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Formación teológica protestante en España (IV)

Ignacio Simal

Vivimos en un mundo repleto de desigualdades en todos los niveles de la existencia humana: sociales, económicas, etcétera. El mundo es una realidad social construída a la medida de los poderosos y que busca su perpetuación a través de la educación. Es verdad que nuestra realidad social hace concesiones que nos parecen logros liberadores, pero que no cuestiona al poder omímodo que nos esclaviza.

Las iglesias cristianas, en términos generales, son un reflejo de ese mundo injusto. Existen iglesias pobres e iglesias ricas, cristianos que padecen desnutrición y cristianos que «disfrutan» una saturación de alimentos. Existen templos de clase alta, de clase media, de clase pobre, de clase… Existen pastores y pastoras que cobran unos más que excelentes sueldos y otros que a duras penas llegan a fin de mes, si es que llegan. Podría enumerar un gran listado de temas que demostrarían de una forma fehaciente que una mayoría de las iglesias transparentan un orden social «mundano» que es enemigo del Dios de Jesús y del ser humano.

¿Qué tiene que ver lo dicho con la formación teológica? Mucho, muchísimo. Al igual que la realidad social injusta en la que nos vemos sumidos se autoperpetúa a través de la educación, la realidad social antifraterna de muchas de las iglesias tiende a perpetuarse a través de la educación teológica que se imparte a sus futuros pastores y pastoras.

Es decir, se busca que el resultado final de la educación teológica sea la «producción» de líderes que sean dóciles con el estatus eclesial vigente. Tal vez se les permita una pizca de locura profética, pero no demasiada. Se pretende que todo siga igual. O en el «mejor de los casos» que todo cambie, para que todo siga igual.

De ahí que algunos, y algunas, persigamos un modelo teológico que se dibuje a través de los trazos que escribieron los profetas hebreos. Docentes y discentes deben ser capaces de desentrañar la Escritura en dirección al desenmascarmiento de nuestra realidad social y eclesial. De tal manera que sean capaces de dar una palabra / acción que provoque la transformación de la realidad en la que nos vemos inmersos en otra realidad radicalmente justa, fraterna y solidaria.

La configuración social del pueblo de Dios deber ser una experiencia existencial piloto de lo que la fe judeocristiana espera: un modelo social donde habite la paz y la justicia. A eso se le denomina, en el lenguaje de Jesús de Nazaret, «reinado de Dios».

De ahí que la formación teológica deba perseguir la construcción de hombres y mujeres que se tomen en serio la transformación de la sociedad, la transformación de la Iglesia.. Es decir que las comunidades teológicas deben ser la vanguardia del mundo nuevo, y no la «guardia pretoriana» de un modelo social y eclesial obsoleto por lo inoperativo en relación a perseguir la igualdad, como diría san Pablo, entre los seres humanos.

Hace años el profesor Silvio Gallo, de la Universidad Metodista de Brasil (Unimpe-Unicamp), escribía hace algunos años acerca del objetivo de la formación universitaria lo siguiente:

«…El objetivo más importante… es: formar mujeres y hombres libres. Esa será la función primordial y principal de la Universidad, de la cual depende la estructura social… Formar mujeres y hombres libres signfica formar personas que asuman su libertad y se dediquen a trabajar en pro de la sociedad, a favor de la libertad de todos. La función de la Universidad será liberar a la sociedad del yugo de la dominación por el saber y ayudar al trabajo social en el sentido de superar cualquier forma de opresión.» (1)

Que mi lector o lectora cambie la palabra «Universidad» por dos palabras, «Seminario Teológico». Y añada a los vocablos «sociedad / social», los vocablos «Iglesia / eclesial»… Y luego comenten lo que les parece.

Seguiremos reflexionando…(2)

(1) Silvio Gallo en «Universidad Libertaria y Utopía»

(2) Recomiendo la lectura de la entrada que acaba de hacer Joana Ortega: ¿Formación Teológica? ¡Tenemos un problema!

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