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Teólogas y pastoras evangélicas se pronuncian sobre el aborto en México | Leopoldo Cervantes-Ortiz


Con un documento titulado “Vida plena para todas las mujeres”, presentado en una conferencia de prensa, el lunes 18 de junio un grupo de teólogas y pastoras integrado por Laura Figueroa Granados, Rosa Hamdan Sánchez, Anne Lutterman-Aguilar, Rebeca Montemayor, Ángela Trejo Haager y Cherie R. White, se pronunció a favor de la ley sobre el aborto para el Distrito Federal, cuyas dos causales adicionales fueron aprobadas el pasado 24 de abril. Miembros de diversas iglesias (Bautista, Luterana, Metodista, Unida de Cristo), señalaron que no hablan a nombre de las mismas sino que su opinión es a título personal.

Según la nota aparecida en varios medios, advirtieron que en sus respectivas comunidades religiosas no existen sanciones explícitas para quien cometa un aborto, motivo por el cual existen posturas encontradas. En cinco puntos, enuncian su postura al respecto de lo sucedido recientemente, cuando la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la Procuraduría (Fiscalía) General de la República interpusieron ante la Suprema Corte de Justicia, por separado, controversias constitucionales en contra de dichos cambios, con base en el postulado de que las nuevas causales (especialmente la que establece la posibilidad de abortar hasta la 12ª semana de gestación) atentan contra los derechos humanos.

El primer punto del documento, basado en el Evangelio de Juan cap. 10, vers. 10, afirma que lo relevante en este tema es la defensa, preservación y calidad de la vida, y que los abortos clandestinos acaban con la vida de miles de mujeres cada año. Además, sin ánimo de promover el aborto, se trata “de evitar la muerte de niños recién nacidos abandonados en los basureros a los pocos meses por desnutrición, o a raíz de la explotación y el abuso”. El segundo punto (“El respeto a la libertad de conciencia”) se remite a las grandes premisas de la Reforma religiosa del siglo XVI en términos de la libertad para que cada mujer decida si continúa o interrumpe un embarazo.

El tercer aspecto enfatiza el reconocimiento a la capacidad moral de las mujeres y parte del hecho de que “muchas mujeres han muerto o han visto truncado su proyecto de vida” al intentar satisfacer las exigencias de otros. Las mujeres, agrega, son capaces de decidir en todos los ámbitos vitales y, en especial, acerca de la reproducción, por lo que debe respetarse cada decisión informada y responsable de quienes deseen interrumpir un embarazo no deseado.

El cuarto punto (“Un acompañamiento sin juicio”) subraya que debido a que no existe acuerdo científico sobre cuándo una vida en gestación se convierte en persona se ha abusado del mandamiento bíblico que prohíbe matar, pasando por alto “la compasión y la misericordia del Buen Pastor” que se manifiesta en la invitación a no condenar ni a arrojar “la primera piedra”. Se afirma, por ello, que “el papel de las iglesias es acompañar con respeto las decisiones de las mujeres”.

El último punto apela a la defensa del Estado laico como garante del bien común y cuya responsabilidad es legislar en ese sentido, además de que debe reconocerse la separación de las iglesias y el Estado para que cada institución “ejerza sus derechos y responsabilidades”. Finalmente se observa que a las iglesias “nos corresponde afirmar y promover la convivencia, el diálogo, el respeto a la diversidad y la pluralidad de opiniones”.

Destaca el hecho de que es la primera vez en muco tiempo que se hace notar la opinión de las mujeres evangélicas, en este caso, profesoras de teología, estudiantes y pastoras. La nota periodística señala que, “al ser cuestionadas sobre su postura en torno al feto y a la vida que éste posee desde el instante de la concepción, la seis mujeres guardaron silencio” y que, momentos después, una de ellas afirmó que “ésa es una discusión pendiente que desarrollarán después, más adelante, al interior de sus iglesias porque por el momento no quieren perder de vista a las mujeres y sus derechos”. Además, “apelaron al derecho de las mujeres para expresarse en torno a este tema, más aún porque se trata de ministras de culto y, en ese sector, sólo hombres han opinado al respecto como sacerdotes y pastores”.

Se refirieron también a que anteriormente los católicos y evangélicos no encontraban puntos de intersección, pero que ahora se han unido para intentar echar abajo “el avance que representa la ley que despenaliza el aborto”, y que su respuesta se da en el marco del Estado laico, pues “tienen derecho a opinar en un asunto social y público de salud, aun cuando sean pastoras y teólogas”.

El documento encontró eco en la columna del periodista menonita Carlos Martínez García (“Las evangélicas y el aborto”, La Jornada, 20 de junio), quien comenta que este documento es un buen punto de partida”, pues contrasta con el protagonismo de la gran mayoría de líderes protestantes/evangélicos, casi todos ellos varones, los que sin consultar a quienes dicen representar se sumaron a la campaña excomulgadora del cardenal Norberto Rivera Carrera”. Y agrega: “Lo interesante del documento que estamos comentando es que desde una perspectiva teológica se pronuncian por la libertad de conciencia y la laicidad del Estado. Esto demuestra que hay varios caminos para llegar a conclus
iones similares. Consideran que es necesario conceptualizar la vida de una manera integral”. Su opinión final llama la atención a que el documento insiste en la laicidad del Estado.

 

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