LP. Lola Sánchez, España

¡Oh, qué estrella fugaz más bonita!
¡Lástima que no esté Dios para verla!
(Homer Simpson)

Como al famoso personaje de dibujos animados, les ocurre a gran cantidad de seres humanos, que en realidad no creen que Dios pueda estar presente, ya que son testigos de las mil y una desdichas que ocurren en este mundo. Consideran que Dios es un convidado de piedra, alguien de quien todos han oído hablar pero de corazón duro y oídos sordos al dolor humano. Recuerdo una pintada que leí en mis años mozos que me pareció llena de resentimiento: “si Dios existe, es su problema”.

No culpo a nadie por la falta de fe en el mundo. Es difícil asumir que hay un Ser Todopoderoso que no parece reaccionar ante los sinsabores que vamos acumulando a lo largo de nuestra vida. No culpo de nada al no creyente. Si alguna culpa hay que repartir es a nosotros, los que nos llamamos hijos de Dios, cristianos, creyentes, hermanos,…etc. Solemos sentirnos superiores por tener fe y repetimos como papagayos tres o cuatro frases aprendidas para rebatir a los ateos o agnósticos. Nos vemos en la obligación de sacarles de su error y somos lo suficientemente vanidosos para no admitir jamás que en algo estamos fallando y que también tenemos nuestras preguntas por contestar.

No podemos reprochar a nadie que como Homer, crea que Dios no está para ver nada. Sencillamente porque esa responsabilidad nos la ha dejado a nosotros. Somos la voz de Dios en la tierra. Es tan sencillo como que Jesús – Dios se hizo hombre, se comportó, se arriesgó y sufrió como un ser humano. Nos enseñó el camino a seguir, un camino POSIBLE para los hombres. Él amó, denunció, enseñó, sanó, etc… Ahora, nos toca a nosotros.

Si Dios no parece hacer nada con las injusticias es porque somos nosotros quienes debemos denunciarlas. Si Dios no parece hacer nada para acabar con el hambre en el mundo, es porque somos nosotros quienes debemos colaborar para que esto ocurra. Si Dios no parece hacer nada para que muchas enfermedades mortales dejen de serlo, es porque nosotros no nos quejamos de que se gaste tanto dinero en armas en lugar de potenciar la investigación y reparto de medicamentos. Si Dios no parece hacer nada ante la crisis económica es porque nos lanzamos en brazos del consumismo y la especulación durante años, siendo cómplices complacientes sin el menor rubor ni queja. Si Dios no parece hacer nada cuando te sientes solo, es porque tus hermanos en la fe te están fallando o tú les has fallado antes. O ambas.

Cuando encuentres a alguien que crea como Homer que es una lástima que Dios no esté mirando, no te ofendas, sé humilde y pídele perdón, porque gran parte de la Iglesia no ha sabido tomar la voz de Dios ni seguir su ejemplo como debiera. Quizás por el camino de la humildad, como hizo el Maestro, tengamos más éxito.

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