has comido y te has saciado, bendecirás al Eterno, tu Dios, por la buena tierra que El te ha dado (Deut. 8:10).
Estas palabras nos hablan de darle a Dios, muchas gracias por sus maravillas y miseraciones hacia cada uno de nosotros que nos dio vida y oportunidad de acercarnos este año una vez más a su mesa.
Una alabanza sincera es considerada un gran acto de bondad. Cuando uno alaba a otro, automáticamente incrementa la auto-estima del otro. La persona hace que el otro se sienta especial, y así como a uno le gusta que le digan que es competente, inteligente, desenvuelto, amado, necesitado, atractivo, etc., así también ocurre con el otro. La alabanza le da a la persona alabada un sentimiento de que el otro la aprecia y la tiene en cuenta constantemente, pues para poder alabar a alguien debo estar pendiente de sus actos.
Bendigo al Señor en todo momento; Su alabanza está siempre en mi boca (Sal. 34:2).
Finalmente, todo se sabe; teme a Dios y observa Sus mandamientos; pues ésta es toda la finalidad del hombre (Ecl. 12:13) .
Mi boca expresará la alabanza del Señor y que toda carne bendiga Su santo Nombre para siempre (Sal. 145:21) .
Y nosotros bendeciremos a Dios de ahora y por toda la eternidad. Alabad a Dios (Sal. 115:18).
Es importante que a lo largo del día, la persona tenga la oportunidad de disfrutar de pequeños momentos de conexión positiva. Estos momentos son los que, en definitiva, le brindarán a la persona una sensación constante de júbilo.
Tarde y mañana y á medio día oraré y clamaré; Y él oirá mi voz (Sal. 55:17 ).
Es tiempo de pedir a Dios y a Cristo que se queden con nosotros todos los días que faltan para la siguiente remembranza de la muerte de Cristo. Apara el próximo año. (Domingo 17 de abril de 2011)
Estos últimos meses, nos hemos enfrascado en una carrera contra el tiempo, por los preparativos referentes a la Cena del Señor, y nos sentimos por momentos cansados y agotados, pero vemos que valió el cansancio, por todos los resultados positivos en la vida de la iglesia.
Es tiempo de seguir exhortando a la iglesia a la fidelidad, y constancia, a seguir conectados con Dios y su hijo Jesucristo.
Luc 24:29 Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró pues á estarse con ellos. De Lucas 17:11-19
La lepra y el pecado. La lepra era la enfermedad más temida del mundo antiguo. Se consideraba al leproso como la persona mas impura, rebelde, y repugnante que uno se podía imaginar. Se creía que la lepra era el castigo resultado de algún terrible pecado y llegó a ser en sí el tipo de pecado más dramático en la mente de la gente. No se conocía cura para la lepra; se creía que solamente Dios era suficiente poderoso para curar al leproso. Por eso, al limpiar Jesús al leproso, estaba demostrando que era Dios. El tenia el poder para limpiar al más impuro, sin importar cuan terrible fuese su impureza.
El encuentro con Jesús Imagine la angustia y el quebranto de corazón de los leprosos, totalmente separados de su familia, de amigos y de la sociedad. Imagine el dolor emocional y mental. Cuando se percataron de que Jesús salía de la ciudad se apresuraron a gritarle de lejos porque no se podían acercar a él por su enfermedad. Ellos comienzan de lejos a gritar a Jesús los diez con todo y su débil voz pedía a Jesús que los sanara. Jesús los manda al templo (la iglesia) en el camino (al comenzar a ir ala iglesia) ni cuenta se dan cuando la lepra se ha ido.
Al 90% De Ellos Se Les Olvido De Quien Habían Recibido La Sanidad. Corren inmediatamente a sus hogares y sus familiares, se les olvido muy pronto quien había hecho posible su sanidad. La ingratitud es una característica natural en los humanos, se tiene la tendencia a olvidar los favores recibidos. Por eso el Señor dijo a Israel: Cuando entres a la tierra que yo te daré y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte del Señor, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. A Señor tu Dios temerás, y a él solo servirás, Deuteronomio 6: 11-12 Por eso David se recordaba a si mismo y a su alma: Bendice, alma mía, a al Eterno, Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila. Sal 103:2-5
Ser ingrato para con los hombres es de lamentarse pero más lo es aun olvidarse de los beneficios recibidos de Dios. Después de todo lo que hace Dios por nosotros no todos vivimos una vida agradecida hacia Dios. Al 90% parece olvidársenos lo mucho que Dios ha hecho por nosotros. Semana tras semana el ministerio y el Pastor se paran detrás del pulpito proveyendo alimento para nuestras almas y por años sin pedir nada a cambio sino solo la atención. Cuanto tiempo ha pasado sin mostrar agradecimiento para con ellos, somos ingratos. Para la persona que nos ha ayudado, para el hombre o mujer que nos hablaron del Señor etc.
Pero uno de ellos regresa a Jesús por una sola razón “Estaba agradecido”. Al ver como su piel y todo su cuerpo estaba limpio, al realizar que ahora era una persona normal, que ahora podría al fin estar con su familia y vivir disfrutando de su compañía y que su deseo más grande había sido cumplido se acordó que todo esto había sido posible por un hombre al cual llamaban Jesús de Nazaret. Sin pensarlo mas se regresa a buscar a Jesús que había hecho posible este milagro que cambiaria su vida por completo. Solo el samaritano regreso porque estaba más agradecido de que no siendo judío recibiera misericordia de uno.
El demostró su agradecimiento haciendo de tres maneras:
1. Adorando a Dios. A grandes voces sin importarle quien lo mirara u oyera
2. Acercándose a El. Cuando leproso de lejos le hablo pero cuando fue limpio vino hasta El
3. Se puso a su servicio que es lo que representaba postrarse ante alguien
En nuestra manera de servir, adorar, cooperar, demostramos que tan agradecidos estamos con Dios.
Si tu estas aquí y eres como esos 10 leprosos ven que Jesús te quiere sanar, o Si eres uno de eso 9 que aunque fueron sanados viven una vida indiferente hacia el que te sano, Ven y reconoce que todo lo que eres y tienes se lo debes a Dios, hazlo hoy mismo. Con una novedosa vida de agradecimiento todos los días de tu vida.
Si hemos participado de su Mesa, no olvidemos que fuimos invitados y no anfitriones, cuidemos nuestras ropas hasta el próximo año.
Rev. 22:11-12 El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es sucio, ensúciese todavía: y el que es justo, sea todavía justificado: y el santo sea santificado todavía. Y he aquí, yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar á cada uno según fuere su obra.