Punto de fe 13. Las Buenas Obras

Dios, por amor, convierte a los creyentes en sus hijos, haciéndolos partícipes de su naturaleza, que se expresa a través de las buenas obras. El creyente realiza estas buenas obras como respuesta de gratitud al amor de Dios, manifestando una fe obediente y rechazando lo mundano.

Partícipes de la naturaleza divina

La relación de fe con Dios produce un cambio radical en la persona, propiciando una nueva manera de ser que encarna la vida de Dios. La esencia del creyente se manifiesta en una conducta acorde a los valores del Reino y digna de su nueva condición como hijo de Dios. Conducta que de otra manera no podría alcanzar1.

12 Corintios 5:17; Gálatas 2:20; 2 Pedro 1:3-4

Las buenas obras

Las buenas obras son de gran importancia porque por medio de ellas se manifiesta la fe, ya que como lo afirmó Santiago, “Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma”1. Lasbuenas obras han sido preparadas por Dios para sus hijos2, se hacen por amor a Dios y al prójimo, buscando la edificación mutua3.

1Santiago 2:14-18; 2Efesios 2:8-10; Gálatas 5:6; 3Efesios 3:17-19; Santiago 3:13-18

Las obras no sustentan la salvación

La salvación no se obtiene ni se mantiene por obras. En el Antiguo Testamento Dios perdonó a su pueblo en repetidas ocasiones1, el pueblo fue salvado y se mantuvo delante de Dios no por sus obras sino por su arrepentimiento y el perdón de Dios.

1Ezequiel 20:44; Oseas 11:1-9

El hecho de que Dios perdona no debe ser ocasión para menospreciar sus mandamientos. Él exige respeto y espera verlo en su pueblo mediante el esfuerzo genuino para hacer obras dignas de la atención que Él les prodiga1.

1Deuteronomio 7:6; comparar con Romanos 2:4

Toda la obra de salvación depende de Dios, quien la comenzó y la concluirá en los creyentes1. Y es Dios quien produce tanto el querer como el hacer2. Esto significa que el papel del creyente consiste en no menospreciar lo que se ha hecho, hace y hará por él. Debe tomar con responsabilidad su salvación y llamado3, obedeciendo la perfecta voluntad de Dios viviendo en la esperanza segura de la resurrección4.

1Filipenses 1:6; 2Filipenses 2:13; 3Filipenses 1:27; 4Filipenses 3:10-11

En Filipenses 2:12 el apóstol Pablo afirma que deben ocuparse de su salvación con “temor y temblor”. Esta declaración es realizada en el contexto de la obediencia de Cristo1. Por lo tanto, la participación del creyente es creerle a Dios y responderle con una vida de servicio, semejante a la de Cristo. La salvación es por gracia de Dios y no resultado de las obras del creyente2.

1Filipenses 2:5-11; 2Filipenses 1:6; 2:13

Todo fiel creyente hace buenas obras, no para ser salvo ni para mantener la salvación, sino porque es salvo1; como en el caso de Zaqueo2. Las buenas obras del creyente alegran a Dios, al prójimo y a sí mismo3.

1Mateo 7:16-20; 25:32-40; 2Lucas 19:8; 32 Corintios 9:11-13

Mundanalidad: Una amenaza para el creyente

El creyente es llamado a rechazar todas aquellas obras que no corresponden a su nueva condición, porque son expresión de una vida dominada por el pecado y producen sufrimiento, condenación y muerte1.

Romanos 6:12-18

El creyente se encuentra entre dos fuerzas que batallan en su ser: Por un lado, la conciencia de que el pecado es inaceptable dada su condición de Nueva Criatura1 y por el otro, el hecho de que el pecado aún está presente en su vida2. No darle la importancia a cualquiera de estos dos aspectos no sólo afecta al testimonio del cristiano, sino su misma relación con Dios3. No se debe consentir al pecado, tampoco se debe negar el pecado del creyente. Todo creyente necesita continuamente del perdón de Dios4, hasta que llegue el día en que Dios lo haga incorruptibley ya no peque nunca más.

11 Juan 3:6; 8-9; 21 Juan 1:8-9; 3Hebreos 4:12-13; 10:29-31; 41 Juan 2:1-2; 51 Corintios 15:54-58; Filipenses 3:20-21

La salvación no produce un cambio mágico. El creyente sigue siendo vulnerable al poder del pecado y por lo tanto expuesto a la influencia de este mundo, por eso, en el Nuevo Testamento hay exhortaciones a mantener una conducta irreprochable1, que se hacen debido a la nueva condición del creyente2. Sin esa condición dichas exhortaciones no tendrían sentido, porque quien no ha sido reconciliado con Dios no quiere ni puede hacer la voluntad divina3.

1Toda la sección exhortativa de las Cartas del Nuevo Testamento; 2Romanos 13:13; 3Romanos 8:7-8

Mundanalidad: “Los deseos de la carne y de los ojos”

Una expresión de mundanalidad son los deseos distorsionados dela carne y de los ojos. Aquí, los términos “carne” y “ojos” son paralelos, ambos se refieren a los impulsos perversos que dominan a la persona y la llevan a transgredir los límites que Dios puso al placer y la sensualidad, desarrollando hábitos que la oprimen, degradan y contaminan1.

1Gálatas 5:19-21

En el caso del creyente,los deseos distorsionados también están presentes,pero gracias a su nueva condición puede dominarlos, respetando los límites que pone la Biblia1 y amparado en su relación con Dios2. Ahora puede dejar su pasado dominado por los deseos3, ofrecer un buen testimonio4 y corresponder al precio sin igual que se pagó por su vida5.

1Colosenses 3:5-9; 22 Corintios 7:1; 3Romanos 13:13-14; 4Tito 2:12; 1 Pedro 4:3; 51 Corintios 6:20

El creyente sólo puede participar en actividades o reuniones, dentro y fuera de la iglesia, que edifiquen, reuniones en las que la honestidad, la vergüenza, la modestia y la selección de lo que se debe consumir, sean la guía para el trato de los participantes. Para él debe ser más importante el testimonio que ofrece a la sociedad y a la iglesia que sus propios apetitos1. Debe ser capaz, incluso de renunciar a lo que tiene derecho por el bien y conciencia de los demás2.

11 Corintios 6:19; Filipenses 4:8-9; 21 Corintios 8:9; Gálatas 5:13

El creyente debe recordar que el dominio propio1 y el discernimiento2 son signos de su libertad. Por ello y aunque las cosas no sean malas en sí mismas, debe evitar las que causen daño a la conciencia de otros3, por el peligro de que su actitud sea un obstáculo para la misión de la iglesia en el mundo4.

12 Timoteo 1:7; 2 Pedro 1:6; 2Ezequiel 44:23; Hebreos 5:14; 31 Corintios 10:23; 4Hechos 2:47; 1 Corintios 10:32

Mundanalidad: La soberbia de la vida

Otra expresión de mundanalidad es la soberbia de la vida, que se entiende cómo; jactancia, vanagloria, altivez. En el mundo, la búsqueda de un lugar de privilegio y de poder, se considera un valor fundamental, por eso, sin ningún cargo de conciencia, muchos tratan bien a los que consideran superiores y mal a los inferiores. Esta conducta está condenada por Dios1.

1Isaías 13:11;Malaquías 4:1; 2 Timoteo 3:2; Santiago 4:6.

Hábitos impuros

El creyente debe abstenerse de los hábitos impuros enunciados en Gálatas 5:19-21 y Colosenses 3:5-9 porque de acuerdo a la Palabra de Dios, su cuerpo es templo del Espíritu Santo1, por tal motivo debe conservarse en pureza y santidad2.

11 Corintios 3:16; 21 Corintios 3:17; 6:19

Las festividades del mundo

La sociedad tiene ceremonias cívicas, que no tienen implicacionesreligiosas y que son parte de las obligaciones ciudadanas; pero también, tiene ceremonias cuyo origen o contenido es idolátrico: navidad, cuaresma, “semana santa”, domingo como día de reposo, posadas, Hallowen, días de adoración a las imágenes y otras más y, aunque “el ídolo nada es”1, el creyente no debe participar en ellas porque tiene la responsabilidad de cuidar la conciencia de sus hermanos2, y no menospreciar la santidad de las ceremonias de la Iglesia en las que participa3.

11 Corintios 8:4-6; 21 Corintios 8:7-12; 31 Corintios 10:19-22

La idolatría tiene, también, manifestaciones que pasan inadvertidas, como el egoísmo, el amor al dinero y al poder, pues los ídolos no sólo se presentan en imágenes o figuras, también en cosas materiales o inmateriales, que se convierten en su principal preocupación y ocupación1.

1Lucas 16:13; 1 Corintios 10:14; Colosenses 3:5